Las reuniones en sábado
Cristo dijo: “Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy en medio de ellos.” Donde quiera que haya siquiera dos o tres creyentes, reúnanse en sábado para pedir al Señor el cumplimiento de su promesa.
4TS 380.2
Los pequeños grupos reunidos para adorar a Dios en su santo día, tienen derecho a pedir la rica bendición de Jehová. Deben creer que el Señor Jesús es un huésped honrado en sus asambleas. Cada verdadero adorador que santifica el sábado debe aferrarse a la promesa: “Para que sepáis que yo soy Jehová que os santifico.”
4TS 380.3
Generalmente la predicación en nuestras reuniones del sábado debe ser corta. Debe darse a los que aman a Dios oportunidad de expresar su gratitud y adoración.
4TS 381.1
Cuando no hay predicador en la iglesia, alguno debe ser nombrado director de la reunión. Pero no es necesario que predique un sermón u ocupe gran parte del culto. Un estudio corto e interesante de la Biblia será con frecuencia de mayor beneficio que un sermón. Esto puede ir seguido de una reunión de oración y testimonio.
4TS 381.2
Los que ocupan algún puesto como dirigentes de la iglesia no deben agotar sus fuerzas físicas y mentales durante la semana de manera que el sábado no puedan traer la influencia vivificadora del evangelio de Cristo a la reunión. Haced menos trabajos temporales cada día, pero no robéis a Dios dándole, en sábado, un servicio que no puede aceptar. No debéis ser hombres sin vida espiritual. Los hermanos necesitan vuestra ayuda en sábado. Dadles alimento de la Palabra. Traed vuestros dones más selectos a Dios en su santo día. Sea la preciosa vida del alma dada a él en servicio sagrado.
4TS 381.3
Nadie venga al lugar de culto para dormir. Esto no debiera verse en la casa de Dios. No os dormís cuando estáis empeñados en vuestros quehaceres temporales, porque tenéis interés en vuestro trabajo. ¿Y permitiremos que el servicio que entraña intereses eternos sea puesto en un nivel inferior al de los asuntos temporales de la vida?
4TS 381.4
Cuando lo hacemos, perdemos la bendición que el Señor quiere que tengamos. El sábado no ha de ser un día de ociosidad inútil. Tanto en el hogar como en la iglesia, debe manifestarse un espíritu de servicio. El que nos dió seis días para nuestro trabajo temporal, bendijo y santificó el séptimo día y lo puso aparte para sí. En este día bendecirá de una manera especial a todos los que se consagran a su servicio.
4TS 381.5
Todo el cielo está observando el sábado, pero no de una manera desatenta y ociosa. En ese día, cada energía del alma debe despertarse; porque ¿no hemos de encontrarnos con Dios y con Cristo nuestro Salvador? Podemos contemplarlo por la fe. El anhela refrescar y bendecir toda alma.
4TS 382.1
Cada uno debe sentir que tiene una parte que desempeñar para hacer interesantes las reuniones del sábado. No hemos de reunirnos simplemente por formalismo, sino para intercambiar los pensamientos, para relatar nuestra experiencia diaria, para expresar agradecimiento, para manifestar nuestro sincero deseo de ser iluminados divinamente, para que conozcamos a Dios y a Jesucristo al cual él envió. El platicar juntos acerca de Cristo fortalecerá el alma para las pruebas y conflictos de la vida. Nunca pensemos que podemos ser cristianos y, sin embargo, encerrarnos dentro de nosotros mismos. Cada uno es una parte de la gran trama de la humanidad, y la experiencia de cada uno quedará grandemente determinada por la experiencia de sus asociados.
4TS 382.2
No obtenemos la centésima parte de la bendición que podríamos obtener del hecho de congregarnos para adorar a Dios. Nuestras facultades perceptivas necesitan ser aguzadas. La comunión de unos con otros debe alegrarnos. Con tal esperanza como la que tenemos, ¿por qué no arde nuestro corazón con el amor de Dios?
4TS 382.3
Debemos llevar a toda reunión religiosa un vivificado sentimiento espiritual de que Dios y sus ángeles están allí, cooperando con todos los verdaderos adoradores. Al entrar en el lugar de culto, pidamos a Dios que quite todo mal de nuestro corazón. Traigamos a su casa solamente lo que él puede bendecir. Arrodillémonos delante de Dios en su templo, y consagrémosle lo suyo, que ha comprado con la sangre de Cristo. Oremos por el predicador o el que dirige la reunión. Roguemos que una gran bendición venga por medio de aquel que ha de presentar la palabra de Dios. Esforcémonos con fervor por obtener una bendición para nosotros mismos.
