Testimonios para la Iglesia, Tomo 8
Nuestra responsabilidad
Hay ocasiones cuando se me presenta una visión clara del estado en que se encuentra la iglesia remanente: un estado de asombrosa indiferencia hacia las necesidades de un mundo que perece por falta del cono cimiento de la verdad para este tiempo. Después paso horas, y a veces días presa de una intensa angustia. Muchos de aquellos a quienes se les han encomendado las verdades salvadoras del mensaje del tercer ángel no logran comprender que la salvación de las almas depende de la consagración y actividad de la iglesia de Dios. Muchos emplean las bendiciones que han recibido para servir al yo. Oh, ¡cuánto me duele el corazón debido a que Cristo es avergonzado por causa del comportamiento no cristiano de ellos! Pero, después que pasa mi agonía, siento deseos de trabajar más arduamente que nunca para estimularlos a hacer un esfuerzo abnegado por salvar a sus prójimos. 8TPI 31.1
Dios ha hecho a su pueblo mayordomo de su gracia y verdad, y ¿cómo considera él su descuido de no impartir estas bendiciones a sus prójimos? Supongamos que una distante colonia perteneciente a la Gran Bretaña está en grande aprieto debido al hambre y a una guerra inminente. Multitudes mueren de inanición, y un poderoso enemigo se congrega en la frontera, amenazando acelerar la obra de destrucción. El gobierno del país abre sus despensas; la caridad pública fluye en abundancia; el socorro abunda por todos lados. Una flota cargada de los preciosos medios de existencia es enviada a la escena de sufrimiento, acompañada de las oraciones de aquellos cuyos corazones fueron conmovidos a proveer ayuda. Y por un tiempo la flota navega directamente hacia su destino. Pero, habiendo perdido de vista la tierra, el entusiasmo de los encargados de llevar provisiones a las víctimas hambrientas disminuye. Aunque están ocupados en una obra que los hace colaboradores con los ángeles, pierden las buenas impresiones que tuvieron al salir. Por intermedio de los malos consejeros entra la tentación. 8TPI 31.2
En el trayecto yace un conjunto de islas y, aunque harto lejos de su destino, deciden hacer escala. La tentación que ya ha entrado se hace más fuerte. El espíritu egoísta del lucro se apodera de sus mentes. Se presentan oportunidades de negocio. Se persuade a los que están a cargo de la flota a permanecer en las islas. Su propósito original de misericordia se pierde de vista. Se olvidan del pueblo hambriento al cual fueron enviados. Las provisiones que se les habían encomendado son usadas para su propio beneficio. Los recursos de beneficencia son desviados por cauces de egoísmo. Intercambian los medios de subsistencia por la ganancia egoísta y dejan que sus prójimos mueran. El clamor de los que perecen asciende a los cielos y el Señor apunta en su registro la historia del robo. 8TPI 32.1
Pensemos en el horror de ver morir a seres humanos porque los encargados de los medios de auxilio fueron infieles a su cometido. Se nos hace difícil reconocer que el hombre pudiera ser culpable de un pecado tan terrible. Sin embargo, se me instruye a deciros, mi hermano, mi hermana, que los cristianos diariamente repiten este pecado. 8TPI 32.2
En el Edén, el hombre cayó de su elevado estado y por medio de la transgresión fue sujeto a la muerte. En el cielo se vio que los seres humanos perecían, y Dios fue movido a misericordia. A un costo infinito él ideó un plan de auxilio. “De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”. Juan 3:16. No había esperanza para el transgresor excepto a través de Cristo. Dios vio que “no había hombre, y se maravilló que no hubiera quien se interpusiese; y lo salvó su brazo, y le afirmó su misma justicia”. Isaías 59:16. 8TPI 32.3
