Capítulo 6—La diligencia en los negocios
“¿HAS visto hombre solícito en su obra? delante de los reyes estará; no estará delante de los de baja suerte.” “La mano negligente hace pobre: mas la mano de los diligentes enriquece.” “Amándoos los unos a los otros con caridad fraternal; previniéndoos con honra los unos a los otros; en el cuidado no perezosos; ardientes en espíritu; sirviendo al Señor.”
4TS 26.1
Las muchas amonestaciones a ser diligentes que hallamos tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, indican claramente la íntima relación que existe entre nuestras costumbres de vida y nuestras prácticas y sentimientos religiosos. La mente y el cuerpo humano están constituídos de tal manera que necesitan bastante ejercicio para el debido desarrollo de todas sus facultades. Aunque muchos están demasiado dedicados a los negocios mundanales, otros van al extremo opuesto, y no trabajan suficientemente para sostenerse a sí mismos y a aquellos que dependen de ellos. El Hno. * * * pertenece a esta clase. Mientras ocupa el puesto de jefe de familia, no lo es en realidad. Deja descansar las pesadas responsabilidades y cargas sobre su esposa, mientras él se entrega a la indolencia descuidada, o se ocupa con pequeños asuntos que representan muy poco para el sostén de su familia. Suele permanecer sentado durante varias horas y conversar con sus hijos y vecinos acerca de asuntos de poca consecuencia. Toma las cosas con comodidad, goza de la vida, mientras que la esposa y madre hace el trabajo que tiene que ser hecho para preparar la comida y la ropa.
4TS 26.2
Este hermano es un pobre hombre, y siempre será una carga para la sociedad a menos que asuma el privilegio que Dios le dió y se haga hombre. Cualquiera puede encontrar trabajo de alguna clase si realmente lo desea; pero el descuidado y desatento, encontrará que los puestos que podría haber conseguido son llenados por los que tienen mayor actividad y tino comercial.
4TS 26.3
Hermano mío, Dios no quiso nunca que Vd. estuviese en la situación de pobreza en que se encuentra ahora. ¿Por qué le habría dado ese físico? Vd. es tan responsable de sus facultades físicas como sus hermanos lo son de sus recursos. Algunos de ellos saldrían ganando si pudiesen cambiar su propiedad por las fuerzas físicas de Vd. Pero si se encontrasen en su situación, mediante el empleo diligente de sus facultades mentales y físicas no pasarían menester ni deberían nada a nadie. No es porque Dios le tenga inquina por lo que las circunstancias parecen estar contra Vd., sino porque Vd. no emplea las fuerzas que le ha dado. El no quería que sus facultades se herrumbrasen en la inacción, sino que Vd. las fortaleciese por el uso. La religión que Vd. profesa le impone el deber de emplear su tiempo tanto durante los seis días de trabajo, como asistir a la iglesia el sábado. Vd. no es diligente en los negocios. Vd. deja pasar las horas, los días y aun las semanas sin hacer nada. El mejor sermón que usted podría predicar al mundo sería mostrar una decidida reforma en su vida, y proveer para su familia. Dice el apóstol: “Si alguno no tiene cuidado de los suyos, y mayormente de los de su casa, la fe negó, y es peor que un infiel.”
4TS 27.1
Vd. ocasiona oprobio a la causa domiciliándose en un lugar, donde permanece en la indolencia por un tiempo, y luego se ve obligado a endeudarse a fin de proveer para su familia. Vd. no es siempre escrupuloso en pagar esas deudas, sino que en vez de hacerlo se traslada a otro lugar. Esto es defraudar a su prójimo. El mundo tiene derecho a esperar estricta integridad de aquellos que profesan ser cristianos de acuerdo con la Biblia. Por la indiferencia de un hombre en cuanto a pagar sus justas deudas, todos nuestros hermanos están en peligro de ser considerados como deshonestos.
4TS 27.2
“Y como queréis que os hagan los hombres, así hacedles también vosotros.” Esto se refiere a los que trabajan con sus manos tanto como a aquellos que tienen dones que conceder. Dios le ha dado fuerza y habilidad, pero Vd. no las ha usado. Su fuerza es suficiente para proveer abundantemente a las necesidades de su familia. Levántese por la mañana, aun mientras las estrellas brillan, si es necesario. Propóngase hacer algo, y luego hágalo. Redima toda promesa, a menos que la enfermedad le postre. Mejor es negarse el alimento y el sueño que ser culpable de defraudar a otros de lo que se les debe con justicia.
