Mensajes Selectos Tomo 2

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26—Seguridad para los que encaran la muerte

Mensaje de confortamiento para una nuera afligida

[María Kelsey de White, esposa de Guillermo C. White, y nuera de la Sra. White, fue desde su adolescencia una ferviente y talentosa obrera en la Review and Herald, en la Pacific Press y en nuestra casa editora de Basilea, Suiza. Enfermó de tuberculosis mientras estaba en Europa, y después de una enfermedad de tres años murió en Boulder, Colorado, EE.UU., a la edad de 33 años. Presentamos en este capítulo extractos de mensajes enviados a ella durante el último año de su enfermedad.—Los compiladores.] 2MS 282.1

Battle Creek, Míchigan, 4 de noviembre de 1889

QUERIDA HIJA MARIA,

No cesamos de orar por ti, mi querida hija. La bondad y la misericordia de Dios son tan claras y patentes para mí, que cada vez que oro me parece como si el Salvador te tuviera en sus propios brazos y como si tú reposaras en ellos. Tengo fe en tu caso. Yo creo que el Señor ha escuchado las oraciones hechas en tu favor, y que él obrará para tu bien y para la gloria de su propio nombre. El ha dicho: “Pedid todo lo que queréis, y os será hecho”. Juan 15:7. “Todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis”. Mateo 21:22. 2MS 282.2

Sé que nos esperan tiempos tormentosos, y debemos saber cómo confiar y cómo aferrarnos a la Fuente de nuestra fortaleza. El Señor es bueno con los que confían en él, y no serán vencidos. Pienso en las siguientes palabras del profeta, que se aplican a tu caso: “¿Por qué te abates, oh alma mía, y por qué te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, salvación mía y Dios mío”. Salmos 43:5. 2MS 282.3

María, descansa en Dios. Espera pacientemente en el Señor. Será para ti una ayuda presente en todo momento de necesidad. El Señor es bueno. Alaba su nombre. Al Señor le agrada que confiemos en él y en sus promesas. Cree solamente, y veremos la obra de Dios.—Carta 71, 1889. 2MS 283.1

Battle Creek, Míchigan, 6 de diciembre de 1889

QUERIDA MARIA,

No te olvidamos, mi querida hija afligida. Cada día oramos con mucho fervor por ti. Oro abundantemente. No olvidamos a los hermanos [A. D.] Olsen y [J. G.] Matteson y a otros que están atribulados. Oramos, y eso es todo lo que podemos hacer. Después de ello te dejamos con humilde confianza en las manos de Aquel que te ama con un amor más grande que el de una madre. Aférrate a Jesús y confía enteramente en él, porque él te cuida y no retirará su mano de ti, sino que te guiará él mismo. 2MS 283.2

Querida María, cuán agradable sería ver al Rey en su incomparable hermosura y estar donde no hay dolor, ni aflicción, ni enfermedad, ni tristeza. Siento claramente que saldremos victoriosos, y percibo con nitidez que la comunicación está abierta entre Dios y tu alma. Me parece indudable que tienes la Presencia Divina y que Jesús es tu constante ayudador. El te ama; él te ama, y te contempla con una ternura compasiva. No dudes de él ni por un instante. Encomiéndale tu caso a él y ten fe en que él hará por ti aquello que es mejor para tu interés eterno... 2MS 283.3

Oro fervorosamente por ti todo el día. El Señor vive, el Señor escucha y contesta la oración. Mira hacia arriba, hija querida. Mira hacia lo alto y ten ánimo; confía plenamente en el Señor, porque él es tu axiliador, tu médico y tu Salvador.—Carta 75, 1889. 2MS 283.4

Battle Creek, Míchigan, 12 de febrero de 1890

QUERIDA MARIA,

Enferma, débil, solitaria, pienso en ti mientras estoy en tu misma condición... María, el Ser mejor, más amante y compasivo, el mismo Sol de Justicia, está brillando sobre ti. Mira hacia arriba; oh, mira hacia arriba. Pienso que el descanso en el sepulcro no ha de ser una cosa tan mala para mí. Estoy tan cansada, tan desanimada al ver tanto egoísmo y tanto del espíritu y la obra de Satanás. Luego contemplo a Jesús, y encuentro paz únicamente en él... 2MS 284.1

Te dejo por fe en los brazos de Cristo. El te ama. Sé que tú no estás lejos de Cristo, sino que te acercas a él con la plena seguridad de la fe, en humilde dependencia de su sangre y su justicia. Acepta la salvación como el don de su gracia, creyendo en la promesa porque él la ha dado. Contempla a Jesús; éste es mi único consuelo y esperanza. El Señor te ha estado guiando a lo largo de una senda de dolorosa humillación. Te han ocurrido muchas cosas sobre las que no tenías control. Has sido guiada por él paso tras paso, cada vez más adentro en el valle, pero únicamente para ponerte en una comunión más estrecha con Jesús en su vida de humillación. 2MS 284.2

