Obreros Evangélicos

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Los predicadores han de dar un ejemplo digno

Los predicadores deben dar a los jóvenes un ejemplo digno, que corresponda a su santa vocación. Deben ayudar a los jóvenes a ser francos, aunque modestos y dignos en todo su trato. Día tras día siembran semillas que brotarán y llevarán fruto. Han de poner a un lado toda grosería, toda trivialidad, recordando siempre que son educadores; que, quiéranlo o no, sus palabras y hechos son para aquellos con quienes estén en contacto un sabor de vida o de muerte. OE 132.2

Lo que se necesita es disciplina de espíritu, pureza de corazón y pensamiento. La pureza moral depende del pensar y obrar de la manera debida. Los malos pensamientos destruyen el alma, mientras que el debido dominio de ellos prepara la mente para trabajar armoniosamente para el Maestro. Todo pensamiento debe ser puesto cautivo en obediencia a Cristo. OE 133.1

Los que enseñan la verdad deben ser hombres prudentes, muy cuidadosos en cuanto a sus palabras y acciones. Deben ser hombres que den alimento en sazón al rebaño de Dios; hombres que no presten el menor apoyo a las bajas normas de vida; hombres que tengan aquella fe que obra por amor, y purifica el alma de todo pensamiento y deseo carnales. Los obreros que tengan este carácter no se envilecerán en lo terreno; no estarán sujetos en servidumbre a seres humanos o a las tentaciones de Satanás. Se portarán como hombres, y serán fuertes. Volverán el rostro hacia el Sol de justicia, elevándose por encima de todas las cosas bajas a una atmósfera libre de contaminación espiritual y moral. OE 133.2

El que vive conforme a los principios de la religión bíblica, no será hallado débil en poder moral. Bajo la influencia ennoblecedora del Espíritu Santo, los gustos e inclinaciones se volverán puros y santos. Nada se posesiona tan fuertemente de los afectos, nada penetra tan hondamente en los motivos más profundos de la acción, nada ejerce tan potente influencia sobre la vida, ni da tan grande firmeza y estabilidad al carácter como la religión de Cristo. Impulsa a su seguidor siempre hacia arriba, inspirándole nobles propósitos, enseñándole dignidad de porte e impartiendo conveniente dignidad a toda acción. OE 133.3

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¿Por qué medios reprimirá el joven sus malas inclinaciones y desarrollará lo noble y bueno de su carácter? Preste oídos a las palabras: “Si pues coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo a gloria de Dios.”5 Este es un principio que debe llegar a ser la base de todo motivo, pensamiento y acto. Las pasiones pecaminosas deben ser crucificadas. Clamarán por ser satisfechas, pero Dios implantó en el corazón propósitos elevados y santos, y éstos no deben ser degradados. Es únicamente cuando nos negamos a someternos al dominio de la razón y de la conciencia cuando somos arrastrados hacia abajo. Pablo declaró: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.”6 OE 134.1