Obreros Evangélicos

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El amor de Dios

Por medio del amor de Dios los tesoros de la gracia de Cristo han sido ofrecidos a la iglesia y al mundo. “De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.”1 ¡Qué amor maravilloso, insondable, el que indujo a Cristo a morir por nosotros cuando éramos todavía pecadores! ¡Y qué pérdida sufre el alma que, comprendiendo las fuertes exigencias de la ley, deja de reconocer que donde abunda el pecado, sobreabunda la gracia de Cristo! OE 165.1

Cuando es presentada de la debida manera, la ley revela el amor de Dios. Pero no es extraño que los corazones no se enternezcan por la verdad cuando ella es presentada de una manera fría y sin vida; no es extraño que la fe vacile ante las promesas de Dios, cuando los predicadores y los obreros dejan de presentar a Jesús en su relación con la ley. OE 165.2

Algunos de los que trabajan en la causa de Dios han estado demasiado listos para lanzar denuncias contra el pecador; y el amor del Padre al dar a su Hijo para que muriese por la especie humana, ha sido mantenido en la sombra. Que aquel que enseña la verdad dé a conocer al pecador lo que Dios es en realidad,—un Padre que aguarda con anhelante amor para recibir al pródigo que vuelve, sin dirigirle acusaciones de ira, sino preparándole un festín de bienvenida para celebrar su regreso. ¡Ojalá aprendiésemos todos a ganar almas de la misma manera en que lo hacía el Señor! OE 165.3

Dios quiere apartar las mentes de la convicción lógica para atraerlas a una convicción más profunda, elevada, pura y gloriosa. Muchas veces, la lógica humana casi apagó la luz cuyos claros rayos Dios quería hacer resplandecer para convencer a los hombres de que el Señor de la naturaleza es digno de toda alabanza y gloria, porque es Creador de todas las cosas. OE 166.1

Algunos predicadores yerran al construir sus sermones enteramente con argumentos. Hay quienes oyen la teoría de la verdad, y se sienten impresionados por las pruebas presentadas; entonces, si Cristo es presentado como Salvador del mundo, la semilla sembrada brotará y dará fruto para gloria de Dios. Pero a menudo la cruz del Calvario no es presentada a la gente. Puede ser que algunos estén escuchando el último sermón de su vida, y la áurea oportunidad sea perdida para siempre. Si Cristo y su amor redentor hubiesen sido proclamados en conexión con la teoría de la verdad, dichas personas podrían haber sido ganadas para él. OE 166.2