Testimonios para la Iglesia, Tomo 8

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Cántico de los redimidos

Alabad a Jehová, porque él es bueno;
Porque para siempre es su misericordia.
Díganlo los redimidos de Jehová,
Los que ha redimido del poder del enemigo,
Y los ha congregado de las tierras,
Del oriente y del occidente,
Del norte y del sur.
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I

Anduvieron perdidos por el desierto,
por la soledad sin camino,
Sin hallar ciudad en donde vivir.
Hambrientos y sedientos,
Su alma desfallecía en ellos.
Entonces clamaron a Jehová en su angustia,
Y los libró de sus aflicciones.
Los dirigió por camino derecho,
Para que viniesen a ciudad habitable.
Alaben la misericordia de Jehová,
Y sus maravillas para con los hijos
de los hombres. Porque sacia al alma menesterosa,
Y llena de bien al alma hambrienta.
Algunos moraban en tinieblas y sombra de muerte,
Aprisionados en aflicción y en hierros,
Por cuanto fueron rebeldes a las palabras de Jehová,
Y aborrecieron el consejo del Altísimo.
Por eso quebrantó con el trabajo sus corazones;
Cayeron, y no hubo quien los ayudase.
Luego que clamaron a Jehová en su angustia,
Los libró de sus aflicciones;
Los sacó de las tinieblas y de la
sombra de muerte,
Y rompió sus prisiones.
Alaben la misericordia de Jehová,
Y sus maravillas para con los hijos de los hombres.
Porque quebrantó las puertas de bronce,
Y desmenuzó los cerrojos de hierro.
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II

Fueron afligidos los insensatos, a
causa del camino de su rebelión
Y a causa de sus maldades;
Su alma abominó todo alimento,
Y llegaron hasta las puertas de la
muerte.
Pero clamaron a Jehová en su angustia,
Y los libró de sus aflicciones.
Envió su palabra, y los sanó,
Y los libró de su ruina.
Alaben la misericordia de Jehová,
Y sus maravillas para con los hijos
de los hombres; Ofrezcan sacrificios de alabanza,
Y publiquen sus obras con júbilo.
Los que descienden al mar en naves,
Y hacen negocio en las muchas aguas,
Ellos han visto las obras de Jehová,
Y sus maravillas en las profundidades.
Porque habló, e hizo levantar un
viento tempestuoso,
Que encrespa sus ondas.
Suben a los cielos, descienden a los
abismos;
Sus almas se derriten con el mal.
Tiemblan y titubean como ebrios,
Y toda su ciencia es inútil.
Entonces claman a Jehová en su
angustia,
Y los libra de sus aflicciones.
Cambia la tempestad en sosiego,
Y se apaciguan sus ondas.
Luego se alegran, porque se apaciguaron;
Y así los guía al puerto que deseaban.
Alaben la misericordia de Jehová,
Y sus maravillas para con los hijos
de los hombres.
Exáltenlo en la congregación del pueblo,
Y en la reunión de ancianos lo alaben.
Él convierte los ríos en desierto,
Y los manantiales de las aguas en
sequedales;
La tierra fructífera en estéril,
Por la maldad de los que la habitan.
Vuelve el desierto en estanques de aguas, Y la tierra seca en manantiales.
Allí establece a los hambrientos,
Y fundan ciudad en donde vivir.
Siembran campos, y plantan viñas,
Y rinden abundante fruto.
Los bendice, y se multiplican en
gran manera;
Y no disminuye su ganado.
Luego son menoscabados y abatidos
A causa de tiranía, de males y congojas.
Él esparce menosprecio sobre los príncipes,
Y les hace andar perdidos, vagabundos
y sin camino.
Levanta de la miseria al pobre,
Y hace multiplicar las familias como
rebaños de ovejas.
Véanlo los rectos, y alégrense,
Y todos los malos cierren su boca.
¿Quién es sabio y guardará estas cosas,
Y entenderá las misericordias de Jehová? Salmos 107.
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