Obreros Evangélicos

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Facilidades de preparación

Debe haber visible adelantamiento en el asunto de la obra especial de preparación. En todas nuestras asociaciones deben hacerse planes bien organizados para la instrucción y adiestramiento de aquellos que deseen entregarse a la obra de Dios. Nuestras misiones en las ciudades ofrecen oportunidades favorables de educación en la labor misionera; pero éstas no bastan. Deben proporcionarse, en relación con nuestras escuelas, las mejores facilidades posibles para la preparación de obreros tanto para los campos propios como para los extranjeros. Debe haber también en las mayores de nuestras iglesias clases especiales para jóvenes de ambos sexos, a fin de prepararlos para ser obreros de Dios. Y nuestros predicadores deben dar mucha atención al asunto de ayudar y educar a los obreros jóvenes. OE 78.3

Cuando se hace un esfuerzo por introducir la verdad en un lugar importante, nuestros predicadores deben prestar atención especial a la instrucción y preparación de aquellos que han de cooperar con ellos. Se necesitan colportores, y personas aptas para dirigir estudios bíblicos en las familias, para que mientras los predicadores trabajan en palabra y doctrina, aquéllos también atraigan personas a la verdad. OE 79.1

Los predicadores nuestros que han ido a importantes lugares para celebrar reuniones en grandes tiendas de campaña, han cometido a menudo un grave error al dedicar todo su tiempo a dar sermones. Debiera haber menos predicación y más enseñanza,—enseñanza a la gente, y también a los jóvenes acerca de cómo trabajar con éxito. Los predicadores deben hacerse eficientes para enseñar a otros a estudiar la Biblia, y para preparar las mentes y modales de aquellos que quieren ser obreros en la causa de Dios. Y deben estar listos para aconsejar e instruir a los conversos nuevos que demuestren tener capacidad para trabajar por el Maestro.... OE 79.2

Todos los que quieran ser obreros eficientes deben dedicar mucho tiempo a la oración. La comunicación entre Dios y el alma debe mantenerse abierta, a fin de que los obreros puedan reconocer la voz de su Capitán. Deben estudiar diligentemente la Biblia. La verdad de Dios, como el oro, no está siempre directamente en la superficie; se la puede hallar únicamente por ferviente meditación y estudio. Este estudio no sólo ayudará a almacenar en la mente el conocimiento más valioso, sino que fortalecerá y ampliará las facultades mentales, e inculcará una verdadera estimación de las cosas eternas. Penetren los preceptos divinos en la vida diaria; amóldese la vida de acuerdo con la gran norma divina de justicia, y todo el carácter quedará fortalecido y ennoblecido. OE 79.3

El que está tratando de obtener calificaciones para ocuparse en la sagrada obra de Dios debe cuidar de no colocarse en el terreno del enemigo. Más bien, debe elegir la sociedad de aquellos que le ayudarán a obtener conocimiento divino. Dios permitió que Juan, el discípulo amado, fuese desterrado a Patmos, donde estuvo separado del bullicio y disensión del mundo, apartado de toda influencia externa, y aun de la obra que él amaba. Entonces pudo el Señor comulgar con él, y revelarle las escenas finales de la historia de este mundo. Juan el Bautista se estableció en el desierto, para recibir allí de Dios el mensaje que había de proclamar,—un mensaje que había de preparar el camino de Aquel que vendría. OE 80.1

En cuanto podamos, debemos rehuír toda influencia que pueda tender a distraer la mente de la obra de Dios. Y especialmente los que son jóvenes en la fe y experiencia deben cuidar de no exponerse, confiados en sí mismos, a la tentación. OE 80.2

Aquellos que quieran emprender debidamente la obra, sentirán la necesidad de que Jesús esté con ellos a cada paso, y considerarán la cultura de la mente y de los modales como un deber para consigo mismos y requerido por Dios,—un deber que es esencial para el éxito de la obra. OE 80.3