Testimonios para la Iglesia, Tomo 2

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Valor en el ministerio

Querido Hno. G,

Se me mostró que usted era sumamente deficiente en el desempeño de sus deberes como ministro. Carece de algunas cualidades esenciales. No tiene espíritu misionero. No está dispuesto a sacrificar la comodidad y el placer para salvar almas. Hay hombres, mujeres y jóvenes que traer a Cristo, que abrazarían la verdad si se les presentara la luz. En su propio vecindario hay quienes tienen oídos para oír. 2TPI 136.1

Vi que usted procuraba instruir a algunos; pero en el mismo momento cuando necesitaba perseverancia, valor y energía, usted se descorazonaba, y se desanimaba, se volvía desconfiado y abandonaba la tarea. Deseaba conservar su propia comodidad, y permitía que ese interés, que podría haber aumentado, se disipara. Podría haberse producido una gran ganancia de almas; pero en ese momento la oportunidad de oro pasó por causa de su falta de energía. Vi que a menos que usted se decida a revestirse de toda la armadura, y esté dispuesto a sufrir privaciones como buen soldado de la cruz de Cristo, y crea que puede gastar y ser desgastado para traer almas al Señor, debería abandonar el ministerio y dedicarse a alguna otra vocación. 2TPI 136.2

Su alma no está santificada para hacer la obra. No asume la responsabilidad que implica. Elije una suerte más fácil que la que le está reservada al ministro de Cristo. El no consideraba que su vida le fuera preciosa. No se complació a sí mismo, sino que vivió en beneficio de los demás. Se anonadó a sí mismo y tomó la forma de siervo. No basta que seamos capaces de presentar los argumentos favorables a nuestra posición delante de la gente. El ministro de Cristo debe poseer un amor inextinguible por las almas, un espíritu de abnegación, de sacrificio propio. Debería estar dispuesto a dar la vida, si fuera necesario, para hacer la obra de salvar a sus semejantes por quienes Jesús murió. 2TPI 137.1

Necesita convertirse a la obra de Dios. Necesita sabiduría y juicio para aplicarse a ella y orientar sus labores. Estas no son solicitadas por las iglesias. Debería ir a otros lugares para someter a prueba su vocación. Vaya con la disposición de trabajar para convertir almas a la verdad. Si se da cuenta del valor de las almas, la menor manifestación de interés regocijará su corazón, y perseverará aunque tuviera que trabajar y cansarse en el esfuerzo. Después de haber presentado el tema de la verdad, no abandone el lugar mientras haya la menor manifestación de interés. ¿Espera cosechar sin trabajar? ¿Cree usted que Satanás está dispuesto a permitir que sus súbditos pasen sin más ni más de sus filas a las de Cristo? Hará todo lo posible para mantenerlos aherrojados con cadenas de tinieblas y bajo su negro estandarte. ¿Cómo espera usted ganar la victoria en la ganancia de almas sin hacer esfuerzos fervientes, cuando tiene que enfrentar y combatir a semejante enemigo? 2TPI 137.2

Tiene que tener más valor, más celo, y hacer mayores esfuerzos, o tendrá que llegar a la conclusión de que se ha equivocado de vocación. Un ministro que se desanima fácilmente perjudica la causa que desea promover, y comete una injusticia contra sí mismo. Todos los que profesan ser ministros de Cristo deberían aprender sabiduría al estudiar la historia del Hombre de Nazaret, y también la de Martín Lutero y las vidas de otros reformadores. Sus tareas eran arduas, pero soportaron dificultades como fieles soldados de la cruz de Cristo. No debería esquivar las responsabilidades. Con humildad, debería estar dispuesto a recibir consejo e instrucción. Después de recibir consejo de los sabios y juiciosos, queda todavía un Consejero cuya sabiduría es infalible. No deje de presentarle su caso y suplicar su dirección. Ha prometido que si usted le falta sabiduría y se la pide, se la dará generosamente y sin regatear. La obra sagrada y solemne en que estamos empeñados requiere hombres plenamente convertidos, de todo corazón, cuyas vidas estén entretejidas con la de Cristo. Obtienen savia y alimento de la Vid viviente, y florecen en el Señor. Aunque se dan cuenta de la magnitud de la tarea, y se sienten inducidos a exclamar: “Para estas cosas, ¿quién es suficiente?” (2 Corintios 2:16) no esquivan los trabajos y tareas, y por lo contrario trabajan con fervor y abnegación para salvar almas. Si los subpastores son fieles en el cumplimiento de sus deberes, entrarán en el gozo de su Señor, y tendrán la satisfacción de ver en el Cielo almas salvadas gracias a sus fieles esfuerzos. 2TPI 137.3

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