Mente, Cáracter y Personalidad 1

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Sección 7—La adolescencia y la juventud

Capítulo 31—Problemas de los jóvenes

Los jóvenes son receptivos y tienen esperanzas—El Señor pide que jóvenes y señoritas entren en su servicio. Los jóvenes son receptivos, fuertes, ardientes y esperanzados. Una vez que hayan gustado la bendición del sacrificio propio, no estarán satisfechos a menos que estén aprendiendo constantemente del gran Maestro. El Señor abrirá caminos ante los que quieran responder a su llamado.—ECR 457 (1900). 1MCP89 287.1

Los jóvenes deben elegir el destino de su vida—Cada joven determina la historia de su vida por los pensamientos y sentimientos acariciados en sus primeros años. Los hábitos correctos, virtuosos y viriles, formados en la juventud, se convertirán en parte del carácter y, por regla general, señalarán el curso del individuo por toda la vida. Los jóvenes pueden convertirse en depravados o virtuosos a elección propia. Tanto pueden llegar a distinguirse por hechos dignos y nobles como por grandes crímenes y maldad.—The Signs of the Times, 11 de octubre de 1910; Conducción del Niño, 181. 1MCP89 287.2

La enseñanza que produce debilidad mental y moral—En el caso de que no se les enseñe a los jóvenes a pensar debidamente y actuar por su cuenta, en la medida en que lo permita su capacidad e inclinación mental, a fin de que por este medio pueda desarrollarse su pensamiento, su sentido de respeto propio, y su confianza en su propia capacidad de obrar, el adiestramiento severo producirá siempre una clase de seres débiles en fuerza mental y moral. Y cuando se hallen en el mundo para actuar por su cuenta, revelarán el hecho de que fueron adiestrados como los animales, y no educados. Su voluntad, en vez de ser guiada, fue forzada a someterse por la dura disciplina de padres y maestros.—Joyas de los Testimonios 1:316 (1872). 1MCP89 287.3

Debe educarse la mente para que gobierne la vida—Los niños tienen una voluntad inteligente, que debe ser dirigida para que controle todas sus facultades. Los animales necesitan ser adiestrados, porque no tienen razón de intelecto. Pero a la mente humana se le debe enseñar el dominio propio. Debe educársela para que rija al ser humano, mientras que los animales son controlados por un amo, y se les enseña a someterse a él. El amo es mente, juicio y voluntad para la bestia. Un niño puede educarse de tal manera que no tenga voluntad propia, como el animal. Aun su individualidad puede fundirse con la de aquel que dirige su adiestramiento; para todos los fines y propósitos, su voluntad está sometida a la voluntad del maestro. 1MCP89 288.1

Los niños así educados serán siempre deficientes en energía moral y responsabilidad individual. No se les ha enseñado a obrar y por la razón y los buenos principios; sus voluntades han sido controladas por otros y su mente no ha sido despertada para que se expanda y fortalezca por el ejercicio. Sus temperamentos peculiares y capacidades mentales, no han sido dirigidos ni disciplinados para ejercer facultades más poderosas cuando lo necesiten. Los maestros no deben detenerse allí, sino que deben dar atención especial al cultivo de las facultades más débiles, a fin de que se cumplan todos los deberes, y se las desarrolle de un grado de fuerza a otro a fin de que la mente alcance las debidas proporciones.—Joyas de los Testimonios 1:315 (1872). 1MCP89 288.2

Muchos son incapaces de pensar por sí mismos—En muchas familias, los niños parecen bien educados, mientras están bajo la disciplina y el adiestramiento; pero cuando el sistema que los sujetó a reglas fijas se quebranta, parecen incapaces de pensar, actuar y decidir por su cuenta. Estos niños han estado durante tanto tiempo bajo una regla férrea sin que se les permitiera pensar o actuar por su cuenta en lo que les correspondía, que no tienen confianza en sí mismos para obrar de acuerdo con su propio juicio u opinión. 1MCP89 289.1

