Testimonios Selectos Tomo 5

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Capítulo 9—Lejos de los barrios ricos

Puede parecernos bueno colocar nuestros sanatorios en barrios ricos, pensando que ello dará prestigio a nuestra obra y asegurará una buena clientela para nuestras instituciones; pero ello no es correcto. “Jehová mira no lo que el hombre mira,” 1 Samuel 16:7. El hombre considera la apariencia, Dios mira al corazón. Cuanto menor sea el número de casas opulentas que rodean nuestras instituciones, menor será el número de molestias. Muchos propietarios ricos son irreligiosos y burladores. Los pensamientos mundanos llenan su mente. Las diversiones, los goces y las risas ocupan su tiempo. El lujo y la extravagancia en el vestir absorben sus recursos. En sus casas no se recibe voluntariamente a los mensajeros celestiales. Esas personas prefieren que Dios se mantenga apartado. La humildad es una lección que el hombre aprende muy difícilmente, y es aún más difícil para los ricos y voluptuosos. Los que no se consideran como quienes deben dar cuenta a Dios de lo que poseen, se verán tentados a colocarse en primer lugar, como si sus riquezas, en dinero y en tierras, los independizasen de Dios. Llenos de orgullo y suficiencia propia, piensan valer tanto como su fortuna. 5TS 45.1

Muchos de esos ricos son, a los ojos de Dios, administradores infieles. El ve el fraude en la manera en que adquirieron su fortuna y disfrutan de ella. Ellos despreciaron a Aquel que posee todas las cosas y no han dedicado a aliviar a los dolientes y oprimidos los recursos que les fueron confiados. Han acumulado sobre sus cabezas la ira divina, porque Dios recompensará a cada uno según su obra. Esos hombres no adoran a Dios: se adoran a sí mismos. Ahuyentan de su pensamiento la justicia y la misericordia para reemplazarlas por un espíritu de avaricia y oposición. Dios dice: “¿No los tengo de visitar sobre estas cosas!” Jeremías 9:9. 5TS 45.2

Dios no quedaría satisfecho al ver a cualquiera de nuestras instituciones colocada en un sitio de esta clase, aun cuando sus ventajas parecieran considerables. Los hombres ricos y egoístas ejercen una influencia nefasta sobre los espíritus, y por su medio el enemigo tratará de obstruir nuestro camino. Las malas compañías son siempre perjudiciales a la piedad, y los principios aprobados de Dios pueden quedar destruídos por un vecindario tal. Dios no quiere que seamos como Lot, quien fué a habitar en un lugar donde él y su familia estaban en relaciones constantes con el mal. Lot era rico cuando fué a Sodoma, y sin embargo lo tuvo que abandonar todo. Conducido por la mano de los ángeles, vió a los mensajeros de la ira divina hacer caer las llamas de fuego que consumieron a los habitantes de aquella ciudad altamente favorecida, borrando su encantadora belleza y reduciendo a triste soledad un lugar que Dios había creado maravillosamente hermoso. 5TS 46.1

Nuestros sanatorios no debieran ubicarse cerca de las residencias ricas. De hecho serían considerados como intrusos y serían objeto de aversión. Las expresiones hirientes y las opiniones desfavorables, circularían porque recibiríamos en ellos a enfermos de todas clases. La religión pura y sin mácula hace de todos los hijos de Dios una sola familia. Los une con Jesús en Dios; mas el espíritu del mundo es orgulloso, parcial y exclusivista. 5TS 46.2

Mantengamos nuestros edificios apartados de las residencias principescas; si sus habitantes necesitan nuestros cuidados, aléjense de sus compañeros acostumbrados para dirigirse a lugares más apartados. No agradaremos a Dios si construimos nuestros sanatorios en medio de una población de gente extravagante en su manera de vivir y de vestirse, y que sólo se sienta atraída por aquellos que usan gran ostentación. 5TS 46.3