Testimonios para la Iglesia, Tomo 6

17/177

Las necesidades de la iglesia

Muchos asisten a los congresos campestres llenos de críticas y acusaciones. Estas personas, mediante la obra del Espíritu Santo, deben ser conducidas a reconocer que su actitud murmuradora es una ofensa a Dios. Deben ser guiados a censurarse ellos mismos porque permitieron que el enemigo controlara sus mentes y su juicio. La actitud acusadora debe ser remplazada por el arrepentimiento; la inseguridad y la melancolía, por la pregunta sincera: “¿Cómo puedo llegar a poseer una fe genuina?” 6TPI 59.3

Cuando el ser humano participe de la naturaleza divina, el amor de Cristo será un principio permanente en el alma; el yo y sus rasgos característicos no serán evidentes. Pero es triste ver que los que debieran ser vasos de honra se complacen en la gratificación de la baja naturaleza y transitan por senderos que la conciencia condena. Muchos que profesan ser seguidores de Cristo caen a un nivel bajo, siempre lamentándose de sus defectos, pero nunca venciendo ni aplastando a Satanás bajo sus pies. La culpa y la recriminación agobian constantemente el alma, y el clamor de tales personas bien puede ser: “¡Miserable de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte?” Romanos 7:24. La complacencia en el pecado destruye la dignidad personal y cuando esta desaparece, disminuye el respeto por los demás; entonces pensamos que los demás son tan impíos como nosotros mismos. 6TPI 59.4

Estas cosas deben ser presentadas a la consideración de la feligresía durante nuestras convocaciones anuales, y todos deben ser animados a encontrar en Cristo liberación del poder del pecado. El dice: “Y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón,... y seré hallado por vosotros”. Jeremías 29:13, 14. La norma debe elevarse y la predicación debe ser de carácter sumamente espiritual, para que el pueblo pueda ser guiado a ver la razón de sus debilidades e infelicidad. Muchos son infelices porque son impuros. Solamente la pureza de corazón y la inocencia mental pueden ser bendecidas por Dios. Cuando se acaricia el pecado, puede producir al final tan solo infelicidad. El pecado que puede conducir a los resultados más desagradables, es el orgullo, la falta de la clase de simpatía y amor que manifestó Cristo. 6TPI 60.1