Testimonios para la Iglesia, Tomo 6

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Preocupémonos de nuestros pobres

Se nos ordena que “hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe”. Gálatas 6:10. En nuestra obra de benevolencia debiera ofrecerse ayuda especial a los que, por la presentación de la verdad, estén convencidos y convertidos. Debemos preocuparnos de las personas que tienen el valor de aceptar la verdad, de quienes pierden sus ocupaciones y se les niega trabajo para sostener a sus familias. Se debe hacer provisión para ayudar al pobre digno y proveer empleo para aquellos que aman a Dios y guardan sus mandamientos. No hay que dejarlos desamparados ni que lleguen a la conclusión de que deben trabajar en sábado o morir de hambre. Los que se ponen de parte del Señor deben ver en los adventistas del séptimo día a un pueblo generoso, abnegado y sacrificado, que alegremente y de buen grado presta servicio a sus hermanos en necesidad. El Señor se refiere especialmente a esta clase de gente cuando dice “y a los pobres errantes albergues en casa”. Isaías 58:7. 6TPI 91.2