El Señor escogió a un pueblo y lo hizo depositario de su verdad. Era su propósito que, mediante la revelación de su carácter por medio de Israel, los hombres fueran atraídos hacia él. La invitación evangélica debía darse a todo el mundo. A través de la enseñanza del sistema de sacrificios, Cristo había de ser exaltado ante las naciones, y todos los que pusieran su vista en él vivirían. 8TPI 32.4
Pero Israel no cumplió el propósito de Dios. Se olvidaron de Dios y perdieron de vista su alto privilegio como representantes suyos. Las bendiciones que habían recibido no trajeron ninguna bendición al mundo. Se aprovecharon de todos sus privilegios empleándolos para su propio ensalzamiento. Le robaron a Dios el servicio que él requería de ellos, y le robaron al prójimo la orientación religiosa y el ejemplo piadoso. Dios finalmente envió a su Hijo para revelarle a la humanidad el carácter del Invisible. Cristo vino y vivió en esta tierra una vida de obediencia a la ley de Dios. Entregó su preciosa vida para salvar al mundo e hizo mayordomos a sus siervos. Con el don de Cristo todos los tesoros del cielo fueron dados al hombre. La iglesia fue abastecida con el pan del cielo para las almas hambrientas. Este fue el tesoro que se encargó al pueblo de Dios para ser llevado al mundo. Debieron haber cumplido su deber fielmente, continuando su obra hasta que el mensaje de misericordia hubiera rodeado el mundo. 8TPI 33.1
Cristo ascendió al cielo y envió su Santo Espíritu para dar poder a la obra de sus discípulos. Miles se convirtieron en un día. En una sola generación el evangelio fue llevado a toda nación bajo el cielo. Pero poco a poco se produjo un cambio. La iglesia perdió su primer amor. Se volvió egoísta y amante de la comodidad. El espíritu de la mundanalidad fue aceptado. El enemigo hechizó a los que Dios había dado luz para un mundo en tinieblas: una luz que debió haberse esparcido en buenas obras. El mundo fue privado de las bendiciones que Dios deseaba que la humanidad recibiera. 8TPI 33.2
¿Acaso no se repite la misma cosa en esta generación? En nuestros días hay muchos que retienen lo que el Señor les ha encomendado para la salvación de un mundo desapercibido y descarriado. En la Palabra de Dios se representa un ángel volando en medio del cielo, “que tenía el evangelio eterno para predicarlo a los moradores de la tierra, a toda nación, tribu, lengua y pueblo, diciendo a gran voz: Temed a Dios, y dadle honra, porque la hora de su juicio ha llegado; y adorad a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas”. Apocalipsis 14:6, 7. 8TPI 33.3
El mensaje de (Apocalipsis 14) es el mensaje que hemos de llevar al mundo. Es el pan de vida para estos últimos días. Millones de seres humanos perecen en ignorancia e iniquidad. Pero muchos de aquellos a quienes Dios ha encomendado los depósitos de vida miran a estas almas con indiferencia. Muchos olvidan que a ellos se les ha encomendado el pan de vida para los que tienen hambre de salvación. 8TPI 34.1
¡Oh, si hubiera cristianos consagrados, firmeza semejante a la de Cristo, fe que obra mediante el amor y purifica el alma! Que Dios nos ayude a arrepentirnos y a cambiar nuestros pasos lentos por una acción consagrada. Que Dios nos ayude a manifestar la carga de las almas que perecen, tanto mediante nuestras palabras como por la obra que hacemos nuestra. 8TPI 34.2
Demos gracias cada momento por la paciencia de Dios hacia nuestras acciones tardías e incrédulas. En lugar de lisonjearnos pensando en lo que hemos logrado, después de haber hecho tan poco, debemos laborar con más empeño aún. No dejemos de esforzarnos ni bajemos nuestra guardia. Jamás debe disminuir nuestro celo. Nuestra vida espiritual necesita revitalizarse a diario en el río que alegra la ciudad de nuestro Dios. Siempre debemos buscar oportunidades en que podamos emplear para Dios los talentos que él nos ha proporcionado. 8TPI 34.3
