La Historia de la Redención

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El clamor por liberación

Era una hora de tremenda y terrible agonía para los santos. De día y de noche clamaban a Dios para que los librara. A juzgar por las apariencias, no había posibilidad de huir Los impíos ya habían comenzado a saborear su triunfo y exclamaban: “¿Por qué no os levantáis y salváis vuestra vida?” Pero los santos no los escucharon. Como Jacob, estaban luchando con Dios. Los ángeles anhelaban liberarlos; pero debían esperar un poco más; el pueblo de Dios debía apurar el cáliz y recibir ese bautismo. Los ángeles, fieles a su misión, siguieron velando. Dios no quería que su nombre fuera deshonrado entre los paganos. Ya casi había llegado el tiempo cuando iba a manifestar su formidable poder e iba a librar gloriosamente a sus santos. Para honra de su nombre iba a librar a todos los que lo habían esperado pacientemente y cuyos nombres estaban escritos en el libro. HR 427.2

Se me señaló al fiel Noé. Cuando cayó la lluvia y vino el diluvio, Noé y su familia ya estaban en el arca y Dios los había encerrado en ella. Noé había amonestado fielmente a los moradores del mundo antediluviano mientras se mofaban y lo escarnecían. Pero cuando las aguas cayeron sobre la tierra, y uno tras otro se ahogaba, vieron que el arca de la que tanto se habían burlado flotaba con toda seguridad sobre las olas y protegía al fiel Noé y a su familia. Vi que de la misma manera será librado el pueblo de Dios que fielmente amonestó al mundo acerca de la ira venidera. El Señor no consentirá que los malvados exterminen a los que esperaron la traslación y no se sometieron al decreto de la bestia ni recibieron su marca. Vi que si se permitía que los malvados exterminaran a los santos, Satanás se alegraría con sus malignas huestes y todos cuantos odian a Dios. Y ¡oh, qué triunfo sería para su majestad satánica ejercer poder en el tramo final de la lucha sobre los que durante tanto tiempo esperaron ver a quien tanto amaron! Los que se burlaron de la idea de la ascensión de los santos presenciarán la solicitud de Dios por su pueblo y contemplarán su gloriosa liberación. HR 428.1

Cuando los santos salieron de las ciudades y los pueblos, los malvados los persiguieron para darles muerte. Pero las espadas que se levantaron contra el pueblo de Dios se quebraron y cayeron tan impotentes como la paja. Los ángeles de Dios escudaron a los santos. El clamor por liberación que ascendía de día y de noche, llegó hasta el Señor. HR 428.2