La Historia de la Redención

33/232

El hijo prometido

Después del nacimiento de Isaac la gran alegría manifestada por Abrahán y Sara indujo a Agar a ponerse muy celosa. Ismael había sido instruido por su madre en el sentido de que él iba a ser bendecido especialmente por Dios, como hijo de Abrahán, y heredero de todo lo que se le había prometido al patriarca. Compartió, por lo tanto, los sentimientos de su madre, y se sintió enojado por el gozo manifestado ante el nacimiento de Isaac. Lo despreció, porque creyó que se lo preferiría a él. Sara observó la actitud de Ismael contra su hijo Isaac, y se sintió profundamente ofendida. Informó a Abrahán con respecto a la conducta irrespetuosa de Ismael hacia ella y su hijo Isaac, y le dijo: “Echa a esta sierva y a su hijo, porque el hijo de esta sierva no ha de heredar con Isaac mi hijo”. HR 81.1

Abrahán se sintió profundamente preocupado. Ismael era su hijo, y lo quería mucho. ¿Cómo podía despedirlo? Oró a Dios en medio de su perplejidad porque no sabía qué hacer. El Señor informó al patriarca por medio de sus ángeles que escuchara la voz de Sara, su mujer, y que no permitiera que su afecto por su hijo o por Agar le impidiera cumplir la voluntad de ella. Esto era lo único que podía hacer para restaurar la armonía y la felicidad en la familia. Recibió la consoladora promesa, por parte del ángel, de que Ismael, aunque separado de la casa de su padre, no moriría ni sería olvidado por Dios, porque se lo preservaría por causa de que era hijo de Abrahán. También el Señor le prometió hacer de Ismael una gran nación. HR 81.2

El patriarca tenía una disposición noble y generosa que se puso de manifiesto en su ferviente intercesión en favor de los habitantes de Sodoma. Su fuerte espíritu sufrió mucho. Estaba abrumado de pesar, y su amor paternal fue profundamente conmovido cuando despidió a Agar y a su hijo Ismael para que peregrinaran como extranjeros por tierra ignota. HR 82.1

Si Dios hubiera sancionado la poligamia no habría dicho a Abrahán que despidiera a Agar y a su hijo. Mediante este caso quiso enseñarnos a todos una lección, es a saber, que los derechos y la felicidad de la relación matrimonial deben ser respetados y preservados siempre, aun a costa de grandes sacrificios. Sara era la primera y la única verdadera esposa de Abrahán. Tenía derechos, como esposa y madre, que nadie más podía tener en el seno de la familia. Reverenciaba a su esposo y lo llamaba señor, pero sentía celos de que sus afectos fueran compartidos con Agar. El Señor no reprendió a Sara por la actitud que asumió. Los ángeles, en cambio, reprendieron a Abrahán por desconfiar del poder de Dios, lo que lo indujo a tomar a Agar por esposa con la idea de que por medio de ella se cumplirían las promesas. HR 82.2