La Voz: Su Educación y Uso Correcto

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Lutero

Su profundo fervor—Lutero fue ordenado como sacerdote y se lo llamó desde el claustro para que ejerciera el profesorado en la universidad de Wittenberg. Allí se dedicó al estudio de las Escrituras en sus idiomas originales. Comenzó a dar conferencias acerca de la Biblia; y el libro de Salmos, los evangelios y las epístolas, se abrieron a la comprensión de multitudes de gozosos oyentes. Era poderoso en las Escrituras, y la gracia de Dios descansaba sobre él. Su elocuencia cautivaba a sus oyentes, la claridad y el poder con que presentaba la verdad convencían sus entendimientos, y su profundo fervor tocaba sus corazones.—La Historia de la Redención, 358. VEUC 422.2

Su porte intrépido—La sencilla fuerza de sus palabras, su impavidez, su mirada serena y elocuente, y la inalterable determinación manifestada en cada palabra y cada acto, produjeron una profunda impresión en la asamblea. Era evidente que no se lo podía obligar, ni mediante promesas, ni amenazas, a someterse a las órdenes de Roma. VEUC 422.3

Cristo habló por medio del testimonio de Lutero con un poder y una majestad tales, que en ese momento inspiraron tanto a amigos como a enemigos, con un sentimiento de reverencia y admiración.—La Historia de la Redención, 365, 366. VEUC 423.1

Fue un instrumento elegido de Dios—Lutero fue un instrumento elegido de Dios, para desgarrar las vestiduras de hipocresía de la iglesia papal y exponer su corrupción. Celosamente levantaba su voz, y con el poder del Espíritu Santo clamaba en contra de los pecados existentes, y reprendía a los dirigentes del pueblo.—Testimonies for the Church 1:372. VEUC 423.2

Poseía una calma y un poder majestuosos—La calma, el poder majestuoso de Lutero, humillaba a sus enemigos, y asestaba al papado los golpes más terribles.—Testimonies for the Church 1:373. VEUC 423.3

Hablaba con majestad—La oración de Lutero fue escuchada. Su valor y su fe regresaron cuando se encontró con sus enemigos. Allí estaba él, humilde como un cordero, rodeado de los grandes hombres de la tierra, quienes, como lobos salvajes, tenían la vista fija sobre él, esperando sugestionarlo con su poder y grandeza. Pero él se había sostenido de la fortaleza de Dios, y no tenía temor. Sus palabras fueron habladas con tal majestad y poder, que sus enemigos no pudieron hacer nada contra él... VEUC 423.4

La calma que mostraba Lutero, hacía un agudo contraste con la pasión y la ira, que los así llamados grandes hombres exhibían. Ellos no pudieron atemorizarlo para que se retractara de la verdad. Se mantuvo como una roca en su noble sencillez y su serena determinación.—Testimonies for the Church 1:374, 375. VEUC 424.1

Hizo una rotunda exposición—En la siguiente entrevista, Lutero presentó una clara, concisa y rotunda exposición de sus opiniones, bien apoyada con muchas citas bíblicas.—Seguridad y Paz en el Conflicto de los Siglos, 146. VEUC 424.2

Hablaba con solemnidad y fervor—Sus palabras, impregnadas de solemnidad y profundo fervor, le daban un poder que sus mismos enemigos no podían resistir.—Seguridad y Paz en el Conflicto de los Siglos, 164, 165. VEUC 424.3

Su prudencia y dignidad—“Por esta razón, suplico a su majestad imperial, con toda sumisión, se digne concederme tiempo, para que pueda yo responder sin manchar la Palabra de Dios”. VEUC 424.4

Lutero obró discretamente al hacer esta súplica. Sus palabras convencieron a la asamblea de que él no hablaba movido por pasión, ni arrebato. Esta reserva, esta calma tan sorprendente en semejante hombre, acreció su fuerza, y lo preparó para contestar más tarde con una sabiduría, una firmeza y una dignidad que iban a frustrar las esperanzas de sus adversarios y confundir su malicia y su orgullo.—Seguridad y Paz en el Conflicto de los Siglos, 166, 167. VEUC 424.5

Hizo una cuidadosa preparación de su defensa—Con el ánimo puesto en Dios, se preparó Lutero para la lucha que le aguardaba. Meditó un plan de defensa, examinó pasajes de sus propios escritos y sacó pruebas de las Santas Escrituras para sustentar sus proposiciones.—Seguridad y Paz en el Conflicto de los Siglos, 168. VEUC 425.1

Usó un tono sumiso y humilde—El canciller le exigió que dijese, si se retractaba de sus doctrinas. Lutero respondió del modo más sumiso y humilde, sin violencia ni apasionamiento. Su porte era correcto y respetuoso, si bien revelaba en sus modales una confianza y un gozo que llenaban de sorpresa a la asamblea.—Seguridad y Paz en el Conflicto de los Siglos, 168. VEUC 425.2

Su valor y energía—Empero, el valor y la energía que esta vez desplegara, así como la fuerza y la claridad de sus argumentaciones, los dejaron a todos sorprendidos.—Seguridad y Paz en el Conflicto de los Siglos, 171. VEUC 425.3

En la presencia de Dios—Los caudillos papales estaban acongojados porque su poder, que había hecho temblar a los reyes y a los nobles, era así despreciado por un pobre monje, y se propusieron hacerle sentir su ira, entregándolo al tormento. Pero reconociendo Lutero el peligro que corría, había hablado a todos con dignidad y serenidad cristiana. Sus palabras habían estado exentas de orgullo, pasión o falsedad. Se había perdido de vista a sí mismo y a los grandes hombres que lo rodeaban, y sólo sintió que se hallaba en presencia de Uno, que era infinitamente superior a los papas, a los prelados, a los reyes, y a los emperadores. Cristo mismo había hablado por medio del testimonio de Lutero con tal poder y grandeza, que tanto en los amigos como en los adversarios, despertó pavor y asombro... VEUC 425.4

El elector Federico, había aguardado con ansiedad la comparecencia de Lutero ante la dieta, y escuchó su discurso con profunda emoción. Experimentó regocijo y orgullo al presenciar el valor del fraile, su firmeza y el modo en que se mostraba dueño de sí mismo, y resolvió defenderlo con mayor firmeza que antes.—Seguridad y Paz en el Conflicto de los Siglos, 172, 173. VEUC 426.1

Su razonamiento era claro—El contraste entre ambos contendientes no dejó de tener su efecto. La serena e inteligente argumentación del reformador, el cual se expresaba con tan noble mansedumbre y modestia, impresionó a los que veían con desagrado las orgullosas pretensiones de Eck.—Seguridad y Paz en el Conflicto de los Siglos, 195. VEUC 426.2