La Historia de la Redención

31/232

Vacilación ante las promesas divinas

Después que el patriarca se separó de Lot el Señor le dijo: “Alza ahora tus ojos, y mira desde el lugar donde estás hacia el norte y el sur, y al oriente y al occidente. Porque toda la tierra que ves, la daré a ti y a tu descendencia para siempre. Y haré tu descendencia como el polvo de la tierra; que si alguno puede contar el polvo de la tierra, también tu descendencia será contada”. “Vino la palabra de Jehová a Abram en visión, diciendo: No temas, Abram; yo soy tu escudo, y tu galardón será sobremanera grande... Dijo también Abram: mira que no me has dado prole, y he aquí que será mi heredero un esclavo nacido en mi casa”. HR 78.2

Como Abrahán no tenía hijos, pensó en un comienzo que su fiel siervo Eliezer podría llegar a ser su hijo adoptivo y su heredero. Pero Dios le informó que este siervo no sería ni hijo ni heredero, sino que tendría un hijo verdaderamente suyo. “Y lo llevó fuera, y le dijo: Mira ahora los cielos, y cuenta las estrellas, si las puedes contar. Y le dijo: Así será tu descendencia”. HR 79.1

Si Abrahán y Sara hubieran esperado con fe inconmovible el cumplimiento de la promesa de que tendrían un hijo, se habrían evitado muchos sinsabores. Creían que las cosas sucederían como Dios las había prometido, pero no podían creer que Sara, a su edad, pudiera tener un hijo. Ella sugirió un plan por medio del cual creía que se podría cumplir la promesa de Dios. Suplicó al patriarca que tomara a Agar por esposa. En esto ambos manifestaron falta de fe y perfecta confianza en el poder divino. Al escuchar la voz de Sara y al tomar a Agar como esposa, Abrahán no soportó la prueba de su fe en el ilimitado poder de Dios, y acarreó mucha infelicidad sobre Sara y sobre sí mismo. El Señor quería probar la firmeza de la fe y la confianza del patriarca en sus promesas. HR 79.2