Testimonios Selectos Tomo 3
Capítulo 44—Colaboradores de Cristo
El tiempo transcurrido durante el congreso de 1874 y después del mismo, fué un tiempo importante para X... Si hubiese habido allí una casa de culto cómoda y placentera, se habrían decidido por la verdad dos veces más personas de las que fueron realmente ganadas. Dios trabaja con nuestros esfuerzos. Podemos cerrar el camino de los pecadores mediante nuestra negligencia y egoísmo. Debiera haberse manifestado gran diligencia en tratar de salvar a aquellos que están todavía en el error, aunque interesados en la verdad. En el servicio de Cristo se necesita un comando tan sabio como el que se requiere para los batallones de un ejército que protege la vida y la libertad del pueblo. No todos pueden trabajar juiciosamente para la salvación de las almas. Es necesario pensar detenidamente. No debemos entrar al azar en la obra del Señor y esperar éxito. El Señor necesita hombres de intelecto, hombres de reflexión. Jesús pide colaboradores, no personas que siempre cometan errores. Dios necesita hombres inteligentes y que piensen correctamente, a fin de hacer la gran obra necesaria para la salvación de las almas. 3TS 231.1
Los mecánicos, los abogados, los negociantes, los hombres de todos los oficios y profesiones, se educan a fin de llegar a dominar su ramo. ¿Deben los que siguen a Cristo ser menos inteligentes, y mientras profesan dedicarse a su servicio, ignorar los medios y recursos que han de emplearse? La empresa de ganar la vida eterna es superior a toda consideración terrenal. A fin de conducir a las almas a Cristo, debe conocerse la naturaleza humana y estudiarse la mente humana. Se requiere mucha reflexión cuidadosa y ferviente oración para saber cómo acercarse a los hombres y las mujeres a fin de presentarles el gran tema de la verdad. 3TS 231.2
Algunas personas impulsivas, aunque sinceras, después que se ha dado un discurso categórico, suelen abordar a los que no creen como nosotros de una manera muy abrupta, y les hacen repelente la verdad que deseamos verles recibir. “Los hijos de este siglo son en su generación más sagaces que los hijos de luz.” Los negociantes y los políticos estudian la cortesía. Es su costumbre hacerse tan atrayentes como les sea posible. Procuran que sus discursos y modales ejerzan la mayor influencia sobre la mente de cuantos los rodeen. Emplean su conocimiento y capacidad tan hábilmente como les sea posible a fin de alcanzar su objeto. 3TS 231.3
Los que profesan creer en Cristo sacan a relucir gran cantidad de desechos, que obstruyen el camino de la cruz. No obstante todo esto, hay personas que están tan profundamente convencidas, que pasarán por todo desaliento y salvarán cualquier obstáculo a fin de alcanzar la verdad. Pero si los que profesan creer en la verdad hubiesen purificado sus mentes obedeciéndola, si hubiesen sentido la importancia del conocimiento y del refinamiento de los modales en la obra de Cristo, donde se ha salvado un alma podrían haberse salvado veinte. 3TS 232.1
Además, después que las personas se han convertido a la verdad, es necesario cuidarlas. El celo de muchos ministros parece cesar tan pronto como cierta medida de éxito acompaña sus esfuerzos. No se dan cuenta de que muchos recién convertidos necesitan cuidados, atención vigilante, ayuda y estímulo. No deben ser dejados solos, a la merced de las más poderosas tentaciones de Satanás; necesitan ser educados con respecto a sus deberes, hay que tratarlos bondadosamente, conducirlos, visitarlos y orar con ellos. Estas almas necesitan el alimento asignado a cada uno a su debido tiempo. 3TS 232.2
No es extraño que algunos se desanimen, se demoren en el camino, y sean devorados por los lobos. Satanás persigue a todos. Envía a sus agentes para reintegrar a sus filas a las almas que perdió. Debe haber más padres y madres que reciban en su corazón a estos niños en la verdad, y los estimulen y oren por ellos, para que su fe no se confunda. 3TS 232.3
La predicación es una pequeña parte de la obra que ha de ser hecha por la salvación de las almas. El Espíritu de Dios convence a los pecadores de la verdad, y los pone en los brazos de la iglesia. Los predicadores pueden hacer su parte, pero no pueden nunca realizar la obra que la iglesia debe hacer. Dios requiere que su iglesia cuide de aquellos que son jóvenes en la fe y experiencia, que vaya a ellos, no con el propósito de chismear con ellos, sino para orar, para hablarles palabras que sean “como manzanas de oro en canastillos de plata.” 3TS 233.1