Y cuando se apartan de sus padres para actuar por su cuenta, el juicio ajeno los conduce en dirección equivocada. No tienen estabilidad de carácter. No se les ha hecho depender de su propio juicio a medida que era posible, y por lo tanto su mente no se ha desarrollado ni fortalecido debidamente. Han estado durante tanto tiempo absolutamente controlados por sus padres, que fían completamente en ellos; sus padres son para ellos mente y juicio.—Joyas de los Testimonios 1:315, 316 (1872). 1MCP89 289.2

Los resultados del control mediante la fuerza o el temor—Aquellos padres y maestros que se jactan de ejercer el dominio completo de la mente y la voluntad de los niños que están bajo su cuidado, dejarían de jactarse si pudiesen ver la vida futura de los niños así dominados por la fuerza o el temor. Carecen casi completamente de preparación para compartir las severas responsabilidades de la vida. Cuando estos jóvenes ya no estén bajo el cuidado de sus padres y maestros, y estén obligados a pensar y actuar por su cuenta, es casi seguro que seguirán una conducta errónea y cederán al poder de la tentación. No tienen éxito en esta vida; y se advierten las mismas deficiencias en su vida religiosa.—Joyas de los Testimonios 1:316, 317 (1872). 1MCP89 289.3

La disciplina que estimula y fortalece—Después de la disciplina del hogar y la escuela, todos tienen que hacer frente a la severa disciplina de la vida. La forma de hacerlo sabiamente constituye una lección que debería explicarse a todo niño y joven. Es cierto que Dios nos ama, que obra para nuestra felicidad y que si siempre se hubiese obedecido su ley nunca habríamos conocido el sufrimiento; y no menos cierto es que, en este mundo, toda vida tiene que sobrellevar sufrimientos, penas y preocupaciones como resultado del pecado. Podemos hacer a los niños y jóvenes un bien duradero si les enseñamos a afrontar valerosamente esas penas y preocupaciones. Aunque les debemos manifestar simpatía, jamás debería ser de tal suerte que los induzca a compadecerse de sí mismos. Por el contrario, necesitan algo que estimule y fortalezca, y no que debilite.—La Educación, 295 (1903). 1MCP89 289.4

La reacción a las reglas rigurosas—No introduzca ni una sola partícula de aspereza en su disciplina. No establezca prohibiciones rígidas para los jóvenes. Son estas reglas y prohibiciones rigurosas las que a veces los llevan a sentir que deben hacer las cosas que precisamente se les indica que no deben hacer y las harán. Cuando advierta o reprenda a los jóvenes, hágalo como quien tiene un interés especial en ellos. Que ellos vean que usted tiene un deseo ferviente de que logren un buen registro en los libros del cielo.—Medical Ministry, 180 (1902). 1MCP89 290.1

Es difícil para los jóvenes llevar cargas—Los jóvenes pueden ejercer una poderosa influencia si renuncian a su orgullo y egoísmo y se dedican a Dios; pero en general no quieren llevar cargas por otros. Ellos mismos deben ser llevados por otros. Ha llegado el tiempo en que Dios demanda un cambio en este aspecto. El llama a jóvenes y adultos a ser celosos y a arrepentirse. Si continúan en el estado de tibieza, los vomitará de su boca. Dice el Testigo fiel: “Yo conozco tus obras”. Joven, señorita, tus obras son conocidas, sean buenas o malas. ¿Eres rico en buenas obras? Jesús se acerca a ti como un consejero: “Yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas”. Apocalipsis 3:18.—Testimonies for the Church 1:485 (1867). 1MCP89 290.2

Los pensamientos llegan a ser hábitos—Debemos sentir siempre el poder ennoblecedor de los pensamientos puros. La única seguridad para el alma consiste en pensar bien, pues acerca del hombre se nos dice: “Cual es su pensamiento en su alma, tal es él”. Proverbios 23:7. El poder del dominio propio se acrecienta con el ejercicio. Lo que al principio parece difícil, se vuelve fácil con la práctica, hasta que los buenos pensamientos y acciones llegan a ser habituales. Si queremos, podemos apartarnos de todo lo vulgar y degradante y elevarnos hasta un alto nivel, donde gozaremos del respeto de los hombres y del amor de Dios.—El Ministerio de Curación, 392 (1905). 1MCP89 291.1