4TS 382.4
Dios bendecirá a todos los que así se preparen para su servicio. Ellos comprenderán lo que significa tener la seguridad del Espíritu porque han recibido a Cristo por la fe.
4TS 383.1
El lugar de culto puede ser muy humilde, pero no por eso es menos reconocido por Dios. A los que adoran a Dios en espíritu y en verdad y en la belleza de la santidad, será como la puerta del cielo. El grupo de creyentes puede ser pequeño, pero a la vista de Dios es muy precioso. Por la cuña de la verdad, han sido sacados como piedras brutas de la cantera del mundo, y han sido traídos al taller de Dios, para ser tallados y modelados. Pero aun en bruto son preciosos a la vista de Dios. El hacha, el martillo y el cincel de las pruebas están en las manos de un hábil Artífice, que no los emplea para destruir, sino para labrar la perfección de cada alma. Como, piedras preciosas, pulidas a semejanza de las de un palacio, Dios quiere que hallemos un lugar en el templo celestial.
4TS 383.2
Las cosas que Dios nos indica y concede son sin límites. El trono de la gracia es en sí mismo la atracción más elevada, porque está ocupado por uno que nos permite llamarle Padre. Pero Dios no consideró completo el principio de la salvación mientras estaba solamente investido de su amor. Por su propia voluntad, puso en su altar un Abogado revestido con nuestra naturaleza. Como intercesor nuestro, su obra consiste en presentarnos a Dios como sus hijos e hijas. Cristo intercede en favor de los que le han recibido. Les da poder, en virtud de sus propios méritos, para llegar a ser miembros de la familia real, hijos del Rey celestial. Y el Padre demuestra su infinito amor por Cristo, quien pagó nuestro rescate con su sangre, recibiendo y dando la bienvenida a los amigos de Cristo como amigos suyos. Está satisfecho con la expiación hecha. Ha sido glorificado por la encarnación, la vida, la muerte y la mediación de su Hijo.
4TS 383.3
Tan pronto como un hijo de Dios se acerca al propiciatorio, llega a ser cliente del gran Abogado. Cuando pronuncia su primera expresión de penitencia y súplica de perdón, Cristo acepta su caso y lo hace suyo, presentando la súplica ante su Padre como su propia súplica.
4TS 384.1
A medida que Cristo intercede en nuestro favor, el Padre abre los tesoros de su gracia para que nos los apropiemos, para que los disfrutemos y los comuniquemos a otros. “Pedid ‘en mi nombre—dice Cristo,—y no os digo que yo rogaré al Padre por vosotros; pues el mismo Padre os ama, porque vosotros me amasteis.’ Haced uso de mi nombre. Esto dará eficiencia a vuestras oraciones, y el Padre os dará las riquezas de su gracia; por lo tanto, ‘pedid, y recibiréis, para que vuestro gozo sea cumplido.’”
4TS 384.2
Dios desea que sus hijos obedientes se apropien su bendición, y se presenten delante de él con alabanza y agradecimiento. Dios es la fuente de la vida y el poder. El puede hacer del desierto un campo fructífero para el pueblo que guarda sus mandamientos, porque esto es para gloria de su nombre. El ha hecho para su pueblo escogido lo que debiera inspirar agradecimiento a todo corazón, y le agravia que se eleve tan poca alabanza. Desea tener una expresión más enérgica de parte de su pueblo, que demuestre que éste tiene motivos para estar gozoso y alegre.
4TS 384.3
El trato de Dios con su pueblo debe ser repetido con frecuencia. ¡Cuán a menudo levantó el Señor, en su trato con el antiguo Israel, los hitos del camino! A fin de que no olvidasen la historia pasada, ordenó a Moisés que inmortalizase esos acontecimientos en cantos, a fin de que los padres pudiesen enseñárselos a sus hijos. Habían de levantar monumentos recordativos bien a la vista. Debían esmerarse para conservarlos, a fin de que cuando los niños preguntasen acerca de esas cosas, les pudiesen repetir toda la historia. Así eran recordados el trato providencial y la señalada bondad y misericordia de Dios en su cuidado y liberación de su pueblo. Se nos exhorta a traer “a la memoria los días pasados, en los cuales, después de haber sido iluminados, sufristeis gran combate de aflicciones.” El Señor ha obrado como un Dios realizador de prodigios en favor de su pueblo en esta generación. Es necesario recordar con frecuencia a los hermanos jóvenes y ancianos, la historia pasada de la causa de Dios. Necesitamos relatar a menudo la bondad de Dios y alabarle por sus obras admirables.
