Reina Valera 1989
Job 9
1 Entonces respondió Job y dijo:
2 —Ciertamente yo sé que es así. ¿Y cómo se ha de justificar un hombre ante Dios?
3 Si uno quisiera contender con él, no le podría responder una cosa entre mil.
4 El es sabio de corazón y poderoso en fuerza. ¿Quién se ha endurecido contra él y ha quedado ileso?
5 El arranca las montañas de su lugar, y ellas no saben que en su furor las trastorna.
6 El sacude la tierra de su lugar y estremece sus columnas.
7 El manda al sol, y éste no brilla; y pone un sello a las estrellas.
8 Por sí solo extiende los cielos y camina sobre las ondas del mar.
9 El hizo la Osa Mayor, el Orión, las Pléyades y las constelaciones del sur.
10 El hace cosas tan grandes que son inescrutables, y maravillas que no se pueden enumerar.
11 Si él cruza junto a mí, yo no le veo; él pasa sin que yo lo comprenda.
12 Si él arrebata, ¿quién lo hará desistir? ¿Quién le dirá: “¿Qué haces?”
13 Dios no detendrá su ira; bajo él se postran los que ayudan a Rahab.
14 ¿Cómo, pues, podré responderle? ¿Podré yo escoger mis palabras para con él?
15 Aun siendo justo, no podría responder; más bien, pediría clemencia en mi causa.
16 Si yo le invocara y él me respondiese, yo no podría creer que escuchara mi voz.
17 Porque me aplasta con tormenta, y aumenta mis heridas sin causa.
18 No me deja cobrar aliento, sino que me colma de amarguras.
19 Si se trata de fuerzas, ¡he aquí que es poderoso! Si se trata de juicio, ¿quién le convocará?
20 Si me declaro justo, mi boca me condena; si íntegro, él me declara culpable.
21 ¿Soy íntegro? Ni yo mismo me conozco. ¡Desprecio mi vida!
22 Da lo mismo, por lo cual digo: “Al íntegro y al impío, él los consume.
23 Si el azote mata de repente, él se ríe de la desesperación de los inocentes.
24 La tierra es entregada en manos de los impíos, y él cubre el rostro de sus jueces. Si no es él, entonces, ¿quién es?
25 Mis días son más veloces que un corredor; huyen sin lograr ver el bien.
26 Pasan como embarcaciones de junco, como un águila que se lanza sobre su comida.”
27 Si digo: “Olvidaré mi queja; cambiaré mi semblante y estaré alegre,“
28 entonces me turban todos mis dolores; sé que no me tendrás por inocente.
29 Yo he sido declarado culpable; entonces, ¿para qué fatigarme en vano?
30 Aunque me bañe con jabón y limpie mis manos con lejía,
31 aun así me hundirás en el hoyo, y me abominarán mis vestiduras.
32 Porque él no es hombre como yo para que le responda, y para que juntos vengamos a juicio.
33 No hay entre nosotros un árbitro que ponga su mano sobre ambos.
34 ¡Que quite de sobre mí su vara, y que no me espante su terror!
35 Entonces yo hablaré y no le temeré; de otro modo, yo no soy dueño de mí mismo.