Nuestra Elevada Vocacion

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La oración humilde y perseverante, 7 de mayo

Elías era hombre sujeto a semejantes pasiones que nosotros, y rogó con oración que no lloviese, y no llovió sobre la tierra en tres años y seis meses. Y otra vez oró, y el cielo dió lluvia, y la tierra produjo su fruto. Santiago 5:17, 18. NEV 135.1

En la experiencia de Elías se nos presentan importantes lecciones. Cuando en la cumbre del monte Carmelo oró pidiendo lluvia, su fe fué probada, pero él perseveró presentando su pedido delante de Dios.—The Review and Herald, 27 de marzo de 1913. NEV 135.2

El siervo observaba mientras Elías oraba. Seis veces volvió de su puesto de observación diciendo: No hay nada, ninguna nube, ninguna señal de lluvia. Pero el profeta no cejó en su intento ni se desanimó. Continuó repasando su vida, para descubrir dónde había dejado de honrar a Dios. A medida que escudriñaba su corazón, cada vez disminuía su valor ante sus ojos y ante la vista de Dios. Le parecía que no era nada, y que Dios lo era todo; y cuando llegó al punto de renunciar al yo mientras se aferraba al Salvador como su única fortaleza y justicia, llegó la respuesta. Apareció el siervo y dijo: “Yo veo una pequeña nube como la palma de la mano de un hombre, que sube de la mar”. 1 Reyes 18:44.—The Review and Herald, 26 de mayo de 1891. NEV 135.3

Tenemos un Dios cuyo oído no está cerrado a nuestras peticiones, y si probamos su palabra, él honrará nuestra fe. El quiere que entretejamos todos nuestros intereses con los suyos, y luego podrá bendecirnos sin peligro, porque entonces no nos apoderaremos de la gloria cuando seamos bendecidos, sino que le daremos toda la alabanza a Dios. Dios no siempre contesta nuestras oraciones la primera vez que acudimos a él, porque si lo hiciera así, nosotros daríamos por sentado que tenemos derecho a todas las bendiciones y favores que él derrama sobre nosotros. En lugar de escudriñar nuestros corazones para ver si abrigábamos algún mal, si accedíamos al pecado, nos tornaríamos descuidados y dejaríamos de comprender nuestra dependencia de él. ... NEV 135.4

Elías se humilló a sí mismo, hasta que estuvo en una condición tal que no se atribuiría la gloria a sí mismo. Esta es la condición bajo la cual Dios oye la oración, porque entonces le daremos a él la alabanza. ... Únicamente Dios es digno de ser glorificado.—The Review and Herald, 27 de marzo de 1913. NEV 135.5