Mensajes Selectos Tomo 1

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La ley no puede perdonar

Pablo aprendió que no había poder en la ley para perdonar al transgresor de ella. “Por las obras de la ley ningún ser humano será justificado”. Romanos 3:20. “Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu”. Romanos 8:3, 4. 1MS 407.2

El Señor vio nuestra condición caída. Vio nuestra necesidad de gracia, y porque amaba nuestras almas, nos ha dado gracia y paz. La gracia significa un favor para alguien que no lo merece, para alguien que está perdido. El hecho de que seamos pecadores, en vez de rechazarnos apartándonos de la misericordia y del amor de Dios, hace que la práctica del amor de Dios sea para nosotros una necesidad positiva a fin de que seamos salvados. Cristo dice: “No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca”. Juan 15:16. 1MS 407.3

Cuando cayó Adán, Dios proveyó los medios para su restauración. A su debido tiempo, Jesús, el Príncipe de la vida, vino a nuestro mundo para luchar con el poder de las tinieblas. En este mundo, Satanás tuvo una oportunidad para demostrar el resultado de llevar a cabo sus principios de no tener en cuenta ninguna ley, y Cristo, con su obediencia inalterable a los mandamientos de su Padre, puso de manifiesto el resultado de practicar los principios de la justicia. De acuerdo con sus principios malignos, Satanás acosó al Hijo de Dios con fieras tentaciones y finalmente lo llevó hasta el tribunal para que fuera condenado a muerte sin causa. La confederación del mal influyó en el corazón de los hombres para realizar los principios del mal. Cristo y Barrabás fueron presentados ante la multitud. Barrabás era un notable ladrón y asesino; Cristo era el Hijo de Dios. Pilato contempló a los dos y pensó que no habría duda en cuanto a la elección de Jesús. Las señales de nobleza, inteligencia y pureza se revelaban claramente en su rostro, en marcado contraste con los burdos rasgos de Barrabás. Preguntó: “¿A cuál de los dos queréis que os suelte?” Mateo 27:21. Y se oyó el ronco clamor de la turba enfurecida que decía: “A Barrabás”. “Pilato les dijo: ¿Qué, pues, haré de Jesús, llamado el Cristo? Todos le dijeron: ¡Sea crucificado! Y el gobernador les dijo: Pues ¿qué mal ha hecho? Pero ellos gritaban aún más, diciendo: ¡Sea crucificado!” Mateo 27:22, 23. 1MS 408.1