Testimonios para la Iglesia, Tomo 2
La transferencia de tesoros terrenales
Estimado Hno. N,
Me he sentido muy preocupada por su caso desde que lo conocimos en el congreso de Tipton. Apenas pude contenerme de dirigirme a usted personalmente cuando estaba hablando a la congregación sobre las palabras de Cristo: “No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón”. Mateo 6:19-21. 2TPI 597.2
Recordé que su rostro me había sido mostrado en visión hace algún tiempo. Usted pensaba que tenía el deber de predicar la Palabra a otros; pero su ejemplo, su vida actual, estorbaría más la aceptación de la verdad, de lo que podría hacer su predicación para convertir a la gente. Usted profesa creer un mensaje muy solemne y probatorio; sin embargo, su fe no ha sido sustentada por sus obras. Tiene la teoría de la verdad, pero no ha sido convertido por ella. La verdad no se ha posesionado de su corazón ni ha sido practicada en su vida diaria. 2TPI 597.3
Usted necesita convertirse, transformarse por la renovación de su mente. Cuando la verdad se posesione de su corazón, obrará una reforma en su vida. El mundo incrédulo entonces se convencerá de que hay un poder en la verdad que ha efectuado un cambio tan grande en un hombre amante del mundo como era usted. Usted ama este mundo. Sus tesoros están aquí, y su corazón está en sus tesoros. Y a menos que el poder de la verdad separe sus afectos de su dios, el cual es este mundo, perecerá con sus tesoros. 2TPI 598.1
Usted tiene muy poco sentido del carácter exaltado de la obra para estos últimos días. No ha hecho sacrificios por la verdad. Tiene un espíritu mezquino y tacaño, y ha cerrado los ojos a las necesidades de los angustiados y menesterosos. No ha sentido compasión por aliviar las necesidades de los oprimidos, tampoco ha estado dispuesto a ayudar a la causa de Dios con sus bienes o a proveer para las necesidades de los que sufren. Su corazón está en sus tesoros terrenales. A menos que se sobreponga a su amor por las cosas del mundo, no tendrá lugar en el reino de los cielos. 2TPI 598.2
El joven rico preguntó a Jesús qué debía hacer para heredar la vida eterna. Jesús le señaló los Diez Mandamientos de su Padre, diciéndole que la obediencia a ellos era necesaria para su salvación. Cristo le dijo que él conocía los mandamientos, y que si los obedecía, tendría vida. Nótese su respuesta: “Maestro, todo esto lo he guardado desde mi juventud”. A este joven engañado Jesús lo mira con piedad y amor. Está a punto de revelarle que falla en no guardar de corazón los mandamientos que confiadamente aseveró que estaba obedeciendo. Jesús le dice: “Una cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme, tomando tu cruz”. Marcos 10:21. 2TPI 598.3
Jesús llama la atención de este joven directamente al defecto de su carácter. El cita su propia vida de abnegación, en la que aceptó llevar su cruz. Había dejado todo por la salvación del hombre, instó al joven a imitar su ejemplo, y le aseguró que debiera tener un tesoro en el cielo. ¿Saltó de gozo el corazón del joven ante la seguridad de que de cierto tendría un tesoro en el cielo? ¡Oh, no! Sus tesoros terrenales eran su ídolo, eclipsaban el valor de la herencia eterna. Se vuelve de la cruz, de la vida de sacrificio del Redentor, hacia este mundo. Siente un persistente deseo por la herencia celestial, no obstante se muestra reacio a aceptar la perspectiva. Fue una lucha decidir qué elegir, pero finalmente decidió continuar con su amor por sus tesoros terrenales. 2TPI 598.4
Este joven tenía grandes posesiones, y su corazón estaba fijo en ellas. No podía consentir en transferir sus tesoros al cielo apartando sus afectos de ellos y haciendo bien con ellos bendiciendo a la viuda y al huérfano, y ser así rico en buenas obras. El amor de este joven por sus tesoros terrenales era más fuerte que su amor por sus semejantes y por la herencia inmortal. Hizo su elección. El incentivo presentado por Cristo, de asegurarse un tesoro en el cielo, fue rechazado, por cuanto no podía consentir en cumplir con las condiciones. El poder de su amor por sus riquezas terrenales triunfó, y el cielo, con toda su atractiva gloria, fue sacrificado por los tesoros del mundo. El joven estaba muy triste, por cuanto quería los dos mundos; y sacrificó el celestial por el terrenal. 2TPI 599.1
