Reina Valera 1989

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Salmos 51

1 (Al músico principal. Salmo de David, cuando el profeta Natán fue a él, después que David tuvo relaciones con Betsabé) Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia. Por tu abundante compasión, borra mis rebeliones.

2 Lávame más y más de mi maldad, y límpiame de mi pecado.

3 Porque yo reconozco mis rebeliones, y mi pecado está siempre delante de mí.

4 Contra ti, contra ti solo he pecado y he hecho lo malo ante tus ojos. Seas tú reconocido justo en tu palabra y tenido por puro en tu juicio.

5 He aquí, en maldad he nacido, y en pecado me concibió mi madre.

6 He aquí, tú quieres la verdad en lo íntimo, y en lo secreto me has hecho comprender sabiduría.

7 Quita mi pecado con hisopo, y seré limpio; lávame, y seré más blanco que la nieve.

8 Hazme oír gozo y alegría, y se regocijarán estos huesos que has quebrantado.

9 Esconde tu rostro de mis pecados y borra todas mis maldades.

10 Crea en mí, oh Dios, un corazón puro y renueva un espíritu firme dentro de mí.

11 No me eches de tu presencia, ni quites de mí tu Santo Espíritu.

12 Devuélveme el gozo de tu salvación, y un espíritu generoso me sustente.

13 Entonces enseñaré a los transgresores tus caminos, y los pecadores se convertirán a ti.

14 Líbrame de homicidios, oh Dios, Dios de mi salvación, y con regocijo cantará mi lengua tu justicia.

15 Señor, abre mis labios, y proclamará mi boca tu alabanza.

16 Porque no quieres sacrificio; y si doy holocausto, no lo aceptas.

17 Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado. Al corazón contrito y humillado no desprecias tú, oh Dios.

18 Haz bien a Sion, con tu benevolencia; edifica los muros de Jerusalén.

19 Entonces te agradarán los sacrificios de justicia, el holocausto u ofrenda del todo quemada. Entonces se ofrecerán becerros sobre tu altar.