¿Has dado un solo paso, amadísima hija, sin que te haya acompañado Jesús? ¿Hay alguna angustia que él no sienta? ¿Hay algún pecado que él no haya llevado, alguna cruz que él no haya soportado, alguna aflicción con la cual no haya simpatizado? El se conmueve con los padecimientos que experimentamos a causa de nuestras enfermedades. Estás conociendo el significado de la comunión con los sufrimientos de Cristo. Participa con Cristo en sus sufrimientos. Dios lo sabe todo, hija valiente y abnegada. Te entrega una copa en la cual derrama una gota de sus propios sufrimientos. Coloca sobre tus hombros la parte liviana de la cruz; arroja una sombra sobre tu alma... 2MS 284.3

Confíate a las manos de Jesús. No te preocupes. No pienses que Dios se ha olvidado de ser misericordioso. Jesús vive y no te abandonará. Que el Señor sea tu cayado, tu sostén, la protección de tu vanguardia y de tu retaguardia.—Carta 56, 1890. 2MS 284.4

Battle Creek, Míchigan, 13 de febrero de 1890

MI QUERIDA HIJA,

El Señor te bendice, te confortará, y te proporcionará un gran consuelo y paz en él. El desea que descanses tranquilamente en sus manos, y que creas que él hará bien todas las cosas... 2MS 285.1

Ten buen ánimo. Sigue mirando hacia arriba. Jesús es la única esperanza de todos nosotros. No te dejará ni te olvidará. Las promesas de Dios son preciosas. Debemos aferrarnos a ellas. No las abandonemos.—Carta 57, 1890. 2MS 285.2

Santa Helena, California, 28 de mayo de 1890

QUERIDOS HIJOS,

Pienso en todos vosotros y oro por todos. Oh, si tan sólo mejorara el estado de María, ¡cuánto alegraría esto mi corazón! El Señor hará que su luz brille alrededor de vosotros. El os bendecirá, os fortalecerá y os ayudará, en este tiempo de zozobra por el cual estáis pasando. El Redentor es misericordioso, y rebosa de tierna simpatía y amor. Ahora es el momento de encomendar la protección del alma a Dios como a un fiel Creador. Qué bendita esperanza tenemos: una esperanza que se hace cada vez más fuerte a medida que aumentan las pruebas y las aflicciones. Demostrad ahora vuestra confianza en Aquel que dio su vida por vosotros.

Agradece a Dios, María, porque esta leve tribulación momentánea produce en ti un cada vez más excelente y eterno peso de gloria. Tú sabes en quién has creído, y estás persuadida de que él puede guardar lo que le has confiado hasta que venga aquel día. Las pruebas pueden ser severas, pero contempla a Jesús a cada instante, no para luchar sino para descansar en su amor. El cuida de ti.

Sabemos que a medida que se intensifican las pruebas, la esperanza se torna cada vez más fuerte. Los rayos del Sol de Justicia deben brillar en tu corazón con su poder sanador. Mira más allá de las nubes hacia el resplandor del Sol de Justicia. Agradece a Dios porque el ancla permanece firme en la tempestad de la prueba. Tenemos un Intercesor sempiterno que defiende nuestros casos individuales delante del Padre. Los gozos de una recompensa eterna han sido comprados a un precio infinito. 2MS 286.1

Que el Señor os conforte, os fortalezca y os bendiga es mi oración de todos los días. Oh, cuando veamos al Rey en su hermosura, ¡que día de gozo será! Descansaremos en las abundantes promesas de Dios. El nunca nos fallará, sino que será para nosotros una ayuda constante en todo momento de necesidad.—Carta 77, 1890. 2MS 286.2

Battle Creek, Míchigan, 16 de junio de 1890

QUERIDO GUILLERMO,

Estoy ansiosa por todos vosotros, y especialmente por la querida María. Oro por ella todos los días y también todas las noches, y sé que el Señor la tiene en la palma de su mano. María, puedes decir ahora con toda confianza: “Yo sé a quién he creído, y estoy seguro que es poderoso para guardar mi depósito para aquel día”. 2 Timoteo 1:12. 2MS 286.3

No tengo ninguna duda ni incredulidad con referencia al caso de María. El Señor la ama. “Estimada es a los ojos de Jehová la muerte de sus santos”. Salmos 116:15. María puede decir juntamente con Pablo: “He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida”. 2 Timoteo 4:7, 8. 2MS 286.4

¿Qué haríamos sin un Salvador en el momento de prueba para el alma? Nos rodean los ángeles ministradores para darnos a beber del agua de vida a fin de refrescar nuestras almas en los momentos finales de la vida. Aquel que es la resurrección y la vida ha prometido que levantará del sepulcro y llevará con él a los que duerman en Jesús. La trompeta resonará, y los muertos despertarán a la vida, para no volver a morir. La mañana eterna ha llegado hasta ellos, porque en la ciudad de Dios no habrá más noche. 2MS 286.5

María ha luchado valerosamente en medio de las tentaciones y las pruebas; ha hecho todo lo que ha podido. Ha cumplido su parte por la gracia de Cristo al modelar el carácter de otras personas mediante sus palabras y sus obras. Muere en la fe, pero sus obras la sobreviven.—Carta 78, 1890. 2MS 287.1