Muy pocos se dan cuenta del poder de su amor por las riquezas hasta que se ven obligados a pasar por la prueba. Muchos que profesan ser seguidores de Cristo, muestran entonces que no están preparados para el cielo. Sus obras testifican que aman las riquezas más que a sus semejantes o a su Dios. Igual que el joven rico, preguntan por el camino a la vida, y cuando se les señala el camino, y consideran el costo, y se convencen de que deben sacrificar sus riquezas terrenales y llegar a ser ricos en buenas obras, deciden que el cielo cuesta demasiado. Cuanto más grandes son los tesoros acumulados en la tierra, más difícil es para el que los posee darse cuenta de que no son suyos, sino que le son prestados para usarlos para la gloria de Dios. 2TPI 599.2
Jesús aquí aprovecha la oportunidad para dar a sus discípulos una impresionante lección: “Entonces Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: ¡Cuán difícilmente entrarán en el reino de Dios los que tienen riquezas!” “Más fácil es pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios”. Marcos 10:23, 25. 2TPI 599.3
Aquí se ve el poder de las riquezas. La fuerza del amor a las riquezas en la mente humana es casi paralizadora. Muchos se emboban por las riquezas, y actúan como si no estuvieran en su sano juicio. Cuanto más tienen, de las riquezas de este mundo, más desean. Sus temores de verse en necesidad aumentan con sus riquezas. Están siempre dispuestos a acumular bienes para el futuro. Son mezquinos y egoístas, y temen que Dios no haga provisión para sus necesidades futuras. Tales personas son ciertamente pobres con Dios. A medida que se han acumulado sus riquezas, han puesto su confianza en ellas y no han tenido fe en Dios ni en sus promesas. 2TPI 599.4
El hombre pobre que tiene fe y confianza en Dios, que confía en el amor y el cuidado del Señor, que abunda en buenas obras, y que con buen criterio usa lo poco que tiene para bendecir a los demás con sus recursos, es rico en Dios. Considera que su prójimo tiene derechos que él no puede descuidar sin dejar de obedecer el mandamiento de Dios: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Los pobres que son ricos en Dios consideran la salvación de sus semejantes de mayor importancia que todo el oro y la plata que el mundo contiene. 2TPI 600.1
Cristo señala el modo por el cual los que tienen riquezas terrenales y no son ricos en Dios pueden conseguir las verdaderas riquezas. Dice: Vende lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo. El remedio que Jesús propone a los ricos es transferir sus afectos de las riquezas terrenales a la herencia eterna. Al invertir sus recursos en la causa de Dios para ayudar en la salvación de las almas, y al bendecir a los necesitados con sus bienes, llegan a ser ricos en buenas obras y están “atesorando para sí buen fundamento para lo por venir, que echen mano de la vida eterna”. 1 Timoteo 6:19. Esta será una inversión segura. Pero muchos muestran por sus obras que no se atreven a confiar en el banco del cielo. Prefieren invertir sus recursos en la tierra más bien que enviarlos para que los precedan al cielo, para que sus corazones puedan estar en sus tesoros celestiales. 2TPI 600.2
Hermano mío, usted tiene una obra ante sí, esforzarse por vencer la codicia y el amor a las riquezas mundanales, y especialmente la confianza en sí mismo debido al éxito aparente que ha tenido en conseguir las cosas de este mundo. Los pobres hombres ricos, que profesan servir a Dios, son dignos de piedad. Mientras profesan conocer a Dios, por sus obras lo niegan. ¡Cuán grande es la oscuridad de tales personas! Profesan creer en la verdad, pero sus obras no están de acuerdo con su profesión. El amor a las riquezas los hace egoístas, exigentes y altaneros. La riqueza es poder, con frecuencia el amor a ellas deprava y paraliza todo lo noble y toda semejanza a Dios que hay en el hombre. 2TPI 600.3
