Mensajes Selectos Tomo 1

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Capítulo 10—Los ángeles buenos son más poderosos que los malos ángeles*

Se declara expresamente que Satanás obra en los hijos de desobediencia y que no sólo tiene acceso a su mente, sino que obra mediante su influencia, ora sea consciente o inconsciente, para atraer a otros a la misma desobediencia. Si los malos ángeles tienen un poder tal sobre los hijos de los hombres en su desobediencia, ¡cuánto mayor poder tienen los ángeles buenos sobre los que se esfuerzan por ser obedientes! Cuando ponemos nuestra confianza en Jesucristo, procediendo con obediencia para justicia, los ángeles de Dios obran en nuestro corazón para justicia... 1MS 110.1

Los ángeles vinieron y ministraron a nuestro Señor en el desierto de la tentación. Los ángeles celestiales estuvieron con él todo el tiempo que estuvo expuesto a los ataques de los instrumentos satánicos. Esos ataques fueron más severos que los que jamás haya soportado el hombre. Todo estaba en juego en favor de la familia humana. En ese conflicto, Cristo no pulió sus palabras. Dependió de un “escrito está”. Mateo 4:4. En ese conflicto, la humanidad de Cristo fue puesta a prueba en forma tal que ninguno de nosotros comprenderá jamás. El Príncipe de la vida y el príncipe de las tinieblas se encontraron en un terrible conflicto, pero Satanás no pudo obtener la menor ventaja en palabra o acción. Las tales fueron tentaciones verdaderas, no artificiales. Cristo “padeció siendo tentado”. Hebreos 2:18. En aquella ocasión, ángeles del cielo estuvieron presentes, y mantuvieron en alto el estandarte para que Satanás no se excediera de sus límites y sobrepujara a la naturaleza humana de Cristo. 1MS 110.2

En la última tentación, Satanás le presentó a Cristo la perspectiva de ganar todo el mundo, con toda su gloria, si tan sólo lo adoraba a él, que pretendía ser enviado de Dios. Cristo entonces debió dar una orden. Debió ejercer autoridad por encima de los agentes satánicos. La divinidad brilló a través de la humanidad y Satanás fue rechazado perentoriamente. “Vete, Satanás—dijo Cristo—porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás”. Mateo 4:10. 1MS 111.1

Fue suficiente. Satanás no pudo ir más adelante. Angeles sirvieron al Salvador. Angeles le trajeron el alimento. Ninguna mente humana puede comprender la rudeza de ese conflicto. Estaban en juego el bienestar de toda la familia humana y de Cristo mismo. Una concesión de parte de Cristo, una palabra de concesión, y el mundo hubiera sido demandado por Satanás como suyo. Así suponía él, el príncipe de la potestad de las tinieblas, que comenzaría su gobierno. Apareció ante Cristo un ángel del cielo, pues el conflicto había terminado. El poder humano estuvo a punto de fracasar, pero todo el cielo cantó el himno de victoria eterna. 1MS 111.2

En sus conflictos con Satanás, la familia humana dispone de toda la ayuda que tuvo Cristo. No necesitamos ser vencidos. Podemos ser más que vencedores mediante Aquel que nos ha amado y ha dado su vida por nosotros. “Habéis sido comprados por precio”. 1 Corintios 6:20. ¡Y qué precio! En su humanidad, el Hijo de Dios luchó con las mismísimas terribles y aparentemente abrumadoras tentaciones que asaltan al hombre: tentaciones a complacer el apetito, a aventurarse atrevidamente donde Dios no nos conduce, y a adorar al dios de este mundo, a sacrificar una eternidad de bienaventuranza por los placeres fascinadores de esta vida. Cada uno será tentado, pero declara la Palabra que no seremos tentados más allá de lo que podamos soportar. Podemos resistir y vencer al astuto enemigo. 1MS 111.3