Ejemplos tristes de la historia—El carácter de Napoleón Bonaparte recibió una gran influencia por su educación infantil. Algunos instructores desacertados inspiraron en él el amor a la conquista formando ejércitos simulados de los cuales él era el comandante. Así se estableció el fundamento de su carrera de lucha y efusión de sangre. Si el mismo cuidado y esfuerzo se hubieran empleado para hacer de él un buen hombre, infundiendo en su joven corazón el espíritu del Evangelio, cuán ampliamente diferente habría sido su historia. 1MCP89 291.2

Se dice que el escéptico Hume fue un concienzudo creyente de la Palabra de Dios en sus primeros años. Pertenecía a una sociedad de debates, y allí se lo nombró para que presentara argumentos a favor de la incredulidad. Estudió con fervor y perseverancia, y su aguda y activa mente quedó impregnada con la sofistería del escepticismo. Antes de mucho, llegó al punto de creer sus enseñanzas engañosas, y toda su vida posterior llevó el oscuro sello de la incredulidad.—The Signs of the Times, 11 de octubre de 1910; Conducción del Niño, 180, 181. 1MCP89 291.3

La influencia de la lectura.1—Muchos jóvenes anhelan tener libros. Leen cualquier cosa que pueden obtener. Apelo a los padres de los tales niños para que controlen su deseo de lectura. No permitan que sobre sus mesas haya revistas y diarios que contengan historias de amor. Deben reemplazarlas con libros que ayuden a los jóvenes a incluir en el edificio de su carácter el mejor material: el amor y el temor de Dios, el conocimiento de Cristo. Estimulad a vuestros hijos a almacenar valiosos conocimientos en la mente, a que lo bueno ocupe su alma, controle sus facultades, no dejando lugar para pensamientos bajos y degradantes. Reprimid el deseo de leer cosas que no proporcionan buen alimento a la mente. El dinero gastado en revistas de cuentos puede parecer poco, pero es demasiado para lo que ofrece tantas cosas que extravían y da tan poco bien en recompensa. Los que están en el servicio de Dios no deben gastar tiempo ni dinero en lecturas sin provecho.—Consejos para los Maestros Padres y Alumnos, 126; 102, 103 (1913). 1MCP89 292.1

La mente se iguala a las cosas que contempla—El entendimiento se iguala a las cosas con las cuales se familiariza. Si todos hicieran de la Biblia2 su estudio, veríamos a las personas más desarrolladas, capaces de pensar con mayor profundidad, y que mostrarían un mayor grado de inteligencia que la que les podría proporcionar meramente el estudio más esforzado de las ciencias y las historias del mundo. La Biblia da al investigador sincero una disciplina mental avanzada, y sale de la contemplación de las cosas divinas con sus facultades enriquecidas; el yo es humillado, mientras Dios y su verdad revelada son exaltados.—The Review and Herald, 21 de agosto de 1888; Fundamentals of Christian Education, 130. 1MCP89 292.2

El valor de la experiencia religiosa personal—Dios debería ser el objeto más elevado de nuestros pensamientos. Meditar en El y conversar con El eleva el alma y aviva los afectos. El descuido de la meditación y la oración resultará seguramente en la declinación de los intereses religiosos. Entonces se verán el descuido y la pereza. 1MCP89 293.1

La religión no es meramente una emoción, un sentimiento. Es un principio que está entretejido con todos los deberes y actividades de la vida diaria. No se considerará nada ni se emprenderá cosa alguna que impida que este principio nos acompañe. Para retener la religión pura y sin mancha, es necesario ser obreros que perseveren en sus esfuerzos. 1MCP89 293.2

