Mensajes Selectos Tomo 2

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Remedios sencillos y seguros

Con respecto a lo que podemos hacer por nosotros mismos, hay un punto que requiere una consideración cuidadosa y concienzuda. Debo conocerme a mí misma, siempre debo aprender cómo cuidar este edificio, el cuerpo que Dios me ha dado, a fin de preservarlo en la mejor condición de salud posible. Debo consumir aquellas cosas que me mantendrán en mejor condición física, y debo cuidar especialmente de vestirme en forma tal que permita una circulación saludable de la sangre. No debo privarme de ejercicio ni de aire. Debo recibir toda la luz del sol que me sea posible obtener. 2MS 340.2

Debo actuar con sabiduría para llegar a ser un fiel guardián de mi cuerpo. Sería muy imprudente que entrase en una habitación fría cuando estoy transpirando; sería un mayordomo infiel si me sentase en la trayectoria de una corriente de aire, exponiéndome de ese modo a contraer un resfrío. Actuaría insensatamente si me sentara con las manos y los pies fríos, privando de este modo de sangre a las extremidades y congestionando el cerebro o los órganos internos. Siempre debo proteger mis pies de la humedad. 2MS 340.3

Debo comer regularmente los alimentos más saludables para producir la sangre de mejor calidad, y no debería trabajar con intemperancia si está en mí el poder impedirlo. 2MS 341.1

Cuando he violado las leyes que Dios ha implantado en mi ser, debo arrepentirme y llevar a cabo una reforma, y colocarme en la condición más favorable bajo el cuidado de los médicos que Dios ha provisto: el aire puro, el agua pura, y la valiosa luz del sol de propiedades curativas. 2MS 341.2

El agua puede utilizarse en diversas formas para aliviar el sufrimiento. El agua caliente bebida antes de comer (aproximadamente poco menos de medio litro), nunca producirá daño alguno, sino que resultará beneficiosa. 2MS 341.3

Una taza de té preparada con calamento [calaminta, hierba gatera, Nepeta cataria] tranquilizará los nervios. El té de lúpulo es bueno para inducir el sueño. Las cataplasmas de lúpulo aplicadas sobre el estómago servirán para aliviar el dolor. 2MS 341.4

Si los ojos están débiles, si están doloridos o inflamados, pueden aplicarse paños de franela suave mojados en agua caliente con sal, con lo cual se producirá alivio rápidamente. 2MS 341.5

Cuando la cabeza está congestionada, puede obtenerse alivio colocando los pies y las piernas en un baño de agua caliente con un poco de mostaza. 2MS 341.6

Hay muchos otros remedios sencillos que contribuirán notablemente a restablecer el funcionamiento saludable del cuerpo. El Señor espera que utilicemos estas preparaciones sencillas; pero las necesidades extremas del hombre constituyen las oportunidades de Dios. Si descuidamos de hacer aquello que está al alcance de casi cada familia, y pedimos a Dios que alivie el dolor cuando somos demasiado indolentes para emplear esos remedios dentro de lo posible, estaremos manifestando nada más que presunción. El Señor espera que trabajemos a fin de conseguir alimento. No es su intención que reunamos la cosecha a menos que rompamos los terrones, labremos el suelo y cultivemos el sembrado. Entonces Dios envía la lluvia, el calor del sol y las nubes para hacer prosperar la vegetación. Dios trabaja y el hombre colabora con él. Y así es como llega el tiempo de la siembra y el de la cosecha. 2MS 341.7

Dios ha hecho crecer hierbas para que el hombre las utilice, y si comprendemos la naturaleza de esas raíces y hierbas, y las empleamos acertadamente, no habrá necesidad de correr con tanta frecuencia en busca del médico, y la gente tendrá mejor salud de la que tiene actualmente. Creo en la conveniencia de pedir la ayuda del Gran Médico cuando hemos utilizado los remedios que he mencionado. Carta 35, 1890[A un obrero en el campo misionero]. 2MS 342.1