Servicio Cristiano

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La organización de las fuerzas cristianas

La organización es esencial

El tiempo es corto y nuestras fuerzas deben organizarse para hacer una obra más amplia.—Joyas de los Testimonios 3:295. SC 92.1

La formación de pequeños grupos como base del esfuerzo cristiano me ha sido presentada por Uno que no puede errar.—Joyas de los Testimonios 3:84. SC 92.2

Haya en cada iglesia grupos bien organizados de obreros que trabajen en el vecindario de la misma.—The Review and Herald, 29 de septiembre de 1891. SC 92.3

En toda ciudad debe haber un cuerpo de obreros organizados y bien disciplinados; no solamente uno o dos, sino veintenas deben ser puestos al trabajo.—Boletin de la Asociación General, 1893, 37. SC 92.4

Organícense nuestras iglesias en grupos para servir. Unanse diferentes personas para trabajar como pescadores de hombres. Procuren arrancar almas de la corrupción del mundo y llevarlas a la pureza salvadora del amor de Cristo.—Joyas de los Testimonios 3:84. SC 92.5

La iglesia de Cristo sobre la tierra fué organizada con propósitos misioneros, y el Señor desea ver a la iglesia entera ideando formas y medios por los cuales los encumbrados y los humildes, los ricos y los pobres, puedan escuchar el mensaje de la verdad.—Testimonies for the Church 6:29. SC 92.6

Si hay muchos miembros en la iglesia, organícense en pequeños grupos para trabajar no sólo por los miembros de la iglesia, sino en favor de los incrédulos. Si en algún lugar hay solamente dos o tres que conocen la verdad, organícense en un grupo de obreros.—Joyas de los Testimonios 3:84. SC 92.7

Si la disciplina y el orden son necesarios para una acción que tenga éxito en el campo de batalla, ellas son tanto más indispensables en la guerra en que estamos empeñados cuanto el objeto a alcanzarse es de mayor valor y de un carácter más elevado que aquellos por los cuales contienden las fuerzas opositoras en el campo de batalla. En el conflicto en que estamos empeñados, se encuentran en juego intereses eternos.—Testimonies for the Church 1:649. SC 93.1

Dios es un Dios de orden. Todo lo que se relaciona con el cielo está en orden perfecto; la sumisión y una disciplina cabal distinguen los movimientos de la hueste angélica. El éxito sólo puede acompañar al orden y a la acción armónica. Dios exige orden y sistema en su obra de nuestros días tanto como los exigía en los días de Israel. Todos los que trabajan para él han de actuar con inteligencia, no en forma negligente o al azar. El quiere que su obra se haga con fe y exactitud, para que pueda poner sobre ella el sello de su aprobación.—Historia de los Patriarcas y Profetas, 393. SC 93.2

Debe hacerse obra bien organizada en la iglesia, para que sus miembros sepan cómo impartir la luz a otros, y así fortalecer su propia fe y aumentar su conocimiento. Mientras impartan aquello que recibieron de Dios, serán confirmados en la fe. Una iglesia que trabaja es una iglesia viva. Somos incluidos en la edificación como piedras vivas, y cada piedra ha de emitir luz. Cada cristiano es comparado a una piedra preciosa que capta la gloria de Dios y la refleja.—Joyas de los Testimonios 3:68. SC 93.3