Testimonios para la Iglesia, Tomo 9

77/153

Con la humildad de Cristo

Ningún ser humano debe procurar vincular a otros seres humanos consigo mismo con la intención de controlarlos, para decirles lo que deben hacer y lo que no deben hacer, ordenando, dictando y actuando como un oficial sobre una compañía de soldados. Así es como actuaron los sacerdotes y dirigentes en los días de Cristo, pero no es la forma correcta de actuar. Después que la verdad ha impresionado los corazones, y hombres y mujeres han aceptado sus enseñanzas, deben ser tratados como propiedad de Cristo, y no como propiedad del hombre. Al unir las mentes a vosotros mismos, las conducís a desconectarse de la fuente de su sabiduría y suficiencia. Su dependencia debe ser totalmente de Dios; sólo así podrán crecer en la gracia. 9TPI 118.2

Por mucho que una persona pretenda tener conocimiento y sabiduría, a menos que actúe bajo la dirección del Espíritu Santo, será muy ignorante de las cosas espirituales. Necesita comprender el peligro de su insuficiencia y depender totalmente de Aquel que puede mantener las almas comprometidas con su verdad, capaz de llenarlos con su Espíritu y con amor sin egoísmo, capacitándolos así para dar testimonio de que Dios ha enviado a su Hijo al mundo para salvar a los pecadores. Los que se han convertido auténticamente, trabajarán juntos con unidad cristiana. Que no haya división en la iglesia de Dios, que no se ejerza autoridad indebida sobre los que aceptan la verdad. La mansedumbre de Cristo debe aparecer en todo lo que se diga y se haga. 9TPI 118.3

Cristo es el fundamento de cada iglesia verdadera. Tenemos su promesa inalterable de que su presencia y protección será dada a sus fieles que anden en su consejo. Cristo debe ser el primero hasta el fin del tiempo. El es la fuente de vida y poder, de justicia y santidad. Es todo esto para los que llevan su yugo y aprenden de él a ser mansos y humildes. 9TPI 118.4

El deber y deleite de todo servicio es elevar a Cristo delante de la gente. Esta es la finalidad de todo trabajo genuino. Dejad que aparezca Cristo; dejad que el yo se oculte detrás de él. Esta es una abnegación digna que Dios acepta. “Porque así dijo el Alto y Sublime, el que habita la eternidad, cuyo nombre es el Santo: Yo habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu, para hacer vivir el espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de los quebrantados”. Isaías 57:15. 9TPI 118.5