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El mundo es un teatro; los actores “sus habitantes” se están preparando para desempeñar su parte en el gran drama final. Las grandes masas humanas carecen de unidad, excepto cuando los hombres se confederan con fines egoístas. Dios está observando. Sus propósitos concernientes a sus súbditos rebeldes se han de cumplir. El mundo no ha sido puesto al cuidado de los hombres, a pesar de que Dios está permitiendo que los elementos de confusión y desorden dominen por una temporada. Un poder inferior está obrando para llevar a cabo las grandes escenas del drama: la venida de Satanás como si fuera Cristo, y su actuación con todo el engaño de la injusticia en aquellos que se están uniendo en sociedades secretas. Los que ceden a la pasión de una confederación están desarrollando los planes del enemigo. El efecto seguirá a la causa. 8TPI 34.4
La transgresión casi ha alcanzado su límite. El mundo está lleno de confusión, y un gran terror ha de venir pronto sobre los seres humanos. El fin está muy cerca. Nosotros que conocemos la verdad debemos estar preparándonos para lo que pronto ha de irrumpir sobre el mundo en forma de una abrumadora sorpresa. 8TPI 35.1
Juan escribió: “Y vi un trono blanco y al que estaba sentado en él, de delante del cual huyeron la tierra y el cielo, y ningún lugar se encontró para ellos. Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras”. Apocalipsis 20:11, 12. 8TPI 35.2
¿Estamos dormidos como pueblo? Oh, si los jóvenes y las jóvenes en nuestras instituciones que ahora no están preparados para la aparición del Señor, indignos de formar parte de la familia del Señor, lograran discernir las señales de los tiempos, ¡qué gran cambio se vería en ellos! El Señor Jesús está llamando a obreros abnegados a que sigan en sus pisadas, para caminar y trabajar por él, para levantar en alto la cruz, y seguir dondequiera que él los dirija. 8TPI 35.3
Muchos fácilmente se conforman con ofrecer al Señor actos insignificantes de servicio. Su cristianismo es débil. Cristo se entregó por los pecadores. ¡Cuánta ansia por la salvación de las almas nos debiera llenar al ver que los seres humanos perecen en el pecado! Estas almas fueron compradas por un precio infinito. La muerte del Hijo de Dios sobre la cruz del Calvario es la medida de su valor. Diariamente ellas están decidiendo si recibirán la vida o la muerte eterna. Y, sin embargo, hombres y mujeres que profesan servir al Señor se conforman con ocupar su tiempo y atención en asuntos de poca importancia. Se conforman con permanecer en desacuerdo unos con otros. Si se consagraran al trabajo por su Maestro, no estarían luchando ni contendiendo como una familia de niños revoltosos. Toda mano estaría empeñada en el servicio. Cada uno estaría ocupando su puesto, trabajando con corazón y alma como misionero de la cruz de Cristo. El espíritu del Redentor habitaría en el corazón de los obreros, y se producirían obras de justicia. Los obreros llevarían consigo al servicio las oraciones y la simpatía de una iglesia despierta. Recibirían sus instrucciones de Cristo y no tendrían tiempo para luchas y contiendas. 8TPI 35.4
Brotarían mensajes de labios tocados por un carbón encendido del altar divino. Se hablarían palabras fervientes y puras. Ascenderían al cielo intercesiones humildes de corazones quebrantados. Con una mano los obreros se sostendrían de Cristo, mientras que con la otra se asirían de los pecadores, trayéndolos al Salvador. 8TPI 36.1
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“Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin”. Mateo 24:14. 8TPI 36.2
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“Libra a los que son llevados a la muerte; salva a los que están en peligro de muerte; porque si dijeres: Ciertamente no lo supimos, ¿acaso no lo entenderá el que pesa los corazones? El que mira por tu alma, él lo conocerá, y dará al hombre según sus obras”. Proverbios 24:11, 12. 8TPI 36.3