Testimonios Selectos Tomo 3

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Capítulo 26—Las ovejas perdidas

Se me llamó la atención a la parábola de la oveja perdida. Las noventa y nueve ovejas fueron dejadas en el desierto, y se emprendió la búsqueda de aquella que se había perdido. Cuando la halla, el pastor se la pone al hombro y vuelve con regocijo. No regresa murmurando y censurando a la pobre oveja perdida por haberle causado tanta dificultad, sino que vuelve cargado con la oveja, pero regocijándose. 3TS 126.1

Pero es necesaria una demostración de gozo aún mayor. Llama a sus amigos y vecinos para que se regocijen con él, “porque he hallado mi oveja que se había perdido.” El hallazgo es tema de regocijo; no se da realce al descarrío de la oveja; porque el gozo de haberla hallado supera la tristeza de la pérdida, la congoja, la perplejidad y el peligro arrostrados al buscar a la oveja perdida y devolverle la seguridad. “Os digo, que así habrá más gozo en el cielo de un pecador que se arrepiente, que de noventa y nueve justos, que no necesitan arrepentirse.” 3TS 126.2