Servicio Cristiano

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Abnegación

La obra de Cristo debe servirnos de ejemplo. Continuamente iba de un lugar a otro haciendo bienes. En el templo y en la sinagoga, en las calles de las ciudades, en los mercados y en los talleres, a la orilla del mar y sobre los montes, predicaba el Evangelio y sanaba a los enfermos. Su vida de servicio desinteresado debe servirnos de manual. Su tierno amor compasivo condena nuestro egoísmo y la dureza de nuestro corazón.—Joyas de los Testimonios 3:298, 299. SC 300.2

El motivo que nos impulsa a trabajar para Dios no debe tener nada que se asemeje al egoísmo. La devoción abnegada y un espíritu de sacrificio han sido siempre y seguirán siendo el primer requisito de un servicio aceptable. Nuestro Señor y Maestro quiere que no haya una sola fibra de egoísmo entretejida con su obra. Debemos dedicar a nuestros esfuerzos el tacto y la habilidad, la exactitud y la sabiduría, que el Dios de perfección exigió de los constructores del tabernáculo terrenal; y sin embargo en todas nuestras labores debemos recordar que los mayores talentos o los servicios más brillantes son aceptables tan sólo cuando el yo se coloca sobre el altar, como un holocausto vivo.—La Historia de Profetas y Reyes, 47. SC 300.3

De todos los hombres del mundo, los reformadores deben ser los más desprendidos, los más bondadosos, los más corteses. En sus vidas debe manifestarse la verdadera bondad de las obras de desprendimiento.—El Ministerio de Curación, 147. SC 300.4