El Ministerio Pastoral

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Capítulo 29—La comunión

La cena del Señor fue el punto de transición entre dos fiestas grandes—Los símbolos de la casa del Señor son sencillos y fácilmente comprensibles, y las verdades representadas por ellos son del más profundo significado para nosotros. Al establecer el servicio sacramental para que tomara el lugar de la pascua, Cristo dejó para su iglesia un monumento conmemorativo de su gran sacrificio por el hombre. “Haced esto—dijo él—en memoria de mí”. Este era el punto de transición entre dos dispensaciones y sus dos grandes fiestas. La una había de concluir para siempre; la otra, que él acababa de establecer, había de tomar su lugar, y continuar durante todo el tiempo como el monumento conmemorativo de su muerte.—El Evangelismo, 202. MPa 195.1

Los miembros no se deben excluir de la cena del Señor porque algunos de los presentes sean indignos—Nadie debe excluirse de la comunión porque esté presente alguna persona indigna. Cada discípulo está llamado a participar públicamente de ella y a dar así testimonio de que acepta a Cristo como Salvador personal. Es en estas ocasiones designadas por él mismo cuando Cristo se encuentra con los suyos y los fortalece por su presencia. Corazones y manos indignos pueden administrar el rito; sin embargo Cristo está allí para ministrar a sus hijos. Todos los que vienen con su fe fija en él serán grandemente bendecidos. Todos los que descuidan estos momentos de privilegio divino sufrirán una pérdida. Acerca de ellos se puede decir con acierto: “No estáis limpios todos”.—El Deseado de Todas las Gentes, 613. MPa 195.2

Sólo el pecado abierto excluye a las personas de la cena del Señor—El ejemplo de Cristo prohibe la exclusividad en la cena del Señor. Es verdad que el pecado abierto excluye a los culpables. Esto lo enseña claramente el Espíritu Santo. Pero, fuera de esto, nadie ha de pronunciar juicio. Dios no ha dejado a los hombres el decir quiénes se han de presentar en estas ocasiones. Porque ¿quién puede leer el corazón? ¿Quién puede distinguir la cizaña del trigo? “Por tanto, pruébese cada uno a sí mismo, y coma así de aquel pan, y beba de aquella copa”. Porque “cualquiera que comiere este pan o bebiere esta copa del Señor indignamente, será culpado del cuerpo y de la sangre del Señor”. “El que come y bebe indignamente, juicio come y bebe para sí, no discerniendo el cuerpo del Señor”.—El Deseado de Todas las Gentes, 612. MPa 195.3

La cena del Señor no debe ser celebrada sólo ocasionalmente o anualmente—La salvación de los hombres depende de una aplicación continua en sus corazones de la sangre purificadora de Cristo. Por lo tanto, la cena del Señor no debería ser celebrada sólo ocasionalmente o anualmente, sino con más frecuencia que la pascua anual. Este solemne rito conmemora un acontecimiento mucho mayor que la liberación de los hijos de Israel de Egipto. Esa liberación simbolizaba la gran expiación que Cristo hizo con el sacrificio de su propia vida para la liberación final de su pueblo.—Comentario Bíblico Adventista 6:1090. MPa 196.1