Mensajes Selectos Tomo 2

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Milagros en el conflicto final

Es imposible dar una idea de la experiencia del pueblo de Dios que vivirá en la tierra cuando se unan las calamidades pasadas y la gloria celestial. Andarán en la luz que dimanará del trono de Dios. Mediante los ángeles habrá una constante comunicación entre el cielo y la tierra. Y Satanás, rodeado por los ángeles malignos, pretenderá ser Dios y obrará milagros de toda clase para engañar, si fuere posible, aun a los mismos escogidos. El pueblo de Dios no debe afirmar su seguridad en la realización de milagros, porque Satanás falsificaría cualquier milagro que se realizara. El pueblo de Dios que será probado encontrará su poder en la señal pronunciada en. Éxodo 31:12-18. Deberá afirmarse en la Palabra viviente: “Escrito está”. Este es el único fundamento sobre el cual puede permanecer seguro. Aquellos que hayan roto su pacto con Dios, en aquel día estarán sin esperanza y sin Dios en el mundo. 2MS 62.5

Los adoradores de Dios se caracterizarán especialmente por su respeto al cuarto mandamiento, puesto que ésta es la señal de su poder creador y el testimonio de su derecho a la reverencia y al homenaje de los seres humanos. Los impíos se caracterizarán por sus esfuerzos por derribar el monumento del Creador, y por exaltar la institución de Roma. Toda la cristiandad se dividirá en dos grandes clases: los que guardarán los mandamientos de Dios y la fe de Jesús, y los que adorarán a la bestia y a su imagen y recibirán su marca. Aunque la iglesia y el estado unirán su poder para compeler a “todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y esclavos” (Apocalipsis 13:16), a recibir la marca de la bestia, sin embargo, el pueblo de Dios no la recibirá. El profeta de Patmos contempló “a los que habían alcanzado la victoria sobre la bestia y su imagen, y su marca y el número de su nombre, en pie sobre el mar de vidrio, con las arpas de Dios” (Apocalipsis 15:2), y cantando el cántico de Moisés y del Cordero. 2MS 63.1

Tremendas pruebas aguardan al pueblo de Dios. El espíritu de la guerra está conmoviendo a las naciones de un cabo al otro del mundo. Pero el pueblo de Dios permanecerá incólume en medio del tiempo de angustia que está por venir, un tiempo de angustia sin parangón en el mundo. Satanás y sus ángeles no pueden destruirlo, porque está protegido por ángeles de poder superior.—Carta 119, 1904. 2MS 63.2