Tenemos que hacer algo por nosotros mismos. Ningún otro puede hacer nuestro trabajo. Nadie sino nosotros mismos puede obrar su salvación con temor y temblor. Este es precisamente el trabajo que el Señor nos ha dejado para hacer.—Testimonies for the Church 2:505, 506 (1870). 1MCP89 293.3

Los jóvenes necesitan la disciplina del trabajo—Y ahora, como en los tiempos de Israel, cada joven debe recibir instrucción sobre los deberes de la vida práctica. Cada uno debe adquirir el conocimiento de algún ramo del trabajo manual, por el cual, en caso de necesidad, podrá ganarse la vida. Esto es indispensable, no sólo como protección contra las vicisitudes de la vida, sino también a causa de la influencia que ejercerá en el desarrollo físico, mental y moral. Aunque hubiese seguridad de que uno no habría de depender del trabajo manual para mantenerse, debiera sin embargo aprender a trabajar. Sin ejercicio físico nadie puede tener una constitución sana ni una salud vigorosa, y la disciplina del trabajo bien regulado no es menos esencial para desarrollar una inteligencia fuerte y activa y un carácter noble.—Historia de los Patriarcas y Profetas, 650, 651 (1890). 1MCP89 293.4

El ocio es pecado—La idea de que la ignorancia de un trabajo útil es una característica esencial de un verdadero caballero o una verdadera dama es contraria al propósito de Dios en la creación del hombre. El ocio es un pecado, y la ignorancia de los deberes comunes de la vida es el resultado de la insensatez, que la vida posterior dará abundantes ocasiones de lamentar.—The Signs of the Times, 29 de junio de 1882; Fundamentals of Christian Education, 75. 1MCP89 293.5

No debe descuidarse la educación en los deberes domésticos—En la infancia y la juventud, deben combinarse la educación práctica y la literaria. Se debe enseñar a los niños a tomar parte en los deberes domésticos. Debe instruírseles acerca de cómo ayudar a sus padres en las cosas pequeñas que pueden hacer. Su mente debe aprender a pensar, y deben ejercitar su memoria para recordar el trabajo que se les haya asignado; y al adquirir hábitos que los hagan útiles en el hogar, se están educando en los deberes prácticos apropiados a su edad. 1MCP89 294.1

Si a los niños se les imparte la debida preparación en el hogar, no se les encontrará en las calles asimilando la educación azarosa que muchos reciben. Los padres que aman a sus hijos de una manera sensata, no les permitirán desarrollarse con hábitos de pereza y en la ignorancia de cómo se realizan los deberes domésticos.—Consejos para los Maestros Padres y Alumnos, 141; 115 (1913). 1MCP89 294.2

Lo que cada mujer debería saber—Muchas damas, tenidas por muy educadas, que se graduaron con honores de alguna institución de enseñanza, son vergonzosamente ignorantes de los deberes prácticos de la vida. Están desprovistas de las cualidades necesarias para el manejo adecuado de la familia, esencial para su felicidad. Pueden hablar de la elevada esfera de la mujer y de sus derechos, y sin embargo ellas mismas quedan muy por debajo de la verdadera esfera de la mujer. 1MCP89 294.3

Toda hija de Eva tiene el derecho de poseer un completo conocimiento de los deberes domésticos, de recibir educación en cada departamento del trabajo del hogar. Cada señorita debería ser educada de modo tal que, si fuera llamada a ser esposa y madre, pudiera gobernar su dominio como una reina. Debería ser plenamente competente para guiar e instruir a sus hijos... 1MCP89 294.4

Tiene el derecho y privilegio de comprender el mecanismo del cuerpo humano y los principios de la higiene, los temas de la dieta y del vestido, al trabajo y de la recreación, e innumerables otros temas que conciernen íntimamente al bienestar de su familia. Tiene el derecho de obtener el conocimiento de los mejores métodos para tratar las enfermedades que pueda cuidar de sus niños en la postración, en lugar de dejar a sus preciosos tesoros en las manos de enfermeras y médicos extraños.—The Signs of the Times, 29 de junio de 1882; Fundamentals of Christian Education, 75. 1MCP89 295.1

