La Voz: Su Educación y Uso Correcto

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Capítulo 21—Sus ilustraciones, símbolos y figuras

El más grande de los maestros elegía bien sus ilustraciones—Jesús fue el más grande de los Maestros que el mundo ha conocido. El presentaba la verdad mediante declaraciones claras y convincentes, y las ilustraciones que usaba eran del orden más puro y superior. Nunca mezclaba símbolos y figuras vulgares con la instrucción divina, ni procuraba complacer la curiosidad, ni gratificar a la clase que escucha sólo para pasar el tiempo. Nunca llevaba la verdad sagrada al nivel de lo común, y las ilustraciones jocosas que algunos ministros del evangelio usan, nunca fueron pronunciadas por sus divinos labios. Cristo no empleaba ilustraciones para divertir y provocar risa.—The Review and Herald, 6 de agosto de 1895. VEUC 116.1

No usaba chistes para llamar la atención—El divino maestro, no usaba ilustraciones que proyectaran la más mínima sombra en el alma. Sus palabras eran del más puro y elevado carácter. Nunca condescendió a pronunciar algo cómico, con el fin de llamar la atención del público.—The Review and Herald, 6 de agosto de 1895. VEUC 117.1

Hacía uso de sucesos comunes para ilustrar—Jesús ilustraba las glorias del reino de Dios, por el uso de los incidentes y los sucesos de las tierra. Con amor compasivo y tierno, alegraba, consolaba e instruía a todos los que le oían; porque sobre sus labios se derramaba la gracia, a fin de que pudiese presentar a los hombres, de la manera más atrayente, los tesoros de la verdad.—Consejos para los Maestros Padres y Alumnos acerca de la Educación Cristiana, 228. VEUC 117.2

Sacaba lecciones espirituales de la naturaleza—El gran Maestro puso a sus oyentes en contacto con la naturaleza, para que oyesen la voz que habla en todas las cosas creadas, y a medida que sus corazones se hacían más sensibles y sus mentes más receptivas, les ayudaba a interpretar la enseñanza espiritual de las escenas que contemplaban sus ojos. Las parábolas, por medio de las cuales le gustaba enseñar lecciones de verdad, muestran cuán abierto estaba su espíritu a las influencias de la naturaleza, y cómo le agradaba sacar la enseñanza espiritual del ambiente en que transcurría la vida diaria. VEUC 117.3

Cristo se valía de las aves del cielo, los lirios del campo, el sembrador y la semilla, el pastor y las ovejas, para ilustrar verdades inmortales. También sacaba ilustraciones de los acontecimientos de la vida, de cosas familiares a sus oyentes, tales como la levadura, el tesoro escondido, la perla, la red del pescador, la moneda perdida, el hijo pródigo, las casas construidas en la arena y en la roca. En sus lecciones, había algo para interesar a cada mente, e impresionar cada corazón.—La Educación, 102, 103. VEUC 117.4

Elegía cuidadosamente los lugares—El Redentor del mundo procuraba presentar sus instrucciones en forma llana y sencilla, de manera que todos pudieran comprenderlas. Por lo general, presentaba sus discursos al aire libre. No había paredes que pudieran contener a todos los que lo seguían; pero él tenía razones especiales para acudir a las colinas y las costas, para presentar sus instrucciones. Allí él podía dominar el paisaje con la vista, y usar objetos y escenas familiares a los del común del pueblo, para ilustrar las verdades importantes que quería hacerles conocer. VEUC 118.1

El relacionaba la obra de Dios en la naturaleza, con sus instrucciones. Los pájaros que trinaban sin preocupación, las flores del valle que resplandecían en su belleza, los lirios que crecían en paz y tranquilidad, en su pureza en el lecho del lago, los elevados árboles, las tierras cultivadas, las espigas ondulantes, el terreno infecundo, los árboles sin frutos, las colinas eternas, las corrientes burbujeantes, el sol poniente, que coloreaba y hacía relucir los cielos—todo esto empleaba él, para impresionar a sus oyentes con la verdad divina. El conectaba las palabras de vida, con las obras de Dios en el cielo y en la tierra. Quería impresionar sus mentes, para que, cuando vieran las obras maravillosas de Dios en la naturaleza, sus lecciones surgieran frescas en la memoria.—Testimonies for the Church 2:579, 580. VEUC 118.2

Iba de lo conocido a lo desconocido—En su enseñanza, Cristo sacaba sus ilustraciones del gran tesoro de los vínculos y afectos familiares, y de la naturaleza. Ilustraba lo desconocido con lo conocido; las verdades sagradas y divinas eran cosas naturales y terrenas, familiares para la gente que lo rodeaba. Estas eran las cosas que habían de hablar a su corazón, y hacer la más profunda impresión en su mente. VEUC 119.1

Las palabras de Cristo, colocaron en un nuevo aspecto las enseñanzas de la naturaleza, y hacían de ellas una nueva revelación. Podía hablar de las cosas que habían hecho sus propias manos, porque tenían propiedades y cualidades que le eran peculiaramente propias. Tanto en la naturaleza, como en las sagradas páginas de las Escrituras del Antiguo Testamento, se revelan verdades divinas portentosas; y en sus enseñanzas, Jesús las revelaba a la gente, vinculadas a la belleza de las cosas naturales.—Consejos para los Maestros Padres y Alumnos acerca de la Educación Cristiana, 170, 171. VEUC 119.2

Usaba figuras y símbolos—Para su propio sabio propósito, el Señor velaba las verdades espirituales con figuras y símbolos. Mediante el uso de figuras de lenguaje, daba a menudo a sus acusadores y enemigos la reprensión más sencilla y efectiva, y ellos no podían encontrar en sus palabras ninguna ocasión para condenarlo. Por medio de parábolas y comparaciones, encontró el mejor método de comunicar la verdad divina. En un idioma sencillo, usando figuras e ilustraciones sacadas del mundo natural, abría la verdad espiritual a sus oyentes y daba expresión a hermosos principios, que pudieran haber pasado por sus mentes, y apenas dejado un rastro, si él no hubiera conectado sus palabras, con escenas conmovedoras de la vida, la experiencia, o la naturaleza. De esta manera despertaba su interés, promovía un espíritu de investigación, y cuando tenía su atención asegurada, decididamente impresionaba en ellos, el testimonio de la verdad. Así podía impresionar debidamente el corazón, para que en el futuro, sus oyentes pudieran mirar las cosas que él había relacionado con la lección, y recordar las palabras del divino Maestro.—Fundamentals of Christian Education, 236. VEUC 119.3