La gran apostasía
Fuí transportada al tiempo cuando los idólatras paganos perseguían cruelmente y mataban a los cristianos. La sangre corría a torrentes. Los nobles, los sabios y el pueblo común eran muertos por igual sin misericordia. Familias poseedoras de fortuna eran reducidas a la pobreza, porque no querían renunciar a su religión. No obstante la persecución y los sufrimientos que estos cristianos soportaban, no querían arriar el estandarte. Conservaban pura su religión. Vi que Satanás triunfaba y se regocijaba de que ellos sufriesen. Pero Dios miraba a sus fieles mártires con gran aprobación. Los cristianos que vivieron en aquel tiempo espantoso fueron muy amados por él, porque estaban dispuestos a sufrir por causa de él. Todo padecimiento soportado por ellos aumentaba su recompensa en el cielo.
PE 210.1
Aunque Satanás se regocijaba por los sufrimientos de los santos, no estaba satisfecho con esto. Quería dominar tanto la mente como el cuerpo. Los padecimientos que soportaban no hacían sino acercarlos más al Señor, induciéndoles a amarse unos a otros, y a tener tanto más temor de ofenderle. Satanás deseaba inducirlos a desagradar a Dios; entonces perderían su fuerza, valor y firmeza. Aunque se daba la muerte a millares, otros se levantaban para reemplazarlos. Satanás vió que estaba perdiendo sus súbditos; porque aunque sufrían persecución y muerte, quedaban asegurados para Jesucristo, para ser súbditos de su reino. Por lo tanto Satanás trazó sus planes para luchar con más éxito contra el gobierno de Dios y derribar la iglesia. Indujo a los idólatras paganos a abrazar una parte de la fe cristiana. Profesaron creer en la crucifixión y resurrección de Cristo, y se propusieron unirse con los discípulos de Jesús sin que cambiara su corazón. ¡Oh! ¡Cuán terrible fué el peligro de la iglesia! Fué un tiempo de angustia mental. Algunos pensaron que si descendían y se unían con aquellos idólatras que habían abrazado una parte de la fe cristiana, esta actitud sería el medio de obtener la conversión completa de ellos. Satanás estaba tratando de corromper las doctrinas de la Biblia.
PE 210.2
Vi que por último el estandarte fué arriado, y que los paganos se unían con los cristianos. Aunque esos adoradores de los ídolos profesaban haberse convertido, trajeron consigo su idolatría a la iglesia, y sólo cambiaron los objetos de su culto en imágenes de los santos, y aun de Cristo y de su madre María. A medida que los seguidores de Cristo se unían gradualmente con aquellos idólatras, la religión cristiana se fué corrompiendo y la iglesia perdió su pureza y su poder. Algunos se negaron a unirse con ellos; los tales conservaron su pureza y sólo adoraban a Dios. No quisieron postrarse ante imagen de cosa alguna que hubiese en los cielos o abajo en la tierra.
PE 211.1
Satanás se regocijaba por la caída de tantos; y entonces incitó a la iglesia caída a obligar a quienes querían conservar la pureza de su religión a que accediesen a sus ceremonias y al culto de las imágenes o recibiesen la muerte. Los fuegos de la persecución se encendieron nuevamente contra la verdadera iglesia de Cristo, y millones fueron muertos sin misericordia.
PE 211.2
Esto me fué presentado de la siguiente manera: Una gran compañía de idólatras paganos llevaba una bandera negra, sobre la cual se veían figuras del sol, la luna y las estrellas. Esta compañía parecía feroz y airada. Se me mostró luego otra compañía que llevaba una bandera de un blanco puro, sobre la cual estaba escrito: “Pureza y santidad a Jehová.” Sus rostros se distinguían por su firmeza y una resignación celestial. Vi a los paganos idólatras acercárseles, y hubo una gran matanza. Los cristianos desaparecieron delante de ellos; y sin embargo la compañía cristiana estrechó sus filas, y sostuvo con más firmeza la bandera. Al caer muchos, otros se reunían en derredor de la bandera y ocupaban sus lugares.
PE 211.3
Vi a la compañía de idólatras consultarse. Al no lograr que los cristianos cediesen, convinieron en otro plan. Los vi arriar su bandera y acercarse luego a aquella firme compañía de cristianos y hacerles propuestas. Al principio éstas fueron rechazadas de plano. Luego vi a la compañía cristiana consultarse. Algunos dijeron que arriarían la bandera, aceptarían las propuestas y salvarían la vida, y al fin cobrarían fuerza para enarbolar la bandera entre los paganos. No obstante, unos pocos no quisieron acceder a este plan, sino que con firmeza prefirieron morir sosteniendo la bandera antes que arriarla. Entonces vi a muchos que arriaban la bandera y se unían con los paganos; pero los que permanecían firmes la recogían y la enarbolaban. Vi que constantemente había personas que abandonaban la compañía de aquellos que llevaban la bandera pura, y se unían con los idólatras bajo la bandera negra, para perseguir a los que llevaban la blanca. Muchos eran muertos, y sin embargo la bandera blanca se mantenía en alto, y otros creyentes eran suscitados para reunirse en derredor de ella.
PE 212.1
Los judíos que primero despertaron la ira de los paganos contra Jesús no habían de escapar sin castigo. En la sala del tribunal, cuando Pilato vaciló en condenar a Jesús, los judíos enfurecidos gritaron: “Su sangre sea sobre nosotros, y sobre nuestros hijos.” El cumplimiento de esta terrible maldición que atrajeron sobre sus cabezas, lo ha experimentado la nación judía. Los paganos y los así llamados cristianos han sido igualmente sus enemigos. Aquellos que profesan ser cristianos, en su celo por Cristo, a quien los judíos crucificaron, pensaron que cuanto más los hicieran sufrir, tanto más agradarían a Dios. Por ende muchos de los judíos incrédulos fueron muertos, mientras que otros fueron expulsados de un lugar a otro y fueron castigados casi de toda manera posible.
PE 212.2
La sangre de Cristo y la de los discípulos, a quienes habían dado muerte, estaba sobre ellos, y fueron sometidos a terribles castigos. La maldición de Dios los siguió, y fueron objeto de oprobio y ridículo para los paganos y los así llamados cristianos. Fueron degradados, rehuidos y detestados, como si estuviese sobre ellos la marca de Caín. Sin embargo, vi que Dios había preservado maravillosamente a ese pueblo y lo había dispersado por el mundo a fin de que fuese reconocido como especialmente castigado por la maldición de Dios. Vi que Dios había abandonado a los judíos como nación; pero que miembros individuales de entre ellos se han de convertir todavía y ser capacitados para arrancar el velo de sus corazones y ver que la profecía relativa a ellos se ha cumplido; recibirán a Jesús como el Salvador del mundo y verán el gran pecado que cometió su nación al rechazarlo y crucificarlo.
PE 212.3
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215
PE
Primeros Escritos
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