Mensajes Selectos Tomo 3

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Los trajes que usan los predicadores adventistas del séptimo día1

“Que los gentiles son coherederos y miembros del mismo cuerpo, y copartícipes de la promesa en Cristo Jesús por medio del evangelio, del cual yo fui hecho ministro por el don de la gracia de Dios que me ha sido dado según la operación de su poder”. Efesios 3:6-7. 3MS 284.2

“Del cual yo fui hecho ministro” no meramente para presentar la verdad a la gente, sino para revelarla en la vida... Pero no es sólo esto. Hay otras cosas que deben ser consideradas, en las cuales algunos han sido negligentes, pero que son importantes según la luz en la cual me han sido presentadas... 3MS 284.3

El cuidado en el vestido es un asunto importante. Se ha manifestado aquí una falta de parte de los ministros que creen la verdad y la presentan. El traje de algunos ha sido desaliñado. No solamente ha habido falta de gusto y orden en arreglar la vestimenta de una manera adecuada por la persona, y en usar el color adecuado y correcto para un ministro de Cristo, sino que la vestimenta de algunos ha estado sucia y desaliñada. Algunos ministros usan un chaleco de color claro, mientras sus pantalones son de color oscuro, o un chaleco oscuro con pantalones claros, sin que se note gusto o arreglo ordenado del vestido sobre la persona cuando se presenta delante de la gente. Estas cosas están predicando a la gente. El ministro les da un ejemplo de orden, y presenta delante de ellos lo apropiado de la limpieza y el gusto en el vestido, o, por otra parte, les da lecciones de descuido, desaliño y falta de gusto que estarán en peligro de seguir. 3MS 284.4

Vestimenta apropiada para el púlpito—El color negro u oscuro es el más apropiado para un ministro que está en el púlpito, y hará mejor impresión sobre la gente que la que haría una combinación de dos o tres colores diferentes en su vestimenta. 3MS 285.1

Se me señaló el caso de los hijos de Israel de antaño, y se me mostró que Dios había dado órdenes específicas con respecto al material y al estilo del vestido que habían de usar los que ministraban delante de él. El Dios del cielo, cuyo brazo mueve el mundo, que nos sostiene y nos da vida y salud, nos ha dado evidencias de que él puede ser honrado o deshonrado por la forma en que se visten los que ofician delante de él. El dio ciertas instrucciones especiales a Moisés con respecto a todo lo que tenía que ver con su servicio. El dio instrucciones aun con respecto a cómo debían arreglar sus casas, y especificó el vestido que debían usar los que debían ministrar en su servicio. Tenían que mantener orden en todas las cosas... 3MS 285.2

Puede hacerse la debida impresión—No debía de haber nada desaliñado o sucio en los que aparecían delante de él cuando llegaban ante su santa presencia. ¿Y por qué era así? ¿Cuál era el objeto de todo ese cuidado? ¿Era sólo para recomendar el pueblo a Dios? ¿Era sólo para obtener la aprobación del Señor? 3MS 285.3

La razón que se me dio fue ésta: que debía hacerse la debida impresión sobre el pueblo. Si los que ministraban en el oficio sagrado dejaban de manifestar cuidado y reverencia hacia Dios, tanto en su vestido como en su comportamiento, el pueblo perdería su temor reverente por Dios y por su sagrado servicio. 3MS 286.1

Si los sacerdotes mostraban gran reverencia por Dios al ser muy cuidadosos cuando llegaban ante su presencia, esto le daba al pueblo una idea exaltada de Dios y de sus requerimientos. Esto les mostraba que Dios era santo, que su obra era sagrada, y que todo lo que se hacía en relación con su obra debía ser santo; que debía estar libre de todo lo que fuera impureza y suciedad; y que toda contaminación debía alejarse de los que se acercaban a Dios. 3MS 286.2

La vestimenta del ministro y la verdad—De acuerdo a la luz que he recibido, afirmo que ha habido descuido en este sentido. Podría hablar de esto como Pablo lo presenta. Se práctica como un culto caprichoso y con descuido del cuerpo. Pero esta humildad aparente, este culto a la voluntad y descuido del cuerpo, no es la humildad que tiene sabor de cielo. Esta humildad exige que la persona, las acciones y el vestido de todos los que predican la santa verdad de Dios, sean correctos y perfectamente apropiados, de manera que todo cuanto se relacione con nosotros recomiende nuestra santa religión. El vestido mismo será una recomendación de la verdad a los no creyentes. Será un sermón en sí mismo... 3MS 286.3

Un ministro que es negligente en su vestido, a menudo hiere a los que tienen buen gusto y sensibilidad refinada. Los que están faltando en este aspecto deben corregir sus errores y ser más circunspectos. Finalmente se descubrirá que la pérdida de algunas almas fue causada por la falta de pulcritud y el desaseo del ministro. La primera vez que se presentó, afectó a la gente en forma desfavorable porque no pudieron, de ninguna manera, vincular su apariencia con las verdades que presentaba. Su vestimenta lo condenaba, y la impresión que causó fue que la iglesia que él representaba estaba compuesta por personas negligentes que no tenían ningún cuidado en su forma de vestir; y sus oyentes no quisieron tener nada que ver con tal clase de persona... 3MS 286.4

La dignidad de la obra del ministro juzgada por su vestido—Algunos que ministran en las cosas sagradas arreglan de tal manera la indumentaria que visten, que destruyen por lo menos, en cierto grado, la influencia de su trabajo. Hay una evidente falta de gusto en materia de colores, y su traje no es limpio ni pulcro. ¿Cuál es la impresión que se da con esta forma de vestir? Que se considera que la obra en la cual están ocupados no es más sagrada o elevada que un trabajo común, como arar la tierra. El ministro degrada las cosas sagradas con su ejemplo, rebajándolas al nivel de las cosas comunes. La influencia de tales predicadores no es agradable para Dios.—Testimonies for the Church 2:609-614. 3MS 287.1