Cuando las mujeres dejaron de ejercitar la mente—Las mujeres que profesan piedad generalmente dejan de adiestrar la mente. La dejan sin control, para que vaya donde ella quiera. Esto es un gran error. Muchas no parecen tener poder mental. No han educado su mente para pensar; y porque no lo han hecho, suponen que no pueden hacerlo. Se necesitan la meditación y la oración para crecer en la gracia. 1MCP89 295.2

No hay mayor estabilidad entre las mujeres porque hay muy poco cultivo de la mente, muy poca reflexión. Dejan la mente en un estado de inactividad y se apoyan en otros para la tarea del cerebro, para hacer planes, para pensar y recordar por ellas, y de esa manera se vuelven cada más ineficientes. Algunas necesitan disciplinar la mente por el ejercicio. Deberían obligarse a pensar. Mientras dependen de otros para que piensen por ellas, para que les resuelvan sus dificultades y rehúsan cargar su mente con pensamientos, continuará su incapacidad de recordar, de mirar hacia adelante y de discernir. Cada persona debe hacer esfuerzos para educar su mente.—Testimonies for the Church 2:187, 188 (1868). 1MCP89 295.3

La forma de vestir de una mujer es un indicador de su mente—La ropa es un indicador de la mente y del corazón. Lo que se pone exteriormente es un signo de lo que hay interiormente. No se requiere capacidad intelectual ni una mente cultivada para vestirse en forma exagerada. El mismo hecho de que la mujer puede poner sobre su cuerpo tal cantidad de artículos de vestir innecesarios muestra que no pueden tener tiempo para cultivar su intelecto y almacenar en su mente conocimientos útiles.—Manuscrito 76, 1900. 1MCP89 295.4

La necesidad de pureza de pensamiento y acción—Os insto sobre la necesidad de la pureza en todo pensamiento, en toda palabra y en toda acción. Tenemos una responsabilidad individual ante Dios, una obra individual que nadie puede hacer por nosotros. Consiste en hacer al mundo mejor por el precepto, el esfuerzo personal y el ejemplo. Aun cuando debemos cultivar la sociabilidad, no lo hagamos meramente por diversión, sino con un propósito. Hay almas que salvar.—The Review and Herald, 10 de noviembre de 1885; El Evangelismo, 361. 1MCP89 296.1

La masturbación rebaja la mente.3—Algunos niños comienzan la práctica de la contaminación propia [masturbación] en su infancia; y al aumentar su edad, las pasiones lujuriosas crecen con su crecimiento y se fortalecen con su fuerza. Sus mentes no descansan. Las niñas desean la compañía de los varones, y los varones la de las niñas. Su conducta no es reservada y modesta. Son atrevidos y osados, y se toman libertades indecentes. El hábito de la masturbación ha rebajado sus mentes y manchado sus almas. Los pensamientos viles, y la lectura de novelas, historias de amor, y libros bajos excitan su imaginación, y satisfacen sus mentes depravadas. 1MCP89 296.2

No les gusta el trabajo, y cuando tienen que hacerlo se quejan de cansancio; les duele la espalda, les duele la cabeza. ¿No hay motivo suficiente para esto? ¿Están cansados por causa del trabajo? ¡No, no! Sin embargo sus padres complacen a estos niños por sus quejas y los liberan del trabajo y la responsabilidad. Esto es lo peor que podrían hacerles. De este modo les quitan casi la única barrera que impide que Satanás tenga libre acceso a sus mentes debilitadas. El trabajo útil en alguna medida sería una salvaguardia contra el decidido control que sobre ellos quiere ejercer Satanás.—Testimonies for the Church 2:481 (1870). 1MCP89 296.3

Los jóvenes usarán su energía—En nuestras iglesias, se necesitan los talentos juveniles, bien organizados y preparados. Los jóvenes harán algo con sus rebosantes energías. A menos que estas energías estén encauzadas debidamente, los jóvenes las emplearán de alguna manera que perjudicará su propia espiritualidad, y resultará para daño de aquellos con quienes se asocien.—Obreros Evangélicos, 223 (1915). 1MCP89 297.1

