La Historia de la Redención

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Se castiga la presunción

La gente de Bet-semes estaba cosechando en el campo y cuando vio el arca de Dios sobre el carro tirado por las vacas, se regocijó en gran manera. Sabían que esto era obra de Dios. Las vacas tiraron del carro que llevaba el arca hasta una gran piedra, y allí se quedaron quietas. Los levitas tomaron el arca de Jehová y la ofrenda de los filisteos, y ofrecieron en holocausto el carro y las vacas que habían traído el arca sagrada, y la ofrenda de los filisteos, en honor de Dios. Los jefes de los filisteos regresaron a Ecrón y la plaga cesó. HR 195.1

Los hombres de Bet-semes sentían curiosidad por saber qué gran poder residía en esa arca, que la capacitaba para hacer tantas cosas maravillosas. Consideraban que en ella residía ese poder, y no lo atribuían al Señor. Sólo hombres apartados para el oficio sagrado podían contemplar el arca desprovista de sus coberturas, sin ser muertos, porque contemplarla así era como mirar a Dios mismo. Y la gente satisfizo su curiosidad y abrió el arca para escudriñar sus secretos, lo que los paganos no se habían atrevido a hacer, de modo que los ángeles que cuidaban el arca dieron muerte a más de cincuenta mil personas. HR 195.2

Y la gente de Bet-semes temió al arca y dijo: “¿Quién podrá estar delante de Jehová el Dios santo? ¿A quién subirá desde nosotros? Y enviaron mensajeros a los habitantes de Quiriat-jearim, diciendo: Los filisteos han devuelto el arca de Jehová; descended, pues, y llevadla con vosotros”. La gente de Quiriat-jearim llevó el arca de Jehová a la casa de Abinadab y santificó a su hijo para que la cuidara. Por veinte años los hebreos estuvieron dominados por los filisteos, fueron sumamente humillados y se arrepintieron de sus pecados, y Samuel intercedió por ellos, y Dios volvió a ser misericordioso con ellos. Y los filisteos hicieron guerra contra ellos, y el Señor nuevamente obró en forma milagrosa en favor de Israel, y vencieron a sus enemigos. HR 195.3

El arca permaneció en casa de Abinadab hasta que David llegó a ser rey. Reunió entonces a todos los hombres escogidos de Israel, treinta mil, y fue a buscar el arca de Dios. La colocó sobre un carro nuevo y la trajeron desde la casa de Abinadab. Uza y Ahío, hijos de Abinadab, guiaban el carro. David y toda la casa de Israel tocaban delante del Señor toda clase de instrumentos musicales. “Cuando llegaron a la era de Nacón, Uza extendió su mano al arca de Dios, y la sostuvo; porque los bueyes tropezaban. Y el furor de Jehová se encendió contra Uza, y lo hirió allí Dios por aquella temeridad, y cayó allí muerto junto al arca de Dios”. Uza estaba enojado con los bueyes, porque habían tropezado. Manifestó desconfianza en Dios, como si el que había traído el arca de la tierra de los filisteos no pudiera cuidarla. Los ángeles que la cuidaban hirieron a Uza por poner presuntuosa e impacientemente su mano en el arca de Dios. HR 196.1

“Y temiendo David a Jehová aquel día, dijo: ¿Cómo ha de venir a mí el arca de Jehová? De modo que David no quiso traer para sí el arca de Jehová a la ciudad de David; y la hizo llevar David a la casa de Obed-edom geteo”. David sabía que era pecador, y temía que como Uza podía caer de alguna manera en la presunción y acarrear sobre sí la ira de Dios. “Y estuvo el arca de Jehová en casa de Obed-edom geteo tres meses; y bendijo Jehová a Obed-edom y a toda su casa”. HR 196.2

Dios quería enseñar a su pueblo que si bien es cierto el arca era terror y muerte para los que desobedecían los mandamientos que se hallaban en ella, también era bendición y fortaleza para los que los obedecían. Cuando David se enteró de que la casa de Obed-edom había recibido gran bendición, y que todo lo que tenía prosperaba por causa del arca de Dios, se sintió muy ansioso de traerla a su propia ciudad. Pero antes de aventurarse a mover el arca sagrada, David se consagró a Dios y también mandó a todos los hombres de gran autoridad en el reino que se abstuvieran de todo negocio mundanal y de todo lo que pudiera distraer sus mentes de la sagrada devoción. Así se santificarían para traer el arca sagrada a la ciudad de David. “Entonces David fue, y llevó con alegría el arca de Dios de casa de Obed-edom a la ciudad de David... HR 197.1

“Metieron, pues, el arca de Jehová, y la pusieron en su lugar en medio de una tienda que David le había levantado; y sacrificó David holocaustos y ofrendas de paz delante de Jehová”. HR 197.2