Obreros Evangélicos

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La economía en la obra misionera

Los que trabajan para Dios deben hacerlo con inteligencia, economía y humildad. Hay quienes emprenden demasiado, y por ello hacen poco. Nuestros esfuerzos deben ser más concentrados. Cada golpe debe tener efecto. La mente debe ser activa para discernir los mejores modos y medios de alcanzar a la gente que nos rodea. Al esforzarnos por hacer la obra a cierta distancia de nosotros, con frecuencia dejamos pasar las oportunidades que están a nuestro alcance. Así se pierden recursos y tiempo en ambos lugares. OE 473.1

Nuestros obreros misioneros deben aprender a ahorrar. El mayor depósito, aunque alimentado por fuentes abundantes y vivas, dejará de proveer la demanda si hay grietas que lo agoten. No debe dejarse a un solo hombre la tarea de decidir si cierto campo es digno de grandes esfuerzos. Los obreros de un campo que ordenan la obra de manera que ocasione ingentes gastos, están impidiendo que se entre en otros campos importantes—campos que tal vez serían más dignos del desembolso. OE 473.2

Nuestros hermanos más jóvenes deben conformarse con trabajar entre la gente de una manera lenta y segura, bajo los consejos de los que han adquirido más experiencia. Muchos tienen miras demasiado elevadas. Una manera más humilde de trabajar daría buenos resultados. Es animador ver a los jóvenes entrar en el campo misionero, dedicando todo su ardor y celo a la obra; pero no debe dejárselos que se dirijan a si mismos, y recarguen de deudas la causa de Dios. Todos deben procurar, por dirección prudente y labor fervorosa, obtener lo suficiente para pagar sus gastos. Han de trabajar para que la causa pueda sostenerse a sí misma, y deben enseñar a la gente a fiar en sí misma. OE 473.3

Nuestros ministros no deben sentirse autorizados para pagar grandes sumas en concepto de alquiler de salones en que celebrar reuniones cuando no sientan la carga de seguir manteniendo el interés mediante la obra personal. Los resultados son demasiado inciertos para justificar tan precipitado gasto de recursos. Si se ofrecen capillas y salones a algunos de nuestros obreros, y hay quienes manifiestan el deseo de oír, ellos deben aprovechar la oportunidad y hacer lo mejor que puedan; pero no es prudente que un hombre solo emprenda el trabajo como si tuviese algún gran talento, como si fuese un Moody o un Sankey, y gaste pródigamente los recursos. OE 474.1

Al mandar misioneros a los países extranjeros, debemos elegir a los que saben ahorrar, que no tienen familias numerosas, y que, comprendiendo lo corto que es el tiempo y cuán grande es la obra que se ha de hacer, se mantendrán tan libres como puedan de cuanto distraería su mente de la única obra grande. La esposa, si es consagrada, y tiene libertad para ello, puede, colocándose al lado de su esposo, hacer tanto como él. Queremos misioneros que lo sean en el sentido más completo de la palabra, que pongan a un lado las consideraciones egoístas, y den el primer lugar a la causa de Dios; y que, trabajando sinceramente para gloria suya, se mantengan como soldados de emergencia, listos para ir donde él ordene, y para trabajar en cualquier puesto para difundir el conocimiento de la verdad. En la obra, en el campo misionero, se necesitan hombres cuyas esposas amen y teman a Dios y puedan ayudarles en la obra de dar el mensaje a un mundo perdido. OE 474.2

Nuestros obreros deben aprender a practicar la economía, no sólo en sus esfuerzos para hacer progresar la causa de la verdad, sino en sus gastos domésticos. Deben poner sus familias donde puedan ser atendidas con el menor gasto posible. Nuestra obra no recibe donaciones y legados como otras denominaciones; y los que no han aprendido a vivir dentro de sus recursos, tendrán que hacerlo o buscarse otro empleo. Los hábitos de complacencia propia, o la falta de tacto y habilidad de parte de la esposa y madre, pueden constituir un drenaje constante para la tesorería; y sin embargo, tal vez piense esta madre que está haciendo lo mejor que puede, porque nunca se le enseñó a restringir sus necesidades y las de sus hijos, y nunca adquirió habilidad y tacto en los asuntos de la familia. Por esto puede ser que una familia necesite para su sostén dos veces más que otra igualmente numerosa. OE 475.1

Todos deben aprender a llevar cuentas. Algunos descuidan este trabajo como si no fuese esencial; pero esto es erróneo. Todos los gastos deben anotarse con exactitud. Esto es algo que muchos de nuestros obreros tendrán que aprender. OE 475.2

Al Señor no le agrada la actual falta de orden y exactitud entre los que manejan negocios relacionados con su obra. Aun en las reuniones de negocios de la asociación, podría ahorrarse mucho tiempo y evitarse muchos errores, con un poco más de estudio y puntualidad. Todo lo que tenga alguna relación con la obra de Dios debe ser tan perfecto como puedan hacerlo las manos y los cerebros humanos encargados de ello. OE 475.3