4TS 384.4
Aunque se nos exhorta a no dejar nuestras reuniones, esas asambleas no han de ser meramente para nuestro refrigerio. Debemos sentirnos inspirados con un celo mayor para impartir el consuelo que hemos recibido. Debemos ser muy celosos para la gloria de Dios, y no atraerle oprobio, ni aun por la tristeza de nuestro rostro ni por palabras mal aconsejadas, como si los requerimientos de Dios restringieran nuestra libertad. Aun en este mundo de pesar, desengaño y pecado, el Señor desea que estemos alegres y fuertes en su fortaleza. Todo el ser tiene el privilegio de dar un testimonio decidido en todo respecto. Mediante nuestro semblante, genio, palabras, y carácter, debemos testificar que el servicio de Dios es bueno. Así proclamamos que “la ley de Jehová es perfecta, que vuelve el alma.”
4TS 385.1
El lado alegre y alentador de nuestra religión debe ser presentado por todos los que se consagran diariamente a Dios. No debemos deshonrar a Dios con un lastimero relato de las pruebas que parecen gravosas. Todas las pruebas que se reciben como medios de educarnos producirán gozo. Toda la vida religiosa será elevadora y ennoblecedora, fragante de buenas palabras y obras. Agrada al enemigo que las almas estén deprimidas, abatidas, llorosas y gemebundas; quiere que se hagan impresiones tales respecto de nuestra fe. Pero Dios quiere que la mente no se rebaje a un nivel inferior. Desea que cada alma triunfe con el poder custodio del Redentor. El salmista dice: “Dad a Jehová, oh hijos de fuertes, dad a Jehová la gloria y la fortaleza. Dad a Jehová la gloria debida a su nombre: humillaos a Jehová en el glorioso santuario.” “Glorificarte he, oh Jehová; porque me has ensalzado, y no hiciste a mis enemigos alegrarse de mí. Jehová Dios mío, a ti clamé y me sanaste. ... Cantad a Jehová, vosotros sus santos, y celebrad la memoria de su santidad.”
4TS 385.2
La iglesia de Dios aquí en la tierra es una con la iglesia de Dios en el cielo. Los creyentes de la tierra y los seres del cielo que nunca han caído constituyen una sola iglesia. Todo ser celestial está interesado en las asambleas de los santos que en la tierra se congregan para adorar a Dios. En el atrio interior del cielo escuchan el testimonio que dan los testigos de Cristo en el atrio exterior de la tierra, y las alabanzas de los adoradores de este mundo son continuadas en la antífona celestial, y el loor y el regocijo repercuten por todos los atrios celestiales porque Cristo no murió en vano por los caídos hijos de Adán. Mientras que los ángeles beben en el manantial principal, los santos de la tierra beben los raudales puros que fluyen del trono, raudales que alegran la ciudad de nuestro Dios. ¡Ojalá que todos pudiesen comprender cuán cerca está el cielo de la tierra! Cuando los hijos nacidos en la tierra no lo saben, tienen ángeles de luz por compañeros. Un testigo silencioso vela sobre toda alma, tratando de atraerla a Cristo. Mientras haya esperanza, hasta que los hombres resistan al Espíritu Santo para eterna ruina suya, son guardados por los seres celestiales. Recordemos todos que en cada asamblea de los santos realizada en la tierra, hay ángeles de Dios escuchando los testimonios, himnos y oraciones. Recordemos que nuestras alabanzas son suplidas por los coros de las huestes angélicas en lo alto.
4TS 386.1
Entonces, mientras nos reunimos de sábado en sábado, cantemos alabanzas a Aquel que nos llamó de las tinieblas a su luz admirable. “Al que nos amó, y nos ha lavado de nuestros pecados con su sangre,” rinda adoración el corazón. Sea el amor de Cristo el tema principal de lo que dice el predicador. Sea lo que se exprese con sencillo lenguaje en todo himno de alabanza. Dicte la inspiración del Espíritu de Dios nuestras oraciones. Mientras se pronuncie la palabra de vida, dé testimonio nuestra sentida respuesta de que hemos recibido el mensaje como mensaje del cielo. Esto es muy anticuado, lo sé, pero será una ofrenda de agradecimiento a Dios por el pan de vida dado al alma hambrienta. Esta respuesta a la inspiración del Espíritu Santo será una fuerza en nuestra propia alma, y un estímulo para otros. Dará cierta evidencia de que hay en el edificio de Dios piedras vivas que emiten luz.
