Mensajes Selectos Tomo 2

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El fruto de una obra clandestina

Es esencial que todos sepan qué atmósfera rodea sus almas, para ver si están en sociedad con el enemigo de la justicia, y si están realizando inconscientemente su obra, o si están unidos con Cristo para llevar a cabo su obra y establecer a las almas más firmemente en la verdad. 2MS 79.1

Satanás se regocijaría si pudiera conseguir que todos fuesen aliados suyos para debilitar de este modo la confianza del hermano en el hermano, y para sembrar discordia entre los que profesan creer la verdad. Satanás puede cumplir sus propósitos con más éxito utilizando a los profesos amigos de Cristo que no andan ni trabajan de acuerdo con la voluntad de Cristo. Quienes, en su mente y en su corazón, se están alejando de la obra especial del Señor para este tiempo, y quienes no colaboran con él para establecer a las almas en la fe induciéndolas a aceptar sus palabras de advertencia, están haciendo la obra del enemigo de Cristo. 2MS 79.2

Es una cuestión muy seria ir de casa en casa, y bajo la pretensión de llevar a cabo un trabajo misionero, sembrar la semilla de la desconfianza y la sospecha. Cada una germina rápidamente, y así se crea desconfianza en los siervos de Dios que tienen un mensaje para dar al pueblo. Cuando Dios habla mediante sus siervos, la semilla [de desconfianza y sospecha] sembrada, ya ha echado raíces de amargura. La palabra cae entonces en corazones que no quieren oír y en corazones que no quieren responder. Debido a ello, ningún poder terrenal ni ningún poder celestial puede abrirse paso hacia el alma. 2MS 80.1

¿Quién es responsable por estas almas? ¿Quién erradicará esa venenosa raíz de amargura que les ha impedido recibir la palabra del Señor? Una buena hermana o un hermano sembraron la mala semilla, ¿pero cómo puede ahora esa persona restaurar al alma que está en peligro? La lengua que debió emplearse para la gloria de Dios al pronunciar palabras de esperanza, fe y confianza en los obreros de Dios, ahora ha alejado a un alma de Jesucristo. Quienes despreciaron las palabras de Cristo, y rehusaron oír su voz y ser convertidos, han influido en otras mentes con la levadura de las suposiciones sin fundamento y las murmuraciones. 2MS 80.2

Este es el día de la preparación del Señor. No tenemos tiempo para hablar de incredulidad y para chismear; no tenemos tiempo ahora para realizar la obra del diablo. Que todos tengan cuidado de no desarraigar la fe de otros al sembrar semillas de envidia, celo y desunión; porque Dios oye las palabras, y juzga, no mediante aserciones, que no valen nada, sino por el fruto que produce la conducta de una persona. “Por sus frutos los conoceréis”. Mateo 7:20. La semilla sembrada determinará el carácter de la cosecha (Manuscrito 32a, 1896). 2MS 80.3