Testimonios Selectos Tomo 3

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Capítulo 19—La debida observancia del sábado

El 25 de diciembre de 1865 me fué mostrado que ha habido demasiada negligencia en cuanto a la observancia del sábado. No ha habido prontitud para cumplir los deberes regulares durante los seis días de trabajo que Dios ha dado al hombre, ni cuidado para no usurpar una hora del tiempo santo y sagrado que él se ha reservado. No hay negocios humanos que deban ser considerados de suficiente importancia para hacerle a uno transgredir el cuarto precepto de Jehová. Hay casos en los cuales Cristo ha dado permiso para trabajar aun en el sábado, cuando se trata de salvar la vida de los hombres o de los animales. Pero si violamos la letra del cuarto mandamiento para beneficiarnos, desde un punto de vista pecuniario, llegamos a ser violadores del sábado y somos culpables de transgredir todos los mandamientos; porque si ofendemos en un punto, somos culpables en todos. Si, a fin de ahorrar nuestros bienes, violamos el mandamiento expreso de Jehová, ¿dónde nos detendremos? ¿Dónde fijaremos los límites? Si transgredimos en un asunto pequeño, y lo consideramos como si no fuese pecado particular de nuestra parte, la conciencia se endurece, las sensibilidades se embotan, a tal punto que podemos ir más lejos, y realizar bastante trabajo y seguir lisonjeándonos de ser observadores del sábado cuando, según la norma de Cristo, estamos violando cada uno de los santos preceptos de Dios. Existe un defecto entre los observadores del sábado al respecto, pero Dios es muy escrupuloso, y todos los que sientan que están ahorrando un poco de tiempo, u obteniendo ventajas por usurpar un poco del tiempo del Señor, tarde o temprano sufrirán una pérdida. El no los puede bendecir como le agradaría hacerlo, porque su nombre es deshonrado por ellos, y sus preceptos menospreciados. La maldición de Dios recae sobre ellos y perderán diez o veinte veces más de lo que ganan. “¿Robará el hombre a Dios? Pues vosotros me habéis robado.” 3TS 83.1

Dios ha dado al hombre seis días en los cuales trabajar para sí, pero se ha reservado un día en el cual se le ha de honrar especialmente. Se le ha de glorificar, y respetar su autoridad. Y sin embargo, el hombre robará a Dios apropiándose de un poco del tiempo que el Creador se ha reservado para sí. Dios puso aparte el séptimo día como período de descanso para el hombre, para bien del hombre tanto como para su propia gloria. El vió que las necesidades del hombre requerían que durante un día descansase del trabajo y cuidado, que su salud y vida peligrarían sin un período de reposo del trabajo y ansiedad de los seis días. 3TS 84.1

El sábado fué hecho para beneficio del hombre; y el transgredir a sabiendas el santo mandamiento que prohibe trabajar en el séptimo día, es a la vista del cielo un crimen considerado de tal magnitud bajo la ley mosaica, que exigía la muerte del que lo cometiera. Pero esto no era todo lo que el delincuente había de sufrir, porque Dios no iba a llevar al cielo a un transgresor de su ley. Debe sufrir la segunda muerte, que es la penalidad plena y final a que se hace acreedor el transgresor de la ley de Dios. 3TS 84.2