Testimonios Selectos Tomo 1

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Una dura prueba

En plena experiencia de mi lucha contra el fanatismo, me vi sujeta a una dura prueba. Si el Espíritu de Dios descendía sobre alguna persona en las reuniones, y ella glorificaba y ensalzaba a Dios, había quienes lo achacaban a mesmerismo; y si al Señor le placía mostrarme alguna visión en una reunión, también se figuraban que era excitación y mesmerismo. 1TS 75.1

Afligida y desalentada, solía retirarme a un lugar apartado para derramar la carga de mi alma ante Aquel que invita a todos los cansados y cargados a que acudan en busca de alivio. A medida que mi fe descansaba en las promesas, me parecía que Jesús estaba muy cerca. Me rodeaba la suave luz del cielo, y me veía circuída por los brazos de mi Salvador, transportada en visión. Pero cuando relataba lo que Dios me había revelado a solas, donde ninguna influencia terrena podía afectarme, me afligía y asombraba al oír a alguien decirme que quienes viven más cerca de Dios están mayormente expuestos a ser engañados por Satanás. 1TS 75.2

Algunos querían hacerme creer que no existe el Espíritu Santo, y que todo cuanto los santos varones de Dios experimentaron fué tan sólo efecto del mesmerismo o de los engaños de Satanás. 1TS 75.3

Quienes, exagerando textos de la Escritura, se abstenían de todo trabajo y rechazaban a cuantos no compartían sus ideas respecto de éste y otros puntos del deber religioso, me acusaban de conformarme al estilo mundano. Por otra parte, los adventistas nominales me inculpaban de fanatismo, y se me representaba falsamente como la cabecilla del fanatismo que me ocupaba sin cesar en combatir. 1TS 75.4

Se señalaron diferentes fechas para la venida del Señor y se hicieron insistentes esfuerzos para hacerlas adoptar por los hermanos. Pero el Señor me mostró que dichas fechas pasarían, porque el tiempo de angustia había de sobrevenir antes de la vuelta de Cristo, y que cada vez que se fijaba una fecha y ésta pasaba de largo, se debilitaba la fe del pueblo de Dios. Por esto me acusaron de ser el siervo malo que decía: “Mi Señor se tarda en venir.” Mateo 24:48. 1TS 75.5

Todas estas cosas pesaban gravemente sobre mi ánimo, y en mi confusión estuve tentada varias veces a dudar acerca de lo que me sucedía. 1TS 76.1

Una mañana, durante las oraciones de familia, el poder de Dios descendió sobre mí, y acudióme a la mente el pensamiento de que era mesmerismo. Lo resistí e inmediatamente quedé muda, y por algunos momentos perdí de vista cuanto me rodeaba. Vi entonces mi pecado en dudar del poder de Dios y que por ello me había quedado muda, pero que antes de veinticuatro horas se desataría mi lengua. Se me mostró una tarjeta en que estaban escritos en letras de oro el capítulo y versículo de cincuenta pasajes de la Escritura. 1TS 76.2

Desvanecida la visión, hice señas de que me trajeran la pizarra y escribí en ella que estaba muda, y también lo que había visto, y que deseaba la Biblia grande. Tomé la Biblia y ávidamente busqué todos los textos que había visto en la tarjeta. 1TS 76.3

No pude hablar en todo el día. A la mañana siguiente temprano, llenóse mi alma de gozo, se desató mi lengua y prorrumpí en grandes alabanzas a Dios. Después de esto ya no me atreví a dudar, ni por un momento resistí al poder de Dios, aunque los demás pensaran de mí lo que quisieran. 1TS 76.4

Hasta entonces no me había sido posible escribir, y mi temblorosa mano era incapaz de sujetar firmemente la pluma. Mientras que estaba en visión, mandóme un ángel que la escribiera. Obedecí, y pude 1TS 76.5

Los Cincuenta Textos escribir fácilmente. Mis nervios estaban fortalecidos, y desde entonces hasta hoy, he tenido la mano firme.