Todos necesitamos estudiar el carácter y los modales para saber tratar juiciosamente con los diferentes intelectos, para poder emplear nuestros mejores esfuerzos en ayudarles a comprender correctamente la Palabra de Dios, y a vivir una verdadera vida cristiana. Debemos leer la Biblia con ellos, y desviar su mente de las cosas temporales a sus intereses eternos. Es el deber de los hijos de Dios ser sus misioneros, llegar a relacionarse con aquellos que necesitan ayuda. Si uno está tambaleando bajo la tentación, su caso debe ser considerado cuidadosamente y tratado sabiamente; porque su interés eterno está en juego, y las palabras y los hechos de aquellos que trabajan por él pueden ser un sabor de vida para vida o de muerte para muerte. 3TS 233.2
A veces se presenta algún caso que debe ser estudiado con oración. Debe mostrarse a la persona su verdadero carácter, debe comprender sus propias peculiaridades de disposición y temperamento, y ver sus flaquezas. Debe tratársela con juicio. Si se la puede alcanzar, si se puede conmover su corazón por este trabajo prudente y paciente, esta persona podrá ser ligada con fuertes vínculos a Cristo e inducida a confiar en Dios. ¡Oh, cuando se hace una obra como ésta, todo el cielo la mira y se regocija en ella; porque un alma preciosa ha sido rescatada de las trampas de Satanás, salvada de la muerte! ¡Oh! ¿No valdrá la pena trabajar inteligentemente por la salvación de las almas? Cristo pagó el precio de su propia vida por ellas, y ¿preguntarán los que le siguen: “¿Soy yo guarda de mi hermano?” ¿No trabajarán al unísono con el Maestro? ¿No apreciaremos el valor de las almas por las cuales nuestro Salvador murió? 3TS 233.3
Se han hecho algunos esfuerzos para interesar a los niños en la causa; pero no han sido suficientes. Nuestras escuelas sabáticas debieran hacerse más interesantes. Las escuelas fiscales han mejorado mucho sus métodos de enseñanza en los últimos años. Se emplean lecciones objetivas, cuadros y pizarrones, para que las lecciones difíciles sean claras para las mentes juveniles. Así también puede simplificarse la verdad presente y hacerse intensamente interesante para los intelectos activos de los niños. 3TS 234.1
Ciertos padres, a quienes no se puede alcanzar de otra manera, quedan con frecuencia alcanzados por medio de sus hijos. Los maestros de la escuela sabática pueden instruir a los niños en la verdad, y ellos, a su vez, la llevarán al círculo de la familia. Pero pocos maestros parecen comprender la importancia de este ramo de la obra. Los métodos de enseñanza que se han adoptado con tanto éxito en las escuelas fiscales pueden ser empleados con resultados similares en las escuelas sabáticas, y ser el medio de atraer a los niños a Jesús y de educarlos en la verdad bíblica. Esto hará mucho más bien que la excitación religiosa de un carácter emotivo que se desvanece tan rápidamente como se produce. 3TS 234.2
Debe albergarse el amor de Cristo. Se necesita más fe en la obra que creemos ha de ser hecha antes de la venida de Cristo. Debe haber más labor de abnegación y sacrificio en la debida dirección. Debe estudiarse con más reflexión y oración para saber cómo trabajar más ventajosamente. Deben madurarse planes cuidadosos. Hay entre nosotros intelectos que pueden inventar y ejecutar planes si tan sólo se los pone a contribución. Y los esfuerzos bien dirigidos e inteligentes serán seguidos por grandes resultados. 3TS 234.3
Las reuniones de oración deben ser los cultos más interesantes que se tengan; pero con frecuencia son mal dirigidas. Muchos asisten a la predicación, pero descuidan la reunión de oración. También en este punto se requiere instrucción. Debe pedirse sabiduría a Dios, y deben hacerse planes para dirigir las reuniones de manera que sean interesantes y atrayentes. La gente tiene hambre del pan de vida. Si lo encuentra en la reunión de oración, irá para recibirlo. 3TS 235.1
Las oraciones y los discursos largos y prosaicos no cuadran en ningún lugar, pero mucho menos en la reunión de testimonios. Se deja a los más osados y a los que están siempre listos para hablar, que impidan a los tímidos y retraídos que den su testimonio. Los que son más superficiales son generalmente los que tienen más que decir. Sus oraciones son largas y mecánicas. Cansan a los ángeles y a la gente que los escucha. Las oraciones deben ser cortas y directas. Déjense las largas y cansadoras peticiones para la cámara secreta, si alguno las tiene que ofrecer. Dejemos al Espíritu de Dios entrar en nuestro corazón, y él apartará toda árida formalidad. 3TS 235.2
La música puede ser un gran poder para el bien; y sin embargo no sacamos el mejor partido posible de este ramo del culto. Se canta generalmente por impulso o para hacer frente a casos especiales, y en otras ocasiones a los que cantan se les deja cometer errores y equivocaciones, y la música pierde el efecto que debe tener sobre la mente de los creyentes. La música debe tener belleza, majestad y poder. Elévense las voces en cantos de alabanza y devoción. Si es posible, acudamos a la ayuda de una música instrumental, y ascienda a Dios la gloriosa armonía como ofrenda aceptable. 3TS 235.3
