Testimonios para la Iglesia, Tomo 8

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Enseñar y sanar

El pueblo de Dios ha de ser uno. No ha de haber separatismo dentro de su obra. Cristo envió a doce apóstoles, y más adelante a los setenta discípulos, para predicar el evangelio y sanar a los enfermos. “Y yendo dijo él, predicad, diciendo: El reino de los cielos se ha acercado. Sanad enfermos, limpiad leprosos, resucitad muertos, echad fuera demonios; de gracia recibisteis, dad de gracia”. Mateo 10:7, 8. Y mientras salían a predicar el reino de Dios, les fue dado poder para sanar a los enfermos y echar fuera a los espíritus malignos. En la obra de Dios, la enseñanza y la sanidad nunca se han de separar. Su pueblo guardador de los mandamientos ha se ser uno. Satanás inventará toda clase de artificios para separar a los que Dios quiere que sean una cosa. Pero el Señor se revelará como un Dios de juicio. Estamos trabajando a la vista de un huésped celestial. Hay un Vigilante divino en nuestro medio, que escudriña todo plan que se traza y todo lo que se lleva a cabo. 8TPI 177.1