Como colaboradores de Dios, debéis acercaros unos a otros. Deben darse lecciones de amor, confianza y respeto mutuo tanto desde el púlpito como fuera de él. Debéis vivir lo que enseñáis. Recordad que los nuevos conversos os consideran como ejemplo suyo. OE 476.1

Algunos de aquellos por quienes trabajáis querrán que la obra se haga según su parecer, pensando que es el mejor; pero si tenéis el espíritu y la mansedumbre de Cristo, si manifestáis respeto y amor mutuos, Dios os habilitará para ejecutar la obra a su agrado. Trabajad por vuestras propias almas hasta subyugar el yo; hasta que Cristo reconozca su imagen en vosotros. Esta será la lección más impresionante que podáis dar a aquellos a quienes eduquéis. OE 476.2

Especialmente en los campos extranjeros, la obra no se puede hacer excepto de acuerdo con planes bien considerados. Aunque debéis procurar trabajar en armonía con las instrucciones de los que dirigen la obra, se presentarán muchas circunstancias imprevistas para las cuales ellos no pudieron hacer provisión. Los que están en el campo de batalla deben aventurar algo, correr algunos riesgos. Habrá crisis en las cuales será necesario obrar prontamente. OE 476.3

Cuando se fundan misiones en países extranjeros, es especialmente importante que la obra se empiece correctamente. Los obreros deben tener cuidado de no restringirla por planes estrechos. Aunque el estado de la tesorería exija que se practique economía, existe el peligro de practicar una economía que resulte en pérdida más bien que en ganancia. Tal ha sido en realidad el caso en algunas de nuestras misiones, donde los obreros dedicaron todas sus energías casi completamente a trazar planes para ver cómo trabajar de la manera menos costosa posible. Dirigiendo de una manera diferente, se habría hecho mucho más; y en conjunto se habrían sacado menos recursos de la tesorería. OE 476.4

En los campos nuevos, nuestro desarrollo ha sido lento, porque las verdades especiales que presentamos no son populares en el mundo. La observancia del sábado como día de reposo es una cruz pesada para todo aquel que acepta la verdad. Muchos de los que pueden ver que nuestras doctrinas están sostenidas por las Escrituras, rehuyen aceptarlas, porque no desean ser singulares, o porque la obediencia a la verdad los privaría de su modo de ganarse la vida. En vista de estas cosas, se necesita mucha sabiduría al idear el modo de presentar la verdad a la gente. OE 477.1

En algunos lugares, la obra debe empezar de una manera humilde y adelantar lentamente. Es todo lo que los obreros pueden hacer. Pero en muchos casos, se podría hacer desde el principio un esfuerzo más amplio y decidido, y se obtendrían buenos resultados. La obra en Inglaterra podría estar ahora mucho más adelantada si nuestros hermanos, en los comienzos de la obra allí, no hubiesen tratado de trabajar a tan poco costo. Si hubiesen alquilado buenos salones, y ejecutado la obra como quienes poseían grandes verdades, que iban seguramente a triunfar, habrían tenido mayor éxito. Dios quiere que la obra empiece de tal manera que las primeras impresiones hechas sean, hasta el lugar donde alcancen, las mejores que pudieran hacerse. OE 477.2

Tened cuidado de conservar el carácter elevado de la obra misionera. Pregúntense constantemente todos los que están relacionados con nuestras misiones, tanto hombres como mujeres: “¿Qué soy yo, y qué debiera ser y hacer?” Recuerden todos que no pueden dar a otros lo que ellos mismos no poseen; por lo tanto no deben contentarse con sus modos y hábitos naturales, sin tratar de hacer ningún cambio para mejorar. Pablo dice: “Prosigo al blanco.”1 Debe haber una reforma constante, progreso incesante, si queremos perfeccionar un carácter simétrico. OE 477.3

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El Señor necesita hombres que vean la grandeza de la obra, y entiendan los principios que se han entretejido con ella desde su nacimiento. El no quiere que penetre un orden de cosas mundanal para ajustar la obra a planes enteramente diferentes de los que él señaló para su pueblo. La obra debe llevar el carácter de su Originador.—Testimonies for the Church 7:209. OE 478.1

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Al establecer la obra en lugares nuevos, ahorremos de toda manera posible. Juntemos los fragmentos; no se pierda nada. La obra de salvar almas debe llevarse a cabo de la manera que Cristo señaló. El declaró: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame.”2 Es únicamente obedeciendo esta orden como podemos ser discípulos suyos. Nos estamos acercando al fin de la historia de este mundo, y los diferentes ramos de la obra de Dios deben ser llevados adelante con sacrificio mucho mayor del que se ha manifestado hasta ahora.—Testimonies for the Church 7:239, 240. OE 478.2