Testimonios Selectos Tomo 1

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Visión del amor del padre

La fe embargaba ya mi corazón. Sentía inexplicable amor hacia Dios, y su Espíritu me daba testimonio de que mis pecados estaban perdonados. Mudé la opinión que tenía acerca del Padre. Empecé a considerarle como un padre bondadoso y tierno, más bien que como un severo tirano que forzase a los hombres a obedecerle ciegamente. Mi corazón sentía un profundo y ferviente amor hacia él. Tenía por gozo el obedecer a su voluntad; y me era un placer estar en su servicio. Ninguna sombra obscurecía la luz que me revelaba la perfecta voluntad de Dios. Sentía la seguridad de que el Salvador moraba en mí, y comprendía la verdad de lo que Cristo dijera: “El que me sigue, no andará en tinieblas, mas tendrá la lumbre de la vida.” Juan 8:12. 1TS 30.1

Mi paz y dicha formaban tan marcado contraste con mi anterior melancolía y angustia, que me parecía haber sido rescatada del infierno y transportada al cielo. Hasta podía alabar a Dios por el accidente que había sido la desgracia de mi vida, porque había sido el medio de fijar mis pensamientos en Dios. Como por naturaleza yo era orgullosa y ambiciosa, tal vez no me habría sentido inclinada a entregar mi corazón a Jesús, a no haber sido por la dura aflicción, que, en cierto modo, me había separado de los triunfos y vanidades del mundo. 1TS 30.2

Durante seis meses, ni una sombra obscureció mi ánimo, ni descuidé un solo deber conocido. Todos mis esfuerzos tendían a hacer la voluntad de Dios, y a recordar de continuo a Jesús y el cielo. Me sorprendían y arrobaban las claras visiones que tenía acerca de la expiación y obra de Cristo. No intentaré explicar más en detalle las preocupaciones de mi mente; baste decir que todas las cosas viejas habían pasado, y todo había sido hecho nuevo. Ni una sola nube echaba a perder mi perfecta felicidad. Anhelaba hablar del amor de Jesús; pero no me sentía en disposición de entablar conversaciones triviales con nadie. Mi corazón estaba tan lleno del amor de Dios, y de la paz que sobrepuja todo entendimiento, que me gustaba meditar y orar. 1TS 30.3