Las riquezas acarrean grandes responsabilidades. Obtener riquezas por medios injustos, estafando en las transacciones comerciales, oprimiendo a la viuda y al huérfano o acaparando riquezas y distendiendo las necesidades de los indigentes, eventualmente traerá la justa retribución descrita por el inspirado apóstol: “¡Velad ahora, ricos! Llorad y aullad por las miserias que os vendrán. Vuestras riquezas están podridas, y vuestras ropas comidas de polilla. Vuestro oro y plata están enmohecidos; y su moho testificará contra vosotros, y devorará del todo vuestras carnes como fuego. Habéis acumulado tesoros para los días postreros. He aquí, clama el jornal de los obreros que han cosechado vuestras tierras, el cual por engaño no les ha sido pagado por vosotros; y los clamores de los que habían segado han entrado en los oídos del Señor de los ejércitos”. Santiago 5:1-4. 2TPI 601.1
Los más humildes y los más pobres de los fieles discípulos de Cristo, ricos en buenas obras, son más benditos y más preciosos a la vista de Dios que los hombres que se jactan de sus grandes riquezas. Son más honorables en las cortes celestiales que los reyes y nobles más exaltados que no son ricos en Dios. 2TPI 601.2
El apóstol Pablo exhortó a Timoteo para que instara a los ricos: “A los ricos de este siglo manda que no sean altivos, ni pongan la esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas, sino en el Dios vivo, que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos. Que hagan bien, que sean ricos en buenas obras, dadivosos, generosos; atesorando para sí buen fundamento para lo por venir, que echen mano de la vida eterna”. 1 Timoteo 6:17-19. La amonestación es aplicable a usted, hermano N, y a muchos que profesan creer en la verdad para estos últimos días. Los que acumulan riquezas o invierten mucho en tierras, mientras que privan a sus familias de las comodidades de la vida, actúan como hombres insensatos. No permiten que sus familias gocen de las cosas que Dios les ha dado abundantemente. Sin embargo tienen grandes posesiones, sus familias se ven frecuentemente obligadas a trabajar mucho más de lo que les permiten sus fuerzas para ahorrar aun más recursos y acumularlos. El cerebro, los huesos y los músculos están sobrecargados al extremo para acumular, y la religión y los deberes cristianos se descuidan. Trabajo, trabajo, trabajo, es todo lo que ansían desde la mañana hasta la noche. 2TPI 601.3
Muchos no manifiestan un ferviente deseo de comprender la voluntad de Dios y entender sus demandas. Algunos de los que tratan de enseñar la verdad a otros, ellos mismos no obedecen la Palabra de Dios. Cuanto más maestros de este tipo tenga la causa de Dios, tanto menos próspera será. 2TPI 602.1
Muchos a quienes Dios ha confiado riquezas no consideran que están obrando en contra de sus propios intereses eternos al retener egoístamente sus recursos. El apóstol les muestra que al llegar a ser ricos en buenas obras están obrando en su favor. Están haciendo provisión para ellos mismos, acumulando en el cielo un perdurable tesoro, para poder apropiarse de la vida eterna. Al distribuir sus recursos según las necesidades de la causa, y ayudar a los necesitados, están fielmente haciendo la obra que Dios les ha asignado; y el registro de sus abnegados, generosos y amantes actos se escribirá en el libro del cielo. Todo acto de justicia será inmortalizado, aunque el que lo hizo pueda pensar que no ha hecho nada digno de notarse. Si el comportamiento diario de los que profesan la verdad fuera un ejemplo vivo de la vida de Cristo, emitirían una luz que guiaría a otros al Redentor. Sólo en el cielo serán completamente apreciados los benditos resultados, en la salvación de otros, de una vida consecuente, armoniosa y santa. 2TPI 602.2
Hermano mío, usted tiene mucho que hacer en su familia para mostrarles que la verdad ha hecho una buena obra en usted y que ha tenido una influencia suavizante, refinadora, elevadora en su vida y en su carácter. Usted profesa creer que vivimos en los últimos días y que estamos dando el mensaje probatorio y de advertencia al mundo; ¿muestra usted esto por sus obras? Dios lo está probando, y él revelará los verdaderos sentimientos de su corazón. 2TPI 602.3