4TS 387.1
Mientras repasamos, no los capítulos obscuros de nuestra experiencia, sino las manifestaciones de la gran misericordia y del inagotable amor de Dios, alabaremos mucho más de lo que nos quejaremos. Hablaremos de la fidelidad amante de Dios, como del fiel, compasivo y tierno pastor de su rebaño, que ha declarado que nadie arrancará de sus manos a sus ovejas. El lenguaje del corazón no será una egoísta murmuración y queja. Las alabanzas, como raudales cristalinos, brotarán de los que creen verdaderamente en Dios. “Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida: y en la casa de Jehová moraré por largos días.” “Hasme guiado según tu consejo, y después me recibirás en gloria. ¿A quién tengo yo en los cielos? Y fuera de ti nada deseo en la tierra.”
4TS 387.2
¿Por qué no elevar la voz de nuestros cánticos espirituales en nuestras peregrinaciones? ¿Por qué no volver a nuestra sencillez y fervor? La razón por la cual no estamos más gozosos consiste en que hemos perdido nuestro primer amor. Seamos, pues, celosos y arrepintámonos, no sea que nuestro candelero sea quitado de su lugar.
4TS 388.1
El templo de Dios está abierto en el cielo, y el umbral está inundado con la gloria de Dios, destinada a toda iglesia que ame a Dios y guarde sus mandamientos. Necesitamos estudiar, meditar y orar. Entonces tendremos visión espiritual para discernir los atrios interiores del templo celestial. Percibiremos los temas de los himnos y agradecimientos del coro celestial que está alrededor del trono. Cuando Sión se levante y resplandezca, su luz será muy penetrante y se oirán preciosos himnos de alabanza y agradecimiento en las asambleas de los santos. Las murmuraciones y quejas por pequeñas desilusiones y dificultades cesarán. Mientras apliquemos el colirio áureo, veremos las glorias venideras. La fe penetrará las densas sombras de Satanás, y veremos a nuestro Abogado ofreciendo el incienso de sus propios méritos en nuestro favor. Cuando veamos esto tal cual es, como el Señor desea que lo veamos, estaremos llenos del sentimiento de la inmensidad y diversidad del amor de Dios.
4TS 388.2
Dios enseña que debemos congregarnos en su casa para cultivar los atributos del amor perfecto. Esto preparará a los moradores de la tierra para las mansiones que Cristo ha ido a preparar para todos los que le aman. Allí se congregarán en el santuario de sábado en sábado, de luna nueva en luna nueva, para unirse en los más sublimes acentos de alabanza y agradecimiento a Aquel que está sentado en el trono, y al Cordero para siempre jamás.
4TS 388.3
1861
4TS
Testimonios Selectos Tomo 4
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42\u2014Las mujeres como obreras evang\u00e9licas","mp3":"\/mp3\/1861\/0057_spa_f_capitulo_42_las_mujeres_como_obreras_evangelicas_1861_1320.mp3#duration=700&size=4953209"},{"para_id":"1861.1357","title":"Cap\u00edtulo 43\u2014La ense\u00f1anza de la religi\u00f3n en el hogar","mp3":"\/mp3\/1861\/0058_spa_f_capitulo_43_la_ensenanza_de_la_religion_en_el_hogar_1861_1357.mp3#duration=112&size=1426769"},{"para_id":"1861.1362","title":"Cap\u00edtulo 44\u2014Frente a la oposici\u00f3n","mp3":"\/mp3\/1861\/0059_spa_f_capitulo_44_frente_a_la_oposicion_1861_1362.mp3#duration=478&size=3625977"},{"para_id":"1861.1386","title":"Cap\u00edtulo 45\u2014La par\u00e1bola de la oveja perdida","mp3":"\/mp3\/1861\/0060_spa_f_capitulo_45_la_parabola_de_la_oveja_perdida_1861_1386.mp3#duration=242&size=2204108"},{"para_id":"1861.1395","title":"Cap\u00edtulo 46\u2014El designio de Dios para nuestros 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