Mensajes Selectos Tomo 2

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Confiad en Dios y apoyaos en él

QUERIDA HNA. HASKELL,

... Ahora que Ud. ya no puede mantenerse activa, y cuando las dolencias la asedian, todo lo que Dios requiere de Ud. es que confíe en él. Encomiende a él su alma como a un fiel Creador. Sus misericordias son seguras y su pacto es eterno. Bienaventurado es el hombre que espera en el Señor su Dios y que guarda la verdad para siempre. Que su mente se posesione de las promesas y que las retenga. Si Ud. no puede recordar rápidamente la abundante seguridad contenida en las preciosas promesas, escúchelas de los labios de otra persona. Qué plenitud, y qué amor y seguridad se encuentran en las siguientes palabras que proceden de los labios de Dios mismo, que proclaman su amor, su piedad y su interés en los hijos que constituyen su preocupación: 2MS 264.4

“¡Jehová! ¡Jehová! fuerte, misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y grande en misericordia y verdad; que guarda misericordia a millares, que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado”. Éxodo 34:6, 7. 2MS 265.1

El Señor siente mucha compasión por los que sufren. ¿Qué pecados son demasiado grandes para que él no los perdone? Es misericordioso; por eso está infinitamente más dispuesto a perdonar que a condenar. Es benévolo y no busca el mal en nosotros; sabe de qué estamos hechos; recuerda que somos tan sólo polvo. En su ilimitada compasión y misericordia perdona todos nuestros yerros; nos ama abundantemente cuando aún somos pecadores; no nos priva de su luz sino que la hace brillar sobre nosotros por amor a Cristo. 2MS 265.2

Hermana mía, ¿confiará Ud. siempre en Jesús, que es su justicia? El amor de Dios es derramado abundantemente en su corazón por el Espíritu Santo, el cual le es dado benévolamente. Ud. es una con Cristo. El le concederá su gracia para que Ud. sea paciente y confiada; le dará poder para vencer la impaciencia; confortará su corazón con su propio tierno Espíritu; vivificará su alma debilitada. Nos quedan tan sólo pocos días como peregrinos y extranjeros en este mundo, en busca de una patria mejor, la celestial. Nuestro hogar está en el cielo. Entonces, fortalezca la confianza de su alma en Dios. Deposite sobre él todas sus cargas. 2MS 265.3

Oh, cuántas veces su corazón ha sido conmovido por la hermosura del rostro del Salvador, se ha encantado por la belleza de su carácter y se ha subyugado al pensar en sus sufrimientos. Ahora él quiere que Ud. se apoye en él con todo su peso. Quiero proporcionarle un pasaje que le servirá de consuelo en todo momento: “En aquel día dirás: Cantaré a ti, oh Jehová; pues aunque te enojaste contra mí, tu indignación se apartó, y me has consolado. He aquí Dios es salvación mía; me aseguraré y no temeré; porque mi fortaleza y mi canción es Jah Jehová, quien ha sido salvación para mí. Sacaréis con gozo aguas de las fuentes de la salvación”. Isaías 12:1-3.—Carta 14b, 1891. 2MS 265.4