El Señor le ha confiado talentos en recursos para usarlos en el progreso de su causa, para bendecir a los necesitados, y para aliviar al desamparado. Usted puede hacer mucho más bien con sus recursos que lo que puede hacer predicando mientras que retiene sus bienes. ¿Ha entregado sus talentos en bienes a los cambistas, para que cuando el Maestro venga y diga, “Da cuenta de tu mayordomía”, pueda, sin turbarse, presentarle los talentos duplicados, tanto el capital como el interés, porque no los ha acumulado, no los ha enterrado egoístamente en la tierra, sino que los ha utilizado? Revise la historia de su vida pasada. ¿A cuántos ha bendecido con sus recursos? ¿Cuántos corazones se han sentido agradecidos por sus actos liberales? Por favor lea el capítulo 58 de Isaías. ¿Ha desatado las ligaduras de impiedad? ¿Ha intentado soltar las cargas de opresión, ha dejado libres a los quebrantados, y ha roto todo yugo? ¿Ha cubierto al desnudo? 2TPI 602.4
Si usted ha sido rico en estas buenas obras, puede reclamar las promesas dadas en este capítulo: “Entonces nacerá tu luz como el alba, y tu salvación se dejará ver pronto; e irá tu justicia delante de ti, y la gloria de Jehová será tu retaguardia. Entonces invocarás y te oirá Jehová; clamarás y dirá él: Heme aquí”. “Y si dieres tu pan al hambriento, y saciares el alma afligida, en las tinieblas nacerá tu luz, y tu oscuridad será como el mediodía. Jehová te pastoreará siempre, y en las sequías saciará tu alma, y dará vigor a tus huesos; y serás como huerto de riego, y como manantial de aguas, cuyas aguas nunca faltan”. Pero ahora usted no tiene derecho a estas bendiciones prometidas. No se ha ocupado en hacer esta obra. Mire hacia atrás en su pasado y considere cuán pobre es en actos buenos, nobles y generosos. Usted ha hablado de la verdad, pero no la ha vivido. Su vida no ha sido elevada y santificada, sino que ha estado caracterizada por el egoísmo y la avaricia. Usted se ha servido a sí mismo fielmente. Es tiempo de que cambie de proceder y trabaje con diligencia para asegurarse el tesoro celestial. 2TPI 603.1
Usted ha perdido mucho que nunca podrá recuperar. No aprovechó las oportunidades para hacer el bien, y su infidelidad ha sido registrada en los libros del cielo. La vida de Cristo fue caracterizada por la abnegación, el renunciamiento y la benevolencia desinteresada. Usted no tiene una visión correcta de la preparación necesaria para el reino de Dios. Sus ideas son demasiado mezquinas. Hablar es barato, no cuesta mucho. Las obras, los frutos determinan el carácter del árbol. ¿Qué frutos ha dado usted? El apóstol Santiago exhorta a sus hermanos: “Hermanos míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle? Y si un hermano o hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día, y alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha?” Santiago 2:14-16. Sus buenos deseos, hermano mío, no satisfarán las necesidades. Las obras deben testificar de la sinceridad de su simpatía y amor. ¿Cuántas veces ha cumplido usted el ejemplo anterior al pie de la letra? 2TPI 603.2
Usted tiene muy buen concepto de sí mismo, sin embargo tiene una obra que hacer que ningún otro hombre puede hacer por usted. Debe cambiar su carácter, debe haber una transformación de su ser entero. Usted ama la verdad en palabra, pero no en obra. Ama al Señor un poco, pero ama más a sus riquezas. ¿Le diría el Maestro, si lo encontrara como se haya usted ahora: “Bien, buen siervo y fiel;... entra en el gozo de tu Señor?” ¿A qué gozo se refiere aquí? “El cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios”. Hebreos 12:2. El gozo puesto delante de Jesús fue el de ver almas redimidas por el sacrificio de su gloria, su honor, sus riquezas y su propia vida. La salvación del hombre era su gozo. Cuando todos los redimidos estén reunidos en el reino de Dios, él verá el fruto de la aflicción de su alma, y quedará satisfecho. 2TPI 604.1
Los que son colaboradores de Cristo participantes con él en su abnegación y su sacrificio, pueden ser un instrumento para traer almas a Cristo, y pueden verlas salvas, eternamente salvas, para alabar a Dios y al Cordero que las ha redimido. 2TPI 604.2
Pleasanton, Kansas,
15 de octubre 1870.