La Historia de la Redención

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Capítulo 10—Abrahán y la simiente prometida

Este capítulo está basado en Génesis 12:1-5; 13; 15; 16; 17; 21; 22:1-19.

El Señor escogió a Abrahán para que cumpliera su voluntad. Se le indicó que abandonara su nación idólatra y se separara de sus familiares. Dios se le había revelado en su juventud y le había dado entendimiento preservándolo de la idolatría. Había planeado hacer de él un ejemplo de fe y verdadera devoción para su pueblo que más tarde viviera sobre la tierra. Su carácter se destacaba por su integridad, su generosidad y su hospitalidad. Imponía respeto puesto que era un poderoso príncipe de su pueblo. Su reverencia y amor a Dios y su estricta obediencia a su voluntad le ganaron el reconocimiento de sus siervos y vecinos. Su piadoso ejemplo y su conducta correcta, junto con las fieles instrucciones que impartía a sus siervos y a toda su familia, los indujo a temer, amar y reverenciar al Dios de Abrahán. HR 77.1

El Señor se le apareció y le prometió que su simiente sería tan numerosa como las estrellas del cielo. También le anunció, mediante la figura del pavor de una gran oscuridad que descendió sobre él, la larga esclavitud de sus descendientes en Egipto. HR 77.2

En el principio Dios dio a Adán una sola esposa, para manifestarle cuál era su plan. Nunca quiso el Señor que el hombre tuviera varias mujeres. Lamec fue el primero que se apartó en este aspecto del sabio plan de Dios. Tuvo dos esposas, que causaron discordia en su familia. La envidia y los celos de ambas lo hicieron infeliz. Cuando los hombres comenzaron a multiplicarse sobre la faz de la tierra y les nacieron hijas, cada uno tomó para sí tantas esposas como le parecía. Ese fue uno de los grandes pecados de los habitantes del mundo antiguo, que atrajo sobre ellos la ira de Dios. Esa costumbre fue practicada después del diluvio, y se hizo tan común que aún algunos justos la siguieron y tuvieron varias esposas. Sin embargo, no fue menor su pecado, porque se corrompieron y se apartaron en ese aspecto de la orden de Dios. HR 77.3

El Señor dijo a Noé y a su familia, los que se salvaron en el arca: “Porque a ti he visto justo delante de mí en esta generación”. Génesis 7:1. Noé tenía una sola esposa, y su familia unida y disciplinada recibió la bendición de Dios. Porque los hijos de Noé también eran justos fueron preservados en el arca con su justo padre. Dios no sancionó la poligamia en ningún caso. Va contra su voluntad. Sabía que destruiría la felicidad del hombre. La paz de Abrahán fue malograda en gran medida gracias a su infeliz unión con Agar. HR 78.1