4TS 28.1
La montaña del progreso no se puede trepar sin esfuerzo. Nadie necesita esperar ser llevado al premio en los asuntos religiosos ni en los seculares, independientemente de sus propios esfuerzos. La carrera no es siempre para los veloces, ni la batalla para los fuertes; sin embargo, el que trabaja con mano perezosa empobrecerá. Los perseverantes y laboriosos no son siempre felices, pero contribuyen grandemente a la felicidad ajena. La competencia y la comodidad no se alcanzan generalmente sino por ardoroso trabajo. Faraón demostró su aprecio por este rasgo de carácter cuando dijo a José: “Si entiendes que hay entre ellos hombres eficaces, pónlos por mayorales del ganado mío.”
4TS 28.2
El Hno. * * * no tiene excusa, a menos que sean una excusa el amor a la comodidad y la incapacidad de hacer planes y ponerse a trabajar. La mejor conducta que le incumbe ahora es irse de casa y trabajar bajo la dirección de otro que haga planes para él. Ha sido durante tanto tiempo negligente e indolente amo propio que realiza poco, y su ejemplo es malo para sus hijos. Ellos llevan la estampa de su carácter. Dejan que la madre lleve las cargas. Cuando se les pide que hagan algo, lo hacen; pero no cultivan, como deben cultivar todos los niños, la facultad de ver lo que necesita ser hecho y hacerlo sin que se les diga.
4TS 28.3
Una mujer se perjudica a sí misma y a los miembros de su familia gravemente cuando hace el trabajo suyo y el de ellos también; cuando trae la leña y el agua, y aun toma el hacha para cortar la leña, mientras su esposo y sus hijos permanecen sentados alrededor del fuego en agradable reunión social. Dios nunca se propuso que las esposas y madres fuesen esclavas de sus familias. Más de una madre está sobrecargada de cuidados, porque no ha enseñado a sus hijos a participar de las cargas domésticas. Como resultado, ella envejece y muere prematuramente, dejando a sus hijos precisamente cuando más necesitan a una madre que guíe sus pies inexpertos. ¿Quién tiene la culpa?
4TS 29.1
Los esposos deben hacer todo lo que puedan para ahorrar cuidados a la esposa, y mantener alegre su espíritu. Nunca debe fomentarse la ociosidad ni permitirse en los niños, porque pronto viene a ser un hábito. Cuando no se las dedica a ocupaciones útiles, las facultades degeneran o se vuelven activas en obras malas.
4TS 29.2
Lo que Vd. necesita, hermano mío, es ejercicio activo. Cada rasgo de su rostro, cada facultad de su mente lo indica. A Vd. no le gusta el trabajo rudo, ni ganarse el pan con el sudor de su frente. Pero éste es el plan ordenado por Dios en la economía de la vida.
4TS 29.3
Vd. no termina lo que emprende. No se ha disciplinado en la regularidad. El sistema es todo. Haga tan sólo una cosa a la vez, y hágala bien, terminándola antes de empezar el segundo trabajo. Vd. debiera tener horas regulares para levantarse, orar, comer. Muchos malgastan horas de precioso tiempo en cama, porque ello satisface la inclinación natural, y el obrar de otra manera requiere esfuerzo. Una hora desperdiciada por la mañana está perdida, y nunca se ha de recuperar. Dice el sabio: “Pasé junto a la heredad del hombre perezoso, y junto a la viña del hombre falto de entendimiento; y he aquí que por toda ella habían ya crecido espinas, ortigas habían ya cubierto su haz, y su cerca de piedra estaba ya destruída. Y yo miré, y púselo en mi corazón: vílo, y tomé consejo. Un poco de sueño, cabeceando otro poco, poniendo mano sobre mano otro poco para dormir; así vendrá como caminante tu necesidad, y tu pobreza como hombre de escudo.”
4TS 29.4
Los que pretenden en alguna manera llegar a la piedad deben adornar la doctrina que profesan, y no dar ocasión a que la verdad sea vilipendiada por causa de su conducta inconsiderada. “No debáis a nadie nada,” dice el apóstol. Vd. debe ahora, hermano mío, emprender fervorosamente la corrección de sus costumbres de indolencia, redimiendo el tiempo. Vea el mundo que la verdad ha obrado una reforma en su vida.
4TS 30.1
*****
No se lisonjee nadie de tener éxito a menos que conserve la integridad de su conciencia, entregándose completamente a la verdad y a Dios. Debemos avanzar constantemente, sin descorazonarnos ni desesperar en la buena obra, cualesquiera que sean las pruebas que asedien nuestra senda, cualesquiera que sean las tinieblas morales que nos rodeen. La paciencia, la fe y el amor al deber son las lecciones que debemos aprender. El sojuzgamiento del yo y el mirar a Jesús, constituyen una obra de cada día. El Señor no abandonará jamás al alma que confía en él y pide su ayuda. La corona de la vida ceñirá solamente las sienes del vencedor. Cada uno tiene que hacer, mientras viva, un trabajo ferviente y solemne para Dios.—Testimonies for the Church 5:70, 71.
4TS 30.2
1861
4TS
Testimonios Selectos Tomo 4
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