Obreros Evangélicos

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Momento de confianza y privilegio

El tiempo presente es un momento de solemne privilegio y sagrada confianza. Si los siervos de Dios cumplen fielmente el cometido a ellos confiado, grande será su recompensa cuando el Maestro diga: “Da cuenta de tu mayordomía.”2 La ferviente labor, el trabajo abnegado, el esfuerzo paciente y perseverante, serán recompensados abundantemente. Jesús dirá: Ya no os llamo siervos, sino amigos.3 El Maestro no concede su aprobación por la magnitud de la obra hecha, sino por la fidelidad manifestada en todo lo que se ha hecho. No son los resultados que alcanzamos, sino los motivos por los cuales obramos, lo que más importa a Dios. El aprecia sobre todo la bondad y la fidelidad. OE 282.1

Ruego a los heraldos del Evangelio de Cristo que no se desanimen nunca, que nunca consideren al pecador más empedernido como fuera del alcance de la gracia de Dios. Uno que a nuestro parecer sea un caso desesperado puede aceptar la verdad por amor a ella. Aquel que torna los corazones de los hombres como se desvían las aguas, puede atraer a Cristo al alma más egoísta y empedernida en el pecado. ¿Hay algo demasiado difícil para Dios? “Mi palabra—declaró él—que sale de mi boca: no volverá a mí vacía, antes hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié.”4 OE 282.2

Aquellos que se esfuerzan por edificar la obra en territorios nuevos se encontrarán a menudo necesitados de mejores facilidades. Su trabajo parecerá impedido por falta de esas facilidades; pero no pierdan la fe ni el valor. A menudo están obligados a ir hasta el límite de sus recursos. A veces, puede parecer que no les es posible adelantar más. Pero si oran y trabajan con fe, Dios contestará sus peticiones, y les mandará recursos para el adelantamiento de la obra. Se presentarán dificultades; se preguntarán cómo van a poder hacer lo que se ha de hacer. A veces el futuro parecerá muy sombrío. Pero presenten los obreros a Dios las promesas que les dió, y denle las gracias por lo que hizo por ellos. Entonces se abrirá el camino delante de ellos, y serán fortalecidos para el deber de la hora. OE 282.3

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Pocos comprenden el significado de estas palabras de Lucas, referentes al encuentro de Pablo con los hermanos: “Dió gracias a Dios y tomó aliento.”5 En medio de la llorosa y simpatizante compañía de creyentes, que no se avergonzaban de sus cadenas, el apóstol alabó a Dios en alta voz. Se disipó la nube de tristeza que había pesado sobre su espíritu. Su vida cristiana había sido una sucesión de pruebas, sufrimientos y chascos, pero en esta hora se sentía abundantemente recompensado. Con paso más firme y corazón gozoso continuó su camino. No se quejaría del pasado, ni tampoco temería el futuro. Sabía que cadenas y aflicciones lo esperaban, pero también que debía rescatar almas de un cautiverio infinitamente más terrible, y se regocijó en sus sufrimientos por causa de Cristo.—Los Hechos de los Apóstoles, 358, 359. OE 283.1