Testimonios para la Iglesia, Tomo 8

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La victoria de Cristo sobre la incredulidad

Mientras estuvo en la tierra, el Hijo de Dios era el Hijo del Hombre; sin embargo, había ocasiones cuando se reflejaba su divinidad. Así sucedió cuando le dijo al paralítico: “Ten ánimo, hijo; tus pecados te son perdonados”. Mateo 9:2. 8TPI 214.1

“Estaban allí sentados algunos de los escribas, los cuales cavilaban -no abiertamente, mas- en sus corazones”... “¿Quién es este que habla blasfemias? ¿Quién puede perdonar pecados, sino sólo Dios!” Marcos 2:6; Lucas 5:21. 8TPI 214.2

“Y conociendo Jesús los pensamientos de ellos, dijo: ¿Por qué pensáis mal en vuestros corazones? Porque, ¿qué es más fácil, decir: Los pecados te son perdonados, o decir: Levántate y anda? Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados (dice entonces al paralítico): Levántate, toma tu cama, y vete a tu casa”. Mateo 9:4-6. 8TPI 214.3

El gran Médico misionero quitó los pecados del paralítico y luego lo presentó ante Dios perdonado. Y también lo sanó físicamente. Dios le había dado poder a su Hijo para acudir al trono eterno. Aunque Cristo actuaba con su propia personalidad, reflejaba el lustre de la posición de honor que había tenido en medio de la espléndida luz del trono eterno. 8TPI 214.4

En otra ocasión, Cristo solicitó: “Padre, glorifica tu nombre”. Y en respuesta “vino una voz del cielo: Lo he glorificado, y lo glorificaré otra vez”. Juan 12:28. 8TPI 214.5

Si esta voz no conmovió a los impenitentes, si el poder que Cristo manifestó en sus poderosos milagros no hizo que los judíos creyeran, no debiera sorprendemos demasiado descubrir que los hombres y mujeres de ahora están en peligro, por causa del roce continuo con los incrédulos, de manifestar la misma incredulidad que demostraron los judíos, y de cultivar el mismo entendimiento pervertido. 8TPI 214.6

No hay palabra para describir mi tristeza al considerar lo que se me ha presentado concerniente a la situación que prevalece en Battle Creek y otros centros de nuestra obra, donde ha estado brillando gran luz. En el pasado, cuando se ha demostrado que las cosas no marchan bien, ha habido un reconocimiento del mal, seguido de la confesión y el arrepentimiento y una reforma cabal. Pero últimamente no ha habido fieles mayordomos que repriman los males que necesitaban ser reprimidos. ¿Podemos nosotros entonces sorprendemos de que haya una gran ceguera espiritual? 8TPI 215.1

Los que están empeñados en el ministerio evangélico necesitan aprender la mansedumbre y humildad de Cristo, y estar cabalmente convertidos, para que sus vidas puedan dar testimonio a un mundo muerto en delitos y pecados, de que han nacido de nuevo. Los obreros médicos misioneros también necesitan estar convertidos. Cuando se conviertan, su influencia será una fuerza en favor del bien en el mundo. Estarán dispuestos a recibir consejos y ayudar a sus hermanos, porque han sido santificados en la verdad. Diariamente recibirán ricas provisiones de gracia del cielo para impartir a los demás. 8TPI 215.2

A cada uno de los que el Señor ha designado como sus agentes, les envía el mensaje: 8TPI 215.3

“Asumid vuestra posición en vuestro puesto del deber, y luego manteneos firmes en el bien”. A todos se me manda decir: “Hallad vuestro lugar. No aceptéis las opiniones antojadizas de hombres que no son enseñados por Dios. Cristo espera daros una mejor comprensión de las cosas celestiales, para acelerar vuestro pulso espiritual dándole nuevos bríos. Dejad ya de subordinar las demandas de los intereses eternos futuros a los asuntos comunes de esta vida. “Ninguno puede servir a dos señores”. Mateo 6:24. ¡Despertad, hermanos, despertad! 8TPI 215.4

Los alcances de la obra médica misionera evangélica no se entienden debidamente. La obra médica misionera que se requiere ahora es la que fue delineada en la comisión que Cristo dio a sus discípulos poco antes de su ascensión. “Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra dijo él. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo”. Mateo 28:18-20. 8TPI 216.1

Estas palabras designan nuestro campo de acción y nuestra labor. Nuestro campo es el mundo; nuestra obra, la proclamación de las verdades que Cristo vino al mundo a proclamar. A hombres y mujeres ha de brindárseles la oportunidad de obtener un conocimiento de la verdad presente, la oportunidad de saber que Cristo es su Salvador; que “de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”. Juan 3:16. 8TPI 216.2