Pero es a veces más difícil disciplinar a los cantores y mantenerlos en orden, que mejorar las costumbres de la gente en cuanto a orar y exhortar. Muchos quieren hacer las cosas según su propio estilo; se oponen a las consultas, se impacientan bajo la dirección. En el servicio de Dios se necesitan planes bien madurados. El sentido común es algo excelente en el culto del Señor. Las facultades del pensar deben ser consagradas a Cristo y deben idearse medios y recursos para servirle mejor. La iglesia de Dios que procura hacer bien, viviendo la verdad y tratando de salvar almas, puede ser un poder en el mundo si quiere ser disciplinada por el Espíritu del Señor. Sus miembros no deben pensar que pueden trabajar para la eternidad con negligencia. 3TS 235.4
Como pueblo, perdemos mucho por falta de simpatía y sociabilidad unos con otros. El que habla de independencia y se encierra en sí mismo no está ocupando el puesto que Dios le destinó. Somos hijos de Dios, y dependemos mutuamente unos de otros para nuestra felicidad. Sobre nosotros pesan los derechos de Dios y de la humanidad. Debemos desempeñar todos nuestra parte en esta vida. El debido cultivo de los elementos sociales de nuestra naturaleza es lo que nos pone en simpatía con nuestros hermanos y nos proporciona felicidad en nuestros esfuerzos por beneficiar a otros. La felicidad del cielo consistirá en la comunión pura de los seres santos, la armoniosa vida social con los ángeles bienaventurados y con los redimidos que hayan lavado y emblanquecido sus vestiduras en la sangre del Cordero. No podemos ser felices mientras estamos engolfados en nuestros propios intereses. Debemos vivir en este mundo para ganar almas para el Salvador. Si perjudicamos a otros, nos perjudicamos a nosotros también. Si beneficiamos a otros nos beneficiamos a nosotros mismos; porque la influencia de toda buena acción se refleja en nuestro corazón. 3TS 236.1
Tenemos el deber de ayudarnos unos a otros. No siempre llegamos a relacionarnos con cristianos sociables, amables y humildes. Muchos no han recibido la debida educación; su carácter está deformado, rudo y nudoso; parece retorcido en todo sentido. Mientras les ayudamos a ver y corregir sus defectos, debemos cuidar de no impacientarnos e irritarnos por las faltas de nuestros prójimos. Hay seres desagradables que profesan a Cristo; pero la belleza de la gracia cristiana los transformará si se ponen diligentemente a obtener la mansedumbre y gentileza de Aquel a quien siguen, recordando que “nadie vive para sí.” ¡Colaboradores de Cristo! ¡Qué posición exaltada! ¿Dónde se han de encontrar los abnegados misioneros en estas grandes ciudades? El Señor necesita obreros en su viña. Debemos temer robarle el tiempo que exige de nosotros; debemos temer gastarlo en la ociosidad y en el atavío del cuerpo, dedicando a insensatos propósitos las horas preciosas que Dios nos ha dado para que las dediquemos a la oración, a familiarizarnos con nuestra Biblia, y a trabajar para beneficio de nuestros semejantes, haciéndonos así a nosotros mismos y a ellos idóneos para la gran obra que nos incumbe. 3TS 236.2
Hay madres que dedican trabajo innecesario a vestidos destinados a hermosear su propia persona y la de sus hijos. Es nuestro deber vestirnos a nosotros y a nuestros hijos sencillamente y con aseo, sin inútiles adornos, bordados o atavíos, cuidando de no fomentar en ellos un amor a la indumentaria que resultaría en su ruina, sino tratando más bien de cultivar las gracias cristianas. Ninguno de nosotros puede ser excusado de sus responsabilidades, y en ningún caso podremos comparecer sin culpa delante del trono de Dios a menos que hagamos la obra que el Señor ha dejado a nosotros encargada. 3TS 237.1
Se necesitan misioneros de Dios, hombres y mujeres fieles que no rehuyan la responsabilidad. Un trabajo juicioso logrará buenos resultados. Hay verdadero trabajo que hacer. La verdad debe ser presentada a la gente de una manera cuidadosa por personas que unan la mansedumbre a la sabiduría. No debemos mantenernos apartados de nuestros semejantes, sino acercarnos a ellos; porque sus almas son tan preciosas como las nuestras. Podemos llevar la luz a sus hogares, y con espíritu enternecido y subyugado, interceder con ellos para que vivan a la altura del exaltado privilegio que se les ofrece; podemos orar con ellos cuando parezca apropiado, y mostrarles que pueden alcanzar cosas superiores, y luego hablarles con prudencia de las verdades sagradas para estos postreros días. 3TS 237.2
Entre nuestro pueblo hay más reuniones dedicadas al canto que a la oración. Pero aun estas reuniones pueden ser dirigidas de una manera tan reverente aunque alegre, que ejerzan buena influencia. Sin embargo, hay demasiadas bromas, ociosa conversación y chismes para que estos momentos resulten beneficiosos para elevar los pensamientos y refinar los modales. 3TS 238.1