Testimonios para la Iglesia, Tomo 9

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Preparaos

“Y he aquí, yo vengo presto, -dice el Señor-, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según fuese su obra”. Apocalipsis 22:12. A su venida, él examinará cada talento, y exigirá los intereses de los capitales que nos confiara. Por su propia humillación y agonía, por su vida de trabajo y su muerte ignominiosa, Jesús pagó ya los servicios de quienquiera que lleve su nombre y profese ser su siervo. Cada uno tiene el deber solemne de emplear todas sus facultades para ganar almas para él. “No sois vuestros -dice él—. Porque comprados sois por precio”. 1 Corintios 6:19, 20. Glorificad, pues, a Dios por una vida de servicio que hará pasar a los hombres y mujeres del pecado a la justicia. Hemos sido comprados al precio de la vida de Cristo, para que mediante un servicio fiel, devolvamos a Dios lo que le pertenece. 9TPI 85.2

No tenemos tiempo ahora para dedicar nuestras energías y talentos a empresas mundanales. ¿Nos preocuparemos tanto de servir al mundo y a nosotros mismos que perdamos la vida eterna y la imperecedera felicidad de los cielos? No, no podemos consentir en ello. Empleemos todo talento en la obra de Dios. Los que reciban la verdad, mediante sus esfuerzos, deben aumentar el número de los hombres y mujeres que colaborarán con Dios. Hay que alumbrar y enseñar a la gente para que pueda servir a Dios de manera inteligente; deben crecer continuamente en el conocimiento de la justicia. 9TPI 85.3

El cielo entero se interesa en la ejecución de la obra que Cristo vino a hacer en el mundo. Los agentes celestiales preparan el camino para que la luz de la verdad brille en los lugares oscuros. Los ángeles están listos para entrar en comunicación con los que quieran emprender la obra que nos ha sido asignada desde hace años. ¿No nos dedicaremos con energía a buscar los medios de trabajar en las ciudades grandes? Muchas ocasiones se han perdido ya porque no se emprendió inmediatamente esta obra y no se supo avanzar con fe. El Señor dice: “Si hubieseis creído los mensajes que os dirigí, no habría tanta falta de obreros y de medios para sostenerlos”. 9TPI 85.4

La venida de Cristo se acerca apresuradamente. El tiempo que nos queda para trabajar es corto, y hay hombres y mujeres que perecen. Dijo el ángel: “¿No debieran los hombres que han recibido tanta luz cooperar con Aquel que envió a su Hijo al mundo para dar a los hombres la luz y la salvación?” ¿Acaso los hombres que recibieron el conocimiento de la verdad, renglón tras renglón, precepto tras precepto, un poco aquí y otro poco allá, tendrán en poca estima a Aquel que vino a la tierra para hacer a todo creyente partícipe de su divino poder? Así es como la divinidad de Cristo debía hacerse efectiva en la salvación de la familia humana y dar eficacia ala intercesión de nuestro Sumo Sacerdote ante el trono de Dios. En el cielo es donde el plan fue ideado. ¿No sabrán apreciar una bendición tan grande los que fueron comprados a tan alto precio? 9TPI 86.1

El Señor no puede aprobar a un pueblo que, aunque hace profesión de piedad y declara creer en su próxima venida, deja sin advertir a las ciudades de que pronto van a caer juicios sobre la tierra. Los que obran así deberán dar cuenta de su negligencia. Cristo dio su preciosa vida para salvar a la gente que perece en sus pecados. ¿Nos negaremos a cumplir la obra que se nos asignó, y a cooperar con Dios y con los agentes celestiales? Millares de personas obran de este modo porque no se identifican con Cristo ni manifiestan en su vida su gran sacrificio, por medio de obras de justicia que sean frutos de la gracia salvadora. Sin embargo, ésta es en realidad la obra dada a los hombres por el sacrificio del Hijo de Dios. Sabiendo esto, podemos quedar indiferentes? Hermanos míos, os invito a despertar. Las facultades espirituales que no se ejerciten en ganar almas para Cristo se debilitarán y acabarán por morir. ¿Cómo podremos justificamos si descuidamos la grande y bella obra para cuya realización Cristo dio su vida? 9TPI 86.2

