Testimonios para la Iglesia, Tomo 8

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Una promesa inmutable

Cristo hizo provisión completa para que continuara la obra confiada a sus discípulos, y se encargó él mismo de la responsabilidad de su éxito. Mientras ellos obedecieran a su palabra y trabajasen en relación con él, no podían fracasar. Id a todas las naciones, les ordenó. Id a los confines más lejanos del globo habitable, y sabed que mi presencia estará allí. Trabajad con fe y confianza; porque nunca llegará el momento en que os abandone. 8TPI 24.1

A nosotros también se dirige la promesa de la presencia permanente de Cristo. El transcurso del tiempo no ha cambiado la promesa que hizo al partir. Él está con nosotros hoy tan ciertamente como estuvo con los discípulos, y estará con nosotros “hasta el fin”. 8TPI 24.2

“Id a predicar el evangelio a todas las naciones” nos dice el Salvador, “para que puedan llegar a ser hijos de Dios. Os acompaño en esta obra, enseñándoos, guiándoos, y fortaleciéndoos, dándoos éxito en vuestra obra impregnada de abnegación y sacrificio. Obraré en los corazones, convenciéndolos del pecado y apartándolos de las tinieblas a la luz, de la desobediencia a la justicia. En mi luz verán luz. Enfrentaréis la oposición de agencias satánicas, pero confiad en mí. Nunca os faltaré”. 8TPI 24.3

¿No pensáis que Cristo aprecia a los que viven totalmente para él? ¿No pensáis que él visita a los que, como el amado Juan, se hallan por su causa en condiciones penosas y difíciles? Él encuentra a sus fieles, mantiene comunión con ellos, los alienta y fortalece. Y los ángeles de Dios, excelsos en fortaleza, son enviados por Dios a ministrar a sus obreros humanos que predican la verdad a los que no la conocen. 8TPI 24.4

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Al ministro del evangelio Dios le ha encomendado la obra de conducir a Cristo a los que se han desviado del camino estrecho. Ha de ser sabio y fervoroso en sus esfuerzos. Al final del año él debiera poder mirar hacia atrás y ver las almas que fueron salvadas como resultado de su labor. A unos él ha de salvar con temor, “arrebatándolos del fuego... aborreciendo aun la ropa contaminada por su carne”, “retenedor de la palabra fiel tal como ha sido enseñada”. Judas 23; Tito 1:9. El encargo de Pablo a Timoteo les llega también a los ministros de hoy: “Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo... que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina”. 2 Timoteo 4:1, 2. 8TPI 24.5

Pero no es sólo sobre aquellos que predican la Palabra que Dios ha puesto la responsabilidad de salvar a los pecadores. Él ha asignado esta obra a todos por igual. Nuestro corazón ha de estar tan lleno del amor por Cristo que nuestras palabras de acción de gracias alegren el corazón de otros. Este es un servicio que todos pueden rendir y que el Señor acepta como si se le ofreciera a él mismo. Él lo hace eficaz e imparte al obrero dedicado la gracia que reconcilia al hombre con Dios. 8TPI 25.1

Que Dios ayude a su pueblo a darse cuenta de que hay una obra seria que hacer. Que él les ayude a recordar que en el hogar, en la iglesia y en el mundo han de hacer la obra de Cristo. No son dejados para trabajar solos. Los ángeles son sus ayudadores. Y Cristo es su ayudador. Por lo tanto, que trabajen ellos fiel e incansablemente. A su debido tiempo cosecharán, si no desmayan. 8TPI 25.2

El peregrino cristiano no cede al ansia de descansar. Sigue adelante constantemente y dice: “La noche está avanzada, y se acerca el día”. Su lema es: “No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo... Yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús”. Romanos 13:12; Filipenses 3:12-14. 8TPI 25.3