Testimonios para la Iglesia, Tomo 8

92/197

Palabras de aliento

Cooranbong, Australia,

12 de diciembre de 1899.

Al director médico del Sanatorio de Battle Creek

Mi estimado hermano,

Usted se expresa como si no tuviera amigos. Pero Dios es su amigo, y la hermana White es su amiga. Usted ha llegado a pensar que yo había perdido confianza en usted; pero mi querido hermano, como le he dicho antes por escrito, yo sé que el Señor lo ha colocado en un puesto de mucha importancia, como médico a quien el Señor le ha impartido conocimiento y sabiduría para que haga justicia y juicio y manifieste un verdadero espíritu misionero en la institución fundada para que la verdad presente contraste con el error. 8TPI 192.1

Mi hermano, el Señor no lo ha dejado entrar en la lucha abandonado. Él le ha dado sabiduría y el favor de Dios y los hombres. Ha sido su ayudador. Lo ha escogido como su agente para exaltar la verdad en el Sanatorio de Battle Creek, a diferencia de las instituciones médicas del mundo. Fue su propósito que el Sanatorio de Battle Creek fuera una institución donde el Señor fuese reconocido a diario como el Monarca del universo. “Todos los habitantes de la tierra son considerados como nada; y él hace según su voluntad en el ejército del cielo, y en los habitantes de la tierra, y no hay quien detenga su mano, y le diga: ¿Qué haces!” Daniel 4:34. 8TPI 192.2

El Señor ha dispuesto que la proclamación del mensaje del tercer ángel sea la obra más elevada y sobresaliente que se lleve a cabo en el mundo hoy día. Lo ha honrado colocándolo en un puesto de mucha responsabilidad dentro de su obra. No debía usted de separar su influencia del ministerio evangélico. Debía contribuir a la comprensión de la verdad y a la obediencia de la misma en todo aspecto de su trabajo. El lugar que el Señor le ha dado que ocupe estaba bajo su mando en la divina teocracia. Era su deber aprender de Jesús, el Gran Maestro, trazando planes y trabajando de acuerdo con su ejemplo. 8TPI 192.3

Le tocaba ser un fiel médico de las almas, como también de los cuerpos de los que están bajo su cuidado. Si hubiera cumplido con este cometido, utilizando correctamente los talentos que Dios le dio, no le habría tocado trabajar solo. Uno que nunca se equivoca era el que presidía. Sólo el poder del Espíritu Santo puede mantener agradable, fragante, suave y humilde el espíritu, capacitando al obrero para pronunciar las palabras correctas a su debido tiempo. 8TPI 193.1

Usted no ha sido una persona perfecta. Frecuentemente ha perdido el dominio propio. Como consecuencia, sus palabras han sido inapropiadas. A veces se ha mostrado arbitrario y exigente. Pero las veces que ha procurado obtener el dominio sobre el yo, los ángeles de Dios han cooperado con usted porque, a través suyo, Dios actúa para poner la verdad en alto de modo que sea tenida en estima por el mundo. Dios le ha dado sabiduría, no para que su nombre sea ensalzado, sino para que aquellos que vienen al Sanatorio de Battle Creek se lleven una buena impresión acerca de la obra de los adventistas del séptimo día y respeten sus principios fundamentales. La estima de la cual goza no le vino porque sea usted más justo que todos los demás hombres, sino porque Dios ha querido usarlo como su instrumento. 8TPI 193.2