El traslado a Battle Creek
En la visión que se me dio el 12 de junio de 1868, se me mostró que se podía realizar una gran obra en el sentido de traer almas al conocimiento de la verdad, si previamente se hacían las diligencias apropiadas. En cada pueblo, ciudad y aldea hay personas que abrazarían la verdad si ésta les fuera presentada en forma juiciosa. Se necesitan misioneros entre nosotros, misioneros abnegados que, como nuestro gran Ejemplo, no se complazcan a sí mismos, sino que vivan para el bien de los demás.
2TPI 103.2
Se me mostró que como pueblo somos deficientes. Nuestras obras no están de acuerdo con nuestra fe. Nuestra fe testifica que estamos viviendo en el momento de la proclamación del mensaje más solemne e importante que jamás haya sido dado a los mortales. No obstante, frente a la evidencia de este hecho, nuestros esfuerzos, nuestro celo, nuestro espíritu de sacrificio propio no se compara con el carácter de la obra que tenemos que hacer. Debemos levantarnos de entre los muertos, y Cristo nos dará vida.
2TPI 103.3
Muchos de nuestros hermanos y hermanas sienten la fuerte inclinación de vivir en Battle Creek. Familias procedentes de todas partes han venido a residir allí, y muchos más están haciendo planes en este mismo sentido. Algunos de los que han venido a Battle Creek desempeñaban cargos en las pequeñas iglesias de donde salieron, y su ayuda y sus esfuerzos se necesitaban allí. Cuando esas personas llegan a Battle Creek y se encuentran con los numerosos observadores del sábado que hay allí, con frecuencia llegan a la conclusión de que su testimonio no se necesita, y en consecuencia entierran sus talentos.
2TPI 104.1
Algunos decidieron venir a Battle Creek por los privilegios espirituales que ofrece ese lugar, no obstante lo cual se preguntan por qué disminuye su espiritualidad después de permanecer allí unos pocos meses. ¿No hay una causa, acaso? El propósito de algunos ha sido obtener ventajas pecuniarias: dedicarse a algún negocio que les proporcionara mayores ganancias. Sus espectativas en este sentido pueden cumplirse, mientras se les reseca el alma y empequeñecen espiritualmente. No se preocupan especialmente de sí mismos, porque se les ocurre que si lo hicieran estarían fuera de lugar. No saben cómo hacer algún tipo de tarea en una iglesia tan grande, y en consecuencia se vuelven ociosos en la viña del Maestro. Todos los que se conducen de esta manera, no hacen más que incrementar la carga de los que deben llevar a cabo la obra de la iglesia. Son cuerpos muertos. Hay muchos en Battle Creek que se están convirtiendo en pámpanos secos.
2TPI 104.2
Algunos que han sido obreros, y que han tenido experiencia en la causa de la verdad presente, se trasladan a Battle Creek y deponen su carga. En lugar de sentir la necesidad de redoblar sus energías, su vigilancia, la oración y el diligente cumplimiento del deber, apenas si hacen algo. Los que hacen frente a responsabilidades en la oficina, y no tienen tiempo para otros deberes fuera de su trabajo específico, se ven obligados a asumir cargos de responsabilidad en la iglesia, y a llevar a cabo tareas importantes y cansadoras, porque si no las hicieran quedarían sin hacer, ya que las demás personas no asumen sus responsabilidades.
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Los hermanos que desean cambiar de ubicación, que tienen la gloria de Dios en vista, y sienten que sobre ellos descansa la responsabilidad individual de beneficiar a los demás, de hacer bien y salvar a las almas por las cuales Cristo no escatimó su vida preciosa, deberían trasladarse a ciudades o aldeas donde hay poca luz o nada de luz, donde realmente pueden ser útiles, y bendecir a otros mediante sus labores y su experiencia. Se necesitan misioneros que vayan a ciudades y pueblos con el fin de levantar el estandarte de la verdad, de modo que los testigos de Dios se diseminen por todo el país, a fin de que la luz de la verdad penetre hasta donde todavía no ha llegado, y el estandarte de la verdad sea enarbolado donde todavía no se lo conoce. Los hermanos no deberían amontonarse en un lugar porque les resulta más agradable hacerlo así, sino que deberían tratar de cumplir su elevada vocación que consiste en hacer el bien a los demás, y ser instrumentos para la salvación de por lo menos un alma. Pero podría salvarse más de una.
2TPI 105.1
El único objetivo de esta obra no debería ser solamente aumentar nuestra recompensa en el cielo. Algunos son egoístas en este sentido. En vista de lo que Cristo ha hecho por nosotros y de lo que ha sufrido por los pecadores, deberíamos, como consecuencia de un amor puro y desinteresado por las almas, imitar su ejemplo sacrificando nuestro propio placer y nuestra conveniencia para hacerles bien. El gozo propuesto a Cristo, que lo sostenía en medio de todos sus sufrimientos, era la salvación de los pobres pecadores. Este debería ser nuestro gozo y el estímulo de nuestras ambiciones en la causa de nuestro Maestro. De esa manera agradamos a Dios, y le manifestamos nuestro amor y devoción como sus siervos. Nos amó primero, y no nos escatimó su propio amado Hijo, sino que sacándoselo de su pecho, por así decirlo, lo envió a morir para que nosotros tuviéramos vida. El amor, el verdadero amor por nuestros semejantes revela que amamos a Dios. Podemos hacer una elevada profesión de fe, pero sin amor, nada valdrá. Nuestra fe puede inducirnos a entregar nuestros cuerpos para ser quemados, pero si no manifestamos un amor abnegado, tal como el que se manifestó en el corazón de Jesús y fue ejemplificado por su vida, somos como metal que resuena o címbalo que retiñe.
2TPI 105.2
Hay algunas familias que reciben fortaleza espiritual al trasladarse a Battle Creek. Es exactamente el lugar donde algunos pueden recibir ayuda, en circunstancias que es el sitio equivocado para otros. El Hno. A y su esposa son un ejemplo de la gente que puede resultar beneficiada por un traslado a esa ciudad. El Señor los dirigió para que siguieran ese plan. Battle Creek era exactamente el lugar que los podría beneficiar, y ha sido una bendición para toda la familia. Al venir aquí se han fortalecido para posar firmemente su pie en la plataforma de la verdad, y si perseveran en la senda de la humilde obediencia, pueden regocijarse por la ayuda que han recibido en Battle Creek.
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Testimonios para la Iglesia, Tomo 2
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