No podemos dedicar acosas vanas e insignificantes los pocos días que nos quedan aquí en la tierra. Debemos humillar nuestra alma delante de Dios de manera que cada cual pueda recibir la verdad y permitirle que realice en su vida una reforma que convenza al mundo de que esa verdad es realmente de Dios. Permanezca nuestra vida oculta con Cristo en Dios. Cuando busquemos al Señor como niñitos; cuando dejemos de encontrar defectos en nuestros hermanos y hermanas y en los que se esfuerzan por llevar fielmente las responsabilidades de la obra; cuando procuremos poner nuestros propios corazones en regla con Dios; entonces, y sólo entonces, podrá él usarnos para gloria de su nombre. 9TPI 86.3

Si queremos que Dios se agrade de nuestro trabajo, debemos asumir delante de él una actitud de sacrificio personal. Recordemos que la simple profesión nada es, a menos que la verdad esté en el corazón. Es necesario que el poder convertidor de Dios tome posesión de nosotros, para que podamos comprender las necesidades de un mundo que perece. El mensaje que estoy encargada de anunciaros es éste: Preparaos, preparaos para el encuentro con el Señor. Aderezad vuestras lámparas y que la luz de la verdad brille hasta en los lugares más apartados. Hay un mundo entero que espera que se le anuncie la proximidad del fin de todas las cosas. 9TPI 87.1

Hermanos y hermanas, buscad al Señor mientras puede ser hallado. Se aproxima el tiempo cuando los que habrán despilfarrado su tiempo y sus oportunidades se lamentarán de no haber buscado a Dios. El os dio la facultad de raciocinio, y desea que la uséis para vosotros mismos y para su obra. Quiere que trabajéis con celo para él en las iglesias. Quiere que organicéis reuniones para la gente de afuera, para que ella aprenda a conocer las verdades de este último mensaje de amonestación. Habrá lugares donde seréis recibidos con gozo, donde las almas os agradecerán de haber ido en su ayuda. Quiera Dios ayudaros a entregaros a esta obra como jamás lo habéis hecho. 9TPI 87.2

Empecemos a trabajar con aquellos que todavía no tienen la luz. “Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra -dice el Señor, y agrega-: He aquí, yo estoy con vosotros todos los días”. Mateo 28:18, 20. Lo que necesitamos es una fe viva que nos haga proclamar sobre el abierto sepulcro de José de Arimatea que tenemos un Salvador vivo, que irá delante de nosotros y obrará con nosotros. Dios hará la obra si le damos los instrumentos. Debe manifestarse entre nosotros mucha más oración y mucho menos espíritu de duda. Debemos colocar el ideal muy alto, siempre más alto ante el mundo. Debemos recordar que Cristo está siempre a nuestra derecha cuando anunciamos la libertad a los cautivos y damos el pan de vida a las almas hambrientas. Cuando recordemos constantemente la urgencia e importancia de nuestra obra, la salvación de Dios se revelará en forma notable. 9TPI 87.3

Dios nos ayude a vestir la armadura y a obrar con fervor como quienes reconocen que las almas merecen salvarse. Procuremos una nueva conversión. Necesitamos la presencia del Santo Espíritu de Dios para enternecer nuestros corazones y evitar el espíritu de aspereza en nuestro trabajo. Ruego a Dios que su Santo Espíritu tome plena posesión de nuestros corazones. Procedamos como hijos de Dios, que buscan sus consejos y están listos para seguir sus planes dondequiera que les sean presentados. Dios será glorificado por un pueblo tal y los testigos de nuestro celo dirán: Amén, amén. 9TPI 88.1

“Despierta, despierta, vístete tu fortaleza, oh Jerusalén, ciudad santa... ¡Cuán hermosos son sobre los montes los pies del que trae alegres nuevas, del que publica la paz, del que trae nuevas del bien, del que publica salud, del que dice a Sion: Tu Dios reina! ¡Voz de tus atalayas! Alzarán la voz, juntamente darán voces de júbilo; porque ojo a ojo verán que Jehová vuelve a traer a Sion. Cantad alabanzas, alegraos juntamente, soledades de Jerusalén: porque Jehová ha consolado su pueblo, a Jerusalén ha redimido. Jehová desnudó el brazo de su santidad ante los ojos de todas las gentes; y todos los términos de la tierra verán la salud del Dios nuestro”. Isaías 52:1, 7-10. 9TPI 88.2