Los jóvenes necesitan actividad—Por naturaleza los jóvenes desean actividad, y si no encuentran una salida legítima para las energías reprimidas después de estar confinados en el aula, se vuelven inquietos e impacientes por el control, y así son impulsados a ocuparse de deportes rudos e indignos de un hombre que son la desgracia de muchas escuelas y colegios, y aun caen en prácticas de verdadera disipación. Muchos de los jóvenes que eran inocentes cuando salieron de sus hogares fueron corrompidos por aquellos con quienes se asociaron en la escuela.—The Signs of the Times, 23 de enero de 1893; Fundamentals of Christian Education, 72. 1MCP89 297.2

Responden a las sugerencias—Ninguna recreación que sea útil únicamente para ellos dará por resultado una bendición tan grande para los niños y jóvenes como la que los induzca a ser útiles a los demás. Los jóvenes, que por naturaleza son entusiastas e impresionables, responden rápidamente a la insinuación. Al hacer planes para el cultivo de las plantas, el maestro debería esforzarse por despertar interés en el embellecimiento de la propiedad escolar y del aula. El beneficio será doble. Los alumnos, por una parte, no van a destruir ni malograr lo que ellos mismos están tratando de embellecer, y por otra se estimularán el refinamiento del gusto, el amor al orden y el hábito de ser cuidadoso. El espíritu de compañerismo y cooperación que se desarrolla de esta manera será, además, una bendición duradera para los alumnos.—La Educación, 212, 213 (1903). 1MCP89 297.3

Algunas veces no ven a Dios como un Padre amante—Los jóvenes generalmente se conducen como si las preciosas horas del tiempo de gracia, mientras dura la misericordia, fueran un tiempo de vacaciones grandioso y que fueron puestos en este mundo meramente para divertirse, para complacerse con una actividad excitante tras otra. Satanás ha estado haciendo esfuerzos especiales para conducirlos a encontrar la felicidad en las diversiones mundanas y justificarse a sí mismos tratando de demostrar que estas diversiones son inocentes, inofensivas, y aun importantes para la salud. Algunos médicos han dado la impresión de que la espiritualidad y la devoción a Dios son perjudiciales para la salud. Esto conviene al adversario de las almas.—Testimonies for the Church 1:501 (1867). 1MCP89 298.1

La imaginación enferma desfigura a Dios—Hay personas con imaginación enferma que no representan correctamente la religión de Cristo; las tales no tienen la religión pura de la Biblia. Algunos se azotan toda la vida por causa de sus pecados; todo lo que pueden ver es a un ofendido Dios de justicia. No ven a Cristo y su poder redentor mediante los méritos de su sangre. Los tales no tienen fe. Esta clase está formada generalmente por los que no tienen mentes bien equilibradas. 1MCP89 298.2

Por medio de la enfermedad transmitida por sus padres y de una educación errónea en su juventud, han contraído hábitos equivocados que dañan su constitución física y su cerebro, enfermando sus órganos morales e impidiéndoles pensar y actuar en forma racional en todos los puntos. No tienen mentes bien equilibradas. La piedad y la justicia no destruyen la salud, sino son sanidad para el cuerpo y fuerza para el alma.—Testimonies for the Church 1:501, 502 (1867). 1MCP89 298.3

Necesidad de moderación—Obrad siempre movidos por buenos principios, y nunca por impulso. Moderad la impetuosidad natural de vuestro ser con mansedumbre y dulzura. No deis lugar a la liviandad ni a la frivolidad. No broten chistes vulgares de vuestros labios ni siquiera deis rienda suelta a vuestros pensamientos. Deben ser contenidos y sometidos a la obediencia de Cristo. Consagradlos siempre a cosas santas. De este modo, mediante la gracia de Cristo, serán puros y sinceros.—El Ministerio de Curación, 391, 392 (1905). 1MCP89 299.1

Mantener el sentimentalismo fuera de la vida—Usted está ahora en su vida de estudiante; ocupe su mente en temas espirituales. Mantenga todo sentimentalismo fuera de su vida. Dése una vigilante educación propia y ejerza dominio propio. Usted está ahora en la etapa formativa de su carácter y no debe considerar nada como trivial o sin importancia si disminuye sus intereses más elevados y santos, su eficiencia en la preparación para hacer la obra que Dios le ha asignado. 1MCP89 299.2

Conserve siempre la sencillez en sus actos pero establezca una norma alta para la armoniosa manifestación y el mejoramiento de sus facultades mentales. Decídase a corregir cada falta. Las tendencias hereditarias pueden ser vencidas y los arranques rápidos y violentos de su genio pueden ser tan cambiados que esas manifestaciones, por la gracia de Cristo, serán totalmente superadas. Individualmente hemos de considerar que estamos en el taller de Dios.—Carta 23, 1893. 1MCP89 299.3

Afrontar la necesidad de consejo—No se debe dejar a los jóvenes que piensen y actúen independientemente del juicio de sus padres y maestros. Debe enseñárseles a los niños a respetar el juicio experimentado y a ser guiados por sus padres y maestros. Se les debe educar de tal manera que sus mentes estén unidas con las de sus padres y maestros, y se los ha de instruir para que comprendan lo conveniente que es escuchar sus consejos. Entonces, cuando se aparten de la mano guiadora de sus padres y maestros, su carácter no será como el junco que tiembla al viento.—Joyas de los Testimonios 1:316 (1872). 1MCP89 299.4

Se espera el mayor desarrollo posible—El Señor desea que obtengamos toda la educación posible, con el objeto de impartir nuestro conocimiento a otros. Nadie puede saber dónde o cómo ha de ser llamado a trabajar o hablar en favor de Dios. Sólo nuestro Padre celestial ve lo que puede hacer de los hombres. Hay ante nosotros posibilidades que nuestra débil fe no discierne. Nuestra mente debiera ser enseñada en forma tal que, si fuere necesario, podamos presentar las verdades de la Palabra de Dios ante las más altas autoridades terrenales y de un modo que glorifique su nombre. No deberíamos descuidar ni una sola oportunidad de prepararnos intelectualmente para trabajar por Dios.—Palabras de Vida del Gran Maestro, 268, 269; 233 (1900). 1MCP89 300.1

La mente siempre activa—La mente nunca cesará de estar activa. Está expuesta a influencias buenas o malas. Como el rostro humano queda estampado, por el rayo del sol, sobre la placa pulida del artista, así quedan grabados los pensamientos y las impresiones en la mente del niño, y son casi imborrables, sean estas impresiones terrenales, o morales y religiosas. La mente es más susceptible cuando la razón está despertando; de modo que las primeras lecciones son de gran importancia. Estas tienen una influencia poderosa en la formación del carácter. Si son de la índole debida, y si, a medida que el niño progresa en años se le continúan impartiendo con paciente perseverancia, el destino terrenal quedará amoldado para el bien. Esta es la palabra del Señor: “Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él”. Proverbios 22:6.—Consejos para los Maestros Padres y Alumnos, 134, 135; 110 (1897). 1MCP89 300.2

La juventud es el tiempo de oportunidad—Los corazones de los jóvenes son ahora como cera impresionable, y usted puede conducirlos a admirar el carácter cristiano; pero en unos pocos años la cera puede llegar a ser como el granito.—The Review and Herald, 21 de febrero de 1878; Fundamentals of Christian Education, 51. 1MCP89 300.3

Es en la juventud cuando los afectos son más ardientes, la memoria más receptiva y el corazón más susceptible a las impresiones divinas; y es durante la juventud cuando las facultades mentales y físicas debieran ser dedicadas a la tarea a fin de que puedan hacerse grandes progresos teniendo en cuenta a la vez el mundo actual y el venidero.—The Youth’s Instructor, 25 de octubre de 1894; HHD 80. 1MCP89 301.1