Testimonios Selectos Tomo 4

96/102

Despiértese a los ociosos

Hay almas que están pereciendo sin Cristo, y los que profesan ser discípulos de Cristo, las dejan morir. A nuestros hermanos se les han confiado talentos para esta misma obra de salvar almas; pero algunos los han envuelto en un pañuelo y los han enterrado en el suelo. ¿Cuánto se asemejan tales ociosos al ángel al que se representa volando por en medio del cielo, proclamando los mandamientos de Dios y la fe de Jesús? ¿Qué súplicas se pueden hacer a los ociosos para despertarlos, a fin de que vayan a trabajar para el Maestro? ¿Qué podemos decir al miembro de la iglesia perezoso para hacerle sentir la necesidad de desenterrar su talento y ponerlo a la disposición de los banqueros? No habrá ociosos ni perezosos en el reino de los cielos. ¡Plegue a Dios presentar este asunto en toda su importancia a las iglesias dormidas! ¡Ojalá que Sión se levante y se vista sus ropas de gala! ¡Ojalá resplandezca! 4TS 412.1

Hay muchos pastores ordenados que nunca han ejercido todavía un cuidado de pastor sobre la grey de Dios, que nunca han velado por las almas como quienes deben dar cuenta. La iglesia, en vez de desarrollarse, es dejada en la condición de un cuerpo débil, dependiente y deficiente. Los miembros de la iglesia, acostumbrados a confiar en la predicación, hacen poco para Cristo. No llevan fruto, sino que más bien aumentan su egoísmo e infidelidad. Ponen su esperanza en el predicador y dependen de sus esfuerzos para mantener viva su débil fe. Por cuanto los miembros de la iglesia no han sido debidamente instruídos por aquellos a quienes Dios puso como veedores, muchos son siervos perezosos que ocultan sus talentos en la tierra, y, sin embargo, se quejan de cómo el Señor los trata. Esperan ser atendidos como niños enfermos. 4TS 412.2

Esta condición de debilidad no debe continuar. Debe hacerse obra bien organizada en la iglesia, para que sus miembros sepan cómo impartir la luz a otros, y así fortalecer su propia fe y aumentar su conocimiento. Mientras impartan aquello que recibieron de Dios, serán confirmados en la fe. Una iglesia que trabaja es una iglesia viva. Hemos de edificar como piedras vivas, y cada piedra ha de emitir luz. Cada cristiano es comparado a una piedra preciosa que recibe la gloria de Dios y la refleja. 4TS 413.1

La idea de que el ministro debe llevar toda la carga y hacer todo el trabajo, es un gran error. Recargado de trabajo y quebrantado, podrá descender al sepulcro cuando, si la carga hubiese sido compartida como el Señor quería, podría haber vivido. A fin de que la carga sea distribuída, deben educar a la iglesia los que pueden enseñar a otros a seguir a Cristo y trabajar